Capítulo 4

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Daniela no sabía por qué lo había hecho, pero había salido de casa con su mochila, solo que dentro no estaban sus libros de derecho, sino una muda de ropa, una vez traspasó el control de la valla sin ningún problema, se cambió de ropa poniéndose una camiseta oscura, un chaquetón y unos vaqueros, la ropa que había visto llevar a los del sector dos, se recogió el pelo y se puso una gorra, andaba con la cabeza agachada, no creía que nadie la reconociera, pero aún así intentaba pasar desapercibida. Recordó el camino hasta el puente, se dio cuenta que desde la calle principal se veía directamente, pero aquella noche habían girado demasiadas veces, el trayecto fue más largo. Los guardias, recordó Daniela, evitaban a los guardias.

A la luz del día, Daniela no evitó a los guardias, había muchas personas caminando, todos apresurados, ella se metió por el bosque, había varios árboles, pero uno de ellos lo recordó especialmente, a su mente vino el sonido de los disparos, de la ...

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A la luz del día, Daniela no evitó a los guardias, había muchas personas caminando, todos apresurados, ella se metió por el bosque, había varios árboles, pero uno de ellos lo recordó especialmente, a su mente vino el sonido de los disparos, de la gente gritando, pero amortiguando esos sonidos la voz de aquella mujer, Luz, la niña la había llamado Luz. Luz le hablaba, no tenía el miedo que ella sentía, estaba calmada, le hablaba como si le importara que no tuviera pesadillas con aquel sonido, como si quisiera tranquilizarla

-Los fuegos artificiales... -susurró

Daniela esperaba que Luz no estuviera en el puente y a la misma vez quería que estuviera, si estaba significaría que era una persona de palabra, que no le había mentido y que estaba dispuesta a sacrificarse por salvar a su familia, pero también significaba que era alguien en quien se podía confiar y sería más difícil odiarla. Daniela se agachó tras uno de los árboles y confirmó sus temores, Luz estaba allí, estaba pintando algo en el suelo. Luz pasó allí dibujando dos horas, miró su reloj y después de mirar lo que había hecho se subió en alto para poder ver mejor su obra, satisfecha se marchó de allí.

Cuando se perdió de vista Daniela se acercó al puente, no había cuerpos, pero se veía las manchas de sangre seca en el suelo. Observó lo que Luz había estado haciendo, eran frases y dibujos de personas, algunas de ellas las reconoció como los que vio en el puente la noche anterior, pero le llamó la atención el escrito porque a veces había demasiada separación entre palabras. Comenzó a leer:

"Aquí yacen los inocentes que fueron silenciados por el simple hecho de existir. Vuestros rostros serán borrados, estás palabras eliminadas, nadie recordará quienes fuisteis, nadie llorará vuestras muertes, porque todos están acostumbrados a perder.

Aquí yacen los que se atrevieron a hablar, a hacerse oír.

Aquí yacen los que amaron y fueron olvidados, a los que el Gobierno dio la espalda, cerraron los ojos ante vuestra desgracia. Yo no olvido, mis ojos están abiertos.

Estas pueden que sean mis últimas palabras, mis últimos instantes, puede que mañana sea una más de las olvidadas. Pero mientras viva gritaré, no dejaré que silencien nuestra verdad, no dejaré que nuestras palabras mueran tras el miedo. Mientras uno luche el mundo no estará perdido.

Me lo juego todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora