𝟎𝟐𝟖

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Al despertar al día siguiente, noté que mi agenda no estaba tan abarrotada como los días anteriores. Como consecuencia, pasé la mayor parte del día confinada en mis aposentos, sumergida en pensamientos.

-Señora, ¿No quiere ir a dar un paseo por el río o por el Jardin?-preguntó Karoma preocupada.

-No debes de preocuparte Karoma estoy bien, solo quiero descansar hoy.-respondi

-Está bien mi señora.

-Ahora cuéntame, ¿como van las cosas con Ikenni?-le pregunté por el oficial del cual ella estaba enamorada.

-Ay de maravilla, usted no sabe el es tan... perfecto, una bendición de los dioses.-dijo ella encantada.

-Me alegra mucho saber que las cosas van bien entre ustedes dos.-le respondí con una sonrisa.

-Gracias mi señora, y usted? ¿Cómo van las cosas con el príncipe Ramsés?-me pregunto.

-A que te refieres? El y yo somos amigos.-reí por la pregunta de Karoma.

-¿Amigos que están casados?-pregunto ella.

Suspiré para después contestar.

-Sabes como fueron las cosas y a quien yo amo.-respondí.

-Señorita Naliah, no se lo tome a mal, pero ya ha pasado algún tiempo desde que usted y el príncipe Ramsés se casaron. No creo que usted tenga esperanzas todavía de estar con el príncipe Moisés, ¿no es cierto?-murmuró ella.

-Karoma... yo no lo sé.-respondí honestamente.

En medio de la confusión, me di cuenta de que había estado tan distraída últimamente que no me había detenido a reflexionar sobre mis verdaderos sentimientos. Amo a Moisés, eso es indiscutible, pero ¿realmente existía aún esperanza para nosotros dos? ¿Aunque estuviera casada con otro?

-Disculpeme no era mi lugar decirle eso.-dijo ella.

-No tienes que preocuparte, tienes razón. -confesé, sumida en la incertidumbre de mis propios sentimientos.

En ese instante, las puertas de los aposentos se abrieron de golpe, y Ramsés irrumpió casi corriendo. La expresión agitada en su rostro provocó un escalofrío que se apoderó de todo mi ser.

-Naliah... ha pasado algo terrible, Moisés el...-comenzó Ramsés, interrumpido por la falta de aire y la urgencia en su voz.

Al escuchar el nombre de Moisés, me levanté de inmediato de la cama, mi corazón latiendo con rapidez ante el presentimiento de una tragedia.

-¿Qué sucedió con Moisés?-pregunté, mi voz temblorosa revelando la ansiedad que me embargaba.

-Naliah, Moisés mató a un oficial egipcio, y ahora mi padre quiere matarlo por eso.-respondió Ramsés con profunda preocupación.

-¿Dónde se encuentra Ramsés? Dímelo!-exigí, angustiada por la seguridad de Moisés.

-Él va a escapar esta noche de Egipto, Naliah. Me encargaré de eso con Bisebeck. No está a salvo quedándose aquí, sabes lo que mi padre es capaz de hacer.-advirtió Ramsés, sus palabras resonando con seriedad.

Suspiré aliviada al escuchar la respuesta de Ramsés.

-Llévame con el Ramsés, por favor. Necesito despedirme de él.-solicité con un nudo en la garganta, anhelando un último encuentro con Moisés antes de que emprendiera su escape.

Junto a Ramsés, llegamos a una remota cueva alejada del palacio, desde donde pude ver a Moisés a lo lejos

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Junto a Ramsés, llegamos a una remota cueva alejada del palacio, desde donde pude ver a Moisés a lo lejos.

Al verlo, mis ojos se llenaron de lágrimas y corrí hacia él para abrazarlo con fuerza.

-¿Estás bien?-pregunté, preocupada, mientras mis brazos lo rodeaban.

-Lo estoy ahora que estás aquí.-respondió él con una sonrisa que, a pesar de todo, me reconfortó.

Solo entonces noté la presencia de la princesa Henutmire, quien se encontraba a su lado.

-Yo los dejaré solos.-dijo la princesa apartándose con lágrimas en sus ojos, otorgándonos un espacio de intimidad.

Observé que tanto la princesa como Ramsés se habían retirado discretamente, probablemente para brindarnos privacidad.

-¿Es cierto? ¿Mataste a un oficial egipcio?- pregunté angustiada, buscando respuestas.

-Sí, es verdad. No podía hacer nada más, Naliah. Él estaba a punto de matar a un esclavo a latigazos, un esclavo que luego descubrí que era mi hermano de sangre.-respondió Moisés, su voz cargada de tristeza.

-Moisés... ¿y ahora? ¿Qué pasará?-pregunté, sintiendo una angustia creciente.

-Debo irme, Naliah. Si no lo hago, el Rey Seti me mandará a matar.-declaró él con una resignación palpable.

-Entiendo. Lo que importa es que estés vivo y bien.-dije, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con caer.

-Yo te amo, Naliah. Eso nunca cambiará. Te amaré por el resto de mis días.-afirmó Moisés, acariciando mi mejilla antes de darme un suave beso en ella.

-Yo también te amo, Moisés. Eso nunca cambiará.-confesé entre sollozos.

-Naliah, no quiero que sufras por mí. Ramsés cuidará muy bien de ti. Olvídame, trata de amar a Ramsés. Yo... estaré más que feliz sabiendo que tú estarás feliz, aunque no sea conmigo.-insistió Moisés, su tono cargado de resignación.

-Moisés, no puedes pedirme algo tan imposible.-expresé, sintiendo que mi corazón se desgarraba.

-Por favor, puede ser que esta sea la última vez que nos veamos. Toma mi consejo.-dijo él con tristeza en sus ojos.

-Tú no sabes eso, Moisés...-dije, las lágrimas ya surcando mi rostro.

-Naliah, por favor... promete que harás todo lo que te dije.-uplicó él.

-Lo intentaré.-respondí, sintiendo cómo la despedida se acercaba.

Al escuchar esto, Moisés sonrió tristemente y acercó nuestros rostros, permitiéndonos sentir por última vez su cálido aliento antes de separarnos en medio del amargo adiós.

-Moisés... es hora.-interrumpió Ramsés, su voz cargada de solemnidad.

-Gracias por todo, Ramsés, mi hermano.-expresó Moisés con gratitud.

Al notar que comenzaban a hablar, decidí retirarme discretamente para brindarles el espacio y la privacidad que necesitaban, tal como Ramsés había hecho anteriormente.

Después de unos momentos, Ramsés y Moisés se acercaron hacia donde nos encontrábamos la princesa y yo.

-Debo irme.-anunció Moisés, su tono revelando la pesadez de la despedida.

-Que los dioses te cuiden, hijo mío.-abrazó la princesa a Moisés con afecto maternal.

Mis ojos se encontraron con los suyos por última vez, sintiendo cómo mi corazón se desgarraba y él se llevaba consigo una porción de mi ser.

Moisés empezó a alejarse y desde lejos lo observamos para después volver a palacio.

Moisés empezó a alejarse y desde lejos lo observamos para después volver a palacio

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𝑳𝑨𝑩𝒀𝑹𝑰𝑵𝑻𝑯-𝑴𝑶𝑰𝑺𝑬𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora