𝟎𝟓𝟐

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- ¡Deja de rascarte tan fuerte, Amenoteph, puedes hacerte daño!-dije, reprendiendo a Amenoteph mientras él se frotaba desesperadamente.

- ¡Ya no soporto más, madre! ¡Esos malditos esclavos han hecho que su Dios nos infecte con estos piojos!-exclamó Amenoteph, su voz cargada de frustración mientras se rascaba con intensidad.

-No hables así, Amenoteph. Te voy a hechar del
ungüento que hizo mi padre, pero por favor, no sigas rascándote tan fuerte -le advertí, intentando mantener la calma mientras buscaba el ungüento.

En ese momento, Karoma entró al harem acompañada de Peppi.

- ¡Mamá, ya no aguanto más! -dijo Peppi, su rostro contorsionado por la incomodidad.

- Lo sé, hijo, calma.-respondió Karoma, abrazando a su hijo con ternura mientras intentaba calmarlo.

- Señora, ¿dónde están todas las mujeres?-preguntó Karoma, sorprendido al notar que Amenoteph y yo éramos los únicos en el harem.

- Todas están en la oficina de los sacerdotes.-expliqué-. Mi padre está preparando unos ungüentos especiales que alivian la picazón, al menos por unos momentos.

En ese momento, Ramsés entró al harem acompañado por dos guardias, su rostro reflejando preocupación. Al vernos, se acercó y se sentó junto a Amenoteph y a mí.

- Ya he hablado con los magos. Tratarán de encontrar una solución para esto -dijo, rascándose el brazo con frustración.

- ¡Padre, ya no soporto esto! ¿Por qué no simplemente ordenas ejecutar a Moisés? ¡Así todo esto acabaría! -exclamó Amenoteph, su voz cargada de desesperación.

Su propuesta hizo que un pinchazo de preocupación me atravesara el estómago. Antes de que pudiera reaccionar, Ramsés habló.

- ¡Amenoteph, no puedo hacer eso!-dijo Ramsés, con un tono firme.- Solo causaría que los esclavos se revelaran aún más.

Karoma, que había estado observando la escena con creciente tensión, interrumpió el ambiente cargado.

- Señora, me temo que debo irme. Iré a buscar ungüento con Simut para Peppi.-dijo Karoma, su voz cargada de determinación.

- Claro, Karoma, ve.-respondí, asintiendo con la cabeza y dándole permiso.

Karoma salió inmediatamente en busca de ayuda, dejando atrás una atmósfera de inquietud.

Observé a Ramsés intentando rascarse la espalda, pero su capa larga hacía el movimiento casi imposible. Suspiré y me acerqué para ayudarle.

- Deberías aplicar el ungüento que hizo mi padre. Te ayudará con la picazón -le sugerí.

- No, yo aguanto.-dijo Ramsés, levantándose con determinación-. Prefiero que tú y Amenoteph lo usen.

- Iré a ver qué más puedo hacer para que esto termine ya -añadió, su tono resoluto-. Amenoteph, cuida a tu madre. Aguanta un poco más, esto terminará pronto.

- Está bien, padre.-respondió Amenoteph, su voz cargada de resignación mientras miraba a su padre.

-respondió Amenoteph, su voz cargada de resignación mientras miraba a su padre

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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