𝑳𝑨𝑩𝒀𝑹𝑰𝑵𝑻𝑯-𝑴𝑶𝑰𝑺𝑬𝑺

𝟎𝟒𝟗

Abrí los ojos lentamente, la luz del amanecer filtrándose a través de las cortinas de seda de los aposentos reales. Mi corazón dio un vuelco cuando vi a Ramsés sentado frente a mí, su mirada fija e intensa.

Por un momento, el pánico me invadió. ¿Se habría dado cuenta de mi escapada nocturna? ¿Habría descubierto mi encuentro con Moisés? Intenté mantener la calma, respirando profundamente para no delatar mi ansiedad.

-Buenos días, Naliah.-dijo Ramsés, su voz sorprendentemente suave, pero había un tono de tensión que no podía ignorar.

-Buenos días, Ramsés.-respondí, incorporándome lentamente, tratando de ocultar la inquietud que me invadía. Ajusté las sábanas de lino fino alrededor de mi cuerpo, sintiendo el peso de su mirada.

Ramsés me observó por un largo momento, sus ojos oscuros escrutando cada detalle de mi rostro. El silencio se extendió entre nosotros, pesado y cargado de palabras no dichas. Finalmente, él rompió el silencio.

-He estado pensando mucho, Naliah.-comenzó, su voz grave resonando en la habitación.- Sobre nosotros, sobre nuestro matrimonio, sobre el futuro de Egipto.

Hizo una pausa, sus manos apretándose en puños sobre sus rodillas. Pude ver la lucha interna reflejada en sus ojos, y un escalofrío recorrió mi espalda.

-Quiero arreglar las cosas entre nosotros- continuó, su voz adquiriendo un tono de urgencia.-Estoy dispuesto a enviar a Nefertari lejos, a la provincia más distante de Egipto si es necesario. Podemos volver a ser como éramos antes, antes de que todo... cambiara.

Sus palabras me golpearon como un rayo. Por un momento, me quedé sin habla, mi mente un torbellino de emociones contradictorias. La idea de deshacerme de Nefertari era tentadora, pero sabía que no era la solución a nuestros problemas.

-Ramsés-finalmente logré decir, mi voz temblando.-Agradezco tu oferta, más de lo que puedo expresar. Pero... no puedo aceptarla.

Vi cómo la esperanza en sus ojos se desvanecía, reemplazada por confusión y luego por una fría ira.

-¿No puedes aceptarla?- repitió, su voz adquiriendo un filo peligroso-¿Después de todo lo que has sufrido por Nefertari, ahora la defiendes?

-No se trata de Nefertari.-respondí, luchando por mantener la compostura mientras el pánico comenzaba a apoderarse de mí-Se trata de nosotros, Ramsés. Demasiado ha cambiado. No podemos volver atrás, no podemos borrar los años de dolor y distanciamiento con un simple gesto.

Ramsés se quedó en silencio por un momento, su rostro una máscara de emociones contenidas. Luego, se levantó abruptamente, su figura imponente proyectando una sombra sobre mí.

-¿Es por él, verdad?-gruñó, su voz llena de rabia -Por Moisés. Siempre ha sido él.

Sentí como si el aire hubiera sido arrancado de mis pulmones. ¿Cómo lo sabía? ¿Nos había descubierto?

-Ramsés, yo...-intenté explicar, pero él levantó una mano, silenciándome.

-No necesito escuchar tus excusas, Naliah- dijo, su voz fría como el hielo-Pensé que esto era lo que querías, que podríamos reconstruir lo que teníamos. Pero veo que estaba equivocado.

Se dirigió hacia la puerta, pero antes de salir, se volvió una última vez hacia mí, su mirada ardiente.

-Recuerda esto, Naliah-dijo, su tono amenazante -Eres mía. No de Moisés, no de nadie más. Mía.

Dio un paso hacia mí, su presencia llenando la habitación con una tensión palpable. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, pero no podía apartar la mirada.