𝟎𝟏𝟕

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Minutos después, una sierva irrumpió apresuradamente para contar los acontecimientos del juicio. Con ansias, narró cómo el Rey había retirado los cargos contra Moisés. La noticia hizo que la princesa se dirigiera casi corriendo hacia su hijo. Deseaba verlo para calmar la inquietud de mi corazón, pero su madre tenía prioridad.

Fue en ese preciso instante, cuando estaba a punto de dejar el harem y adentrarme aún más en los laberínticos pasillos, que mis ojos se toparon con la figura de Moisés acercándose hacia mí. El corazón me dio un vuelco y pareció detenerse por un instante, mientras una sonrisa se dibujaba en mis labios. Suspiré aliviada, sin poder apartar la mirada de aquel hombre valiente y amado que se acercaba a mí.

Aún llevaba puesta la misma ropa de entrenamiento que usaba cuando fue arrestado. Mi corazón latía con una emoción desbordante, y el solo hecho de verlo me dejó petrificada, incapaz de moverme. Observé cómo sus pasos se acercaban con determinación, cada vez más cerca de donde yo me encontraba.

Cuando por fin estuvo lo suficientemente cerca, todos los miedos y preocupaciones se desvanecieron. La alegría de su liberación inundó el ambiente y, como una recompensa anhelada, decidí celebrarlo con un abrazo cálido y reconfortante. Él correspondió de inmediato, envolviéndome en sus brazos con amor y ternura.

-Justamente iba en camino a verte.-dije con voz suave, separándome del abrazo.

-Eso me hace muy feliz.-respondió con los ojos brillantes.

Pero yo no tarde en notar que algo lo inquietaba.

-Pero tu rostro dice otra cosa, ¿qué sucede?-pregunte.

-Fui a ver a Ramsés.-dijo con un tono cargado de preocupación.

-El estará bien, lo verás.-respondí con convicción, tratando de proyectar seguridad en mis palabras.

-Atenté dos veces contra su vida, Naliah. Cuando lo herí con la espada y ahora... él estaba luchando por su vida cuando se levantó para salvarme,-pronunció, su voz cargada de culpabilidad y desconcierto. Su confesión se aferraba a su ser, buscando respuestas a preguntas sin respuesta. -¿Por qué? ¿Para qué?- añadió con un tono cargado de dolor y desesperanza.

Mis ojos se llenaron de compasión al escuchar su angustia. Busqué las palabras adecuadas para aliviar su carga emocional.

-Porque, a pesar de todo, te ama, Moisés. Eres como su hermano.-afirmé con suavidad.

-Hoy pude notar en los ojos del soberano cómo deseaba mi muerte y lo frustrado que estaba cuando su propio hijo me exculpó.-dijo con amargura.

Mis manos buscaron las suyas, intentando transmitirle un apoyo firme y sincero.

-Moisés, acabas de ser salvado de la muerte. Será una experiencia difícil de olvidar, pero trata de ver lo bueno en todo esto: estás vivo, aquí conmigo.-susurré con ternura, buscando calmar su alma atormentada.

Nuestros ojos se encontraron, estableciendo una conexión profunda que prometía apoyo y consuelo en medio de la tormenta. Pude observar cómo sus ojos encontraron un destello de tranquilidad, aunque fugaz, antes de que la tristeza volviera a apoderarse de ellos.

-Tuve una madre que no me quiso, un abuelo que nunca me aceptó, mi hermano puede morir y no puedo estar con la mujer que quiero.-expresó con voz entrecortada.
En ese momento, sentí la profundidad de su dolor, su corazón lleno de cicatrices emocionales y la lucha constante que había enfrentado en su vida.

Mi corazón se llenó de compasión al escuchar su confesión, y supe que era el momento de compartir mis propios sentimientos. Respiré profundamente antes de pronunciar las palabras que había guardado en lo más profundo de mi ser.

-Moisés, hay algo que debo decirte. Fui una idiota al no reconocer mis sentimientos por ti esa noche en la que tú reconociste los tuyos por mí, -comencé, mi voz temblorosa pero llena de sinceridad. -Yo también te quiero, Moisés. Me he enamorado completamente de ti como jamás lo había hecho, y eso me dio mucho miedo. Especialmente porque mi hermana sentía lo mismo por ti. Pero ahora quiero que sepas que yo también siento lo mismo por ti.-Confesé, dejando que mis palabras fluyeran libremente, liberando el peso de la incertidumbre y abriendo mi corazón por completo.

Moisés me miró fijamente, sus ojos escrutando cada facción de mi rostro, como si tratara de leer mis pensamientos más profundos. Un silencio llenó el espacio entre nosotros, cargado de anticipación y emoción. En ese instante, sentí que el mundo se detenía mientras nuestras almas se encontraban en un momento de conexión inquebrantable.

-Naliah...- susurró Moisés, su voz llena de asombro y gratitud. Se acercó lentamente, extendiendo su mano para acariciar suavemente mi mejilla. Mis dedos se entrelazaron con los suyos, formando un vínculo que trascendía las palabras.

Nuestros rostros se aproximaron cada vez más, nuestras frentes chocaron suavemente, permitiéndonos sentir la cercanía y la electricidad entre nosotros. La respiración se volvió entrelazada, cada exhalación compartida, cada latido del corazón sincronizado.

En un instante de pura conexión, se separó ligeramente de mí y pronunció las palabras que ansiaba escuchar.

-¿Puedo?-preguntó con una mezcla de ternura y deseo. No hizo falta más que un asentimiento con la cabeza por mi parte, un acuerdo tácito de que estábamos listos para dejarnos llevar por el amor que nos unía.

Nuestros labios se encontraron en un beso tan profundo y apasionado que parecía contener todo el amor y la intensidad que habíamos guardado durante tanto tiempo.
Sus labios eran suaves y cálidos, en perfecta armonía con los míos. Se movían con destreza y ternura, explorando cada rincón de mi boca con una mezcla exquisita de dulzura y pasión desenfrenada. Nuestras lenguas se entrelazaron en un baile íntimo y sincronizado, compartiendo secretos y emociones sin necesidad de palabras.Podía sentir su aliento entrelazado con el mío, cada suspiro y gemido que escapaba de nuestros labios uniendo nuestros deseos y anhelos más profundos.

Finalmente, nos separamos, buscando desesperadamente el aire que necesitábamos para respirar. Nuestros labios se separaron lentamente, nuestros ojos se encontraron, reflejando la felicidad y la esperanza que ahora llenaban nuestros corazones.

-Tal vez no podamos estar juntos debido a tu compromiso con Ramses,Pero quiero luchar por ti, Naliah. Quiero luchar para que exista un nosotros, un futuro en el que podamos estar juntos y compartir nuestra vida.-dijo con voz suave pero llena de convicción.

Sentí un nudo en la garganta mientras escuchaba sus palabras sinceras y valientes. Mi corazón se debatía entre la realidad de mi compromiso y la intensidad de mis sentimientos por Moisés. Quería que las cosas fueran diferentes, quería desafiar las expectativas y seguir mi corazón.

-Yo también, Moisés, También quiero eso. Quiero luchar por nosotros, por nuestro amor.-respondí con voz temblorosa pero llena de determinación.

Una chispa de esperanza brilló en sus ojos y una sonrisa se extendió por su rostro, En ese momento, ambos sabíamos que el camino no sería fácil, que enfrentaríamos obstáculos y desafíos, pero estábamos dispuestos a enfrentarlos juntos.

Nuestros corazones latían al unísono, en sintonía con el compromiso que habíamos hecho.

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𝑳𝑨𝑩𝒀𝑹𝑰𝑵𝑻𝑯-𝑴𝑶𝑰𝑺𝑬𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora