𝟎𝟗

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Al llegar al harén, el ambiente estaba cargado de los aromas familiares de incienso y perfumes florales. Traté de poner una sonrisa en mi rostro al entrar, pero sabía que mis ojos no podían ocultar el tumulto emocional que sentía. Mi hermana Nefertari y Karoma estaban sentadas en un rincón, hablando en voz baja. Al verme, Nefertari se levantó inmediatamente, su mirada llena de preocupación.

-Hermana, ¿qué te pasa? Pareces triste- preguntó Nefertari, envolviéndome en un cálido abrazo. Su preocupación era palpable, y su tono reflejaba la cercanía que siempre habíamos compartido.

Suspiré, intentando disimular mis emociones.
-Hola, hermana. No, nada de eso, estoy bien -respondí, intentando forzar una sonrisa para calmarla. -Hola, Karoma.

-Hola, señorita Naliah -respondió Karoma, inclinando la cabeza en un gesto respetuoso.

Nefertari me miró con escepticismo, levantando una ceja. -¿Y cómo te fue en las inspecciones de obras con Moisés? -preguntó, su curiosidad evidente.

-Fue... interesante -respondí, mi mente viajando a los eventos del día anterior.

-¿De verdad? Quiero saber todos los detalles -dijo Nefertari, su emoción palpable mientras se acomodaba para escuchar.

Y así, les conté todo lo que había sucedido durante el día, desde el incidente con el anciano hasta el tenso encuentro con Ramsés. Nefertari y Karoma escucharon con atención, sus expresiones cambiando con cada nuevo detalle que revelaba.

Al día siguiente, por la noche, me encontraba con Karoma en el harén, discutiendo sobre los eventos del día, cuando de repente, Nefertari entró apresuradamente, su rostro desencajado y sus ojos llenos de lágrimas. Era evidente que algo la había perturbado profundamente.

-Nefertari, ¿estás bien? -pregunté, alarmada al ver su estado.

Karoma reaccionó rápidamente, ofreciéndole un vaso de agua. -Tome esto, le ayudará -dijo Karoma con suavidad.

Nefertari aceptó el vaso con manos temblorosas, pero apenas lo tocó. -¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué estás en este estado? -insistí, mi preocupación creciendo.

-Yo pensé que volvería feliz de la vida -comentó Karoma, sus palabras reflejando la confusión que sentíamos.

Nefertari se dejó caer en una silla, su expresión desolada. -Yo también lo pensé. Fue pura ilusión -respondió con un tono apagado, sus palabras cargadas de decepción.

-¿De qué hablan? -cuestioné, sintiendo que había una historia completa detrás de su tristeza.

Karoma abrió la boca para responder, pero Nefertari la interrumpió. -Lo que pasa es que Moisés... -comenzó Karoma.

-Educadamente me rechazó, Naliah -interrumpió Nefertari, su voz quebrándose mientras las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.

La sorpresa me invadió. -¿Le confesaste tus sentimientos y te rechazó? ¿Pero cómo fue que...? -pregunté, tratando de entender lo que había pasado.

Nefertari respiró hondo, su tristeza evidente.
-Me habló de su profunda amistad por mí, diciendo que valía más que el amor. Fue eso, abrí mi corazón y fui rechazada -explicó Nefertari, sus palabras teñidas de dolor.

-Hermana, lo siento -empecé a decir, acercándome para consolarla, pero una voz cortante nos interrumpió.

-Eso te pasa por ofrecida, qué cosa más vulgar. ¿Quién te manda a declararte a un hombre? Lo mereces -dijo Yunet, entrando al harén con una expresión de desaprobación en su rostro.

Nefertari se levantó de golpe, su frustración evidente. -¿Escuchando a escondidas? ¿Y tú qué sabes del amor? No puedes venir a darme lecciones, déjame en paz -respondió Nefertari con una mezcla de ira y desdén.

Sostuve el brazo de Nefertari cálidamente, intentando calmar la tensión. -Nefertari, calma.

-¿Calma? ¿Qué calma? Naliah, ella entró aquí y me agredió -replicó Nefertari, su voz llena de indignación.

Yunet no se dio por vencida, su tono autoritario resonando en la habitación. -Olvida a ese hebreo maldito de una vez por todas -intervino nuevamente Yunet.

Finalmente, decidí intervenir, enfrentándome a Yunet con determinación. -Mamá, ya es suficiente. En vez de consolar a tu hija porque le rompieron el corazón, la insultas como si ella tuviera la culpa de amar a alguien.

Yunet nos miró, sorprendida por mi defensa de Nefertari. -¿Amar? -preguntó, la incredulidad clara en su voz.

Nefertari levantó la cabeza, sus ojos llenos de una mezcla de tristeza y resolución. -Sí, así es. Yo amo a ese maldito hebreo -declaró Nefertari con dolor, dejando a Yunet sin palabras y a Karoma y a mí conmocionadas por su confesión.

 Yo amo a ese maldito hebreo -declaró Nefertari con dolor, dejando a Yunet sin palabras y a Karoma y a mí conmocionadas por su confesión

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