𝟎𝟒𝟓

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Un sirviente llegó con urgencia, informándome que Ramsés nos convocaba a Amenhotep y a mí a la sala del trono. Con el corazón acelerado, busqué a Amenhotep y le transmití el mensaje. Nos dirigimos rápidamente hacia la sala del trono, sintiendo el peso de la situación en cada paso.

Al cruzar el umbral de la majestuosa sala, el ambiente cargado de tensión nos envolvió. Ramsés, con una postura erguida junto a su imponente trono, tenía el rostro sombrío y preocupado. A su lado, mi padre, el sabio sumo sacerdote Paser, observaba con seriedad, acompañado del devoto sacerdote Simut, quien mantenía una expresión de inquietud en su semblante. Sin embargo, lo que captó mi atención de inmediato fue la presencia de dos figuras imponentes y enigmáticas: los magos Janes y Jambres, cuyas reputaciones de poder y misterio eran conocidas por todos.

-Naliah, Amenhotep,-dijo Ramsés, haciendo un gesto para que nos acercáramos -Los he llamado porque necesitamos discutir la situación actual.

Mientras nos acercábamos, noté la expresión de disgusto en el rostro de mi padre. Sus ojos se entrecerraron al mirar a los magos, y pude sentir la tensión emanando de él.

-¿Era necesario traer a estos... practicantes de las artes oscuras?-murmuró mi padre, lo suficientemente alto como para que todos lo escucharan.

Janes y Jambres intercambiaron una mirada, pero mantuvieron su compostura. Ramsés, sin embargo, frunció el ceño.

-Paser, ahora no es momento para tus prejuicios -dijo con firmeza- Necesitamos toda la ayuda posible para enfrentar esta crisis.

Mi padre apretó los puños, pero se mantuvo en silencio. Simut, por su parte, parecía incómodo, dividido entre su lealtad al faraón y su respeto por mi padre.

-¿Qué está pasando, padre? - preguntó Amenhotep.

Ramsés miró a nuestro hijo, su expresión suavizándose por un momento. -Estamos tratando de entender y revertir lo que ha sucedido con el agua, hijo mío.

- ¿Y estos hombres pueden ayudar? - pregunté, mirando a Janes y Jambres con cautela.

- Eso esperamos - respondió Ramsés - Han demostrado habilidades... únicas en el pasado.

Pude ver que mi padre estaba a punto de protestar nuevamente, pero lo detuve con una mirada. Este no era el momento para disputas internas. La situación era demasiado grave.

- ¿Qué han descubierto hasta ahora? - pregunté, dirigiéndome a los magos.

Janes dio un paso adelante, su voz suave pero segura. -El fenómeno es... inusual, mi reina. Nunca hemos visto nada parecido.

-Pero seguramente tienen alguna idea de cómo revertirlo, ¿no? - insistí, sintiendo la ansiedad crecer en mi interior.

Jambres negó con la cabeza. -Aún no, pero estamos trabajando en ello.

Vi cómo la frustración se reflejaba en el rostro de Ramsés. La tensión en la sala era palpable, y pude sentir el peso de la responsabilidad sobre todos nosotros. El futuro de Egipto pendía de un hilo, y ni siquiera los magos más poderosos parecían tener una respuesta.

Un día después de la aparición de la primera plaga, el palacio se sumía en un silencio tenso. El sol de la tarde se filtraba por las ventanas, proyectando sombras alargadas en los pasillos de piedra. Mientras caminaba por uno de estos corredores, un joven sirviente se acercó a mí corriendo, su rostro perlado de sudor.

-Mi reina-jadeó, inclinándose apresuradamente - Gahiji, el cocinero real, solicita su presencia en la cocina de inmediato. Dice que es urgente.

Fruncí el ceño, intrigada y un poco
preocupada.

𝑳𝑨𝑩𝒀𝑹𝑰𝑵𝑻𝑯-𝑴𝑶𝑰𝑺𝑬𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora