Capítulo 15

670 63 6
                                    

-¿A dónde va? -preguntó Alma desde la entrada del salón cuando Luz estaba a punto de marcharse

-El... el señor Ministro me ha dado el día libre señora -dijo Luz

-¿Le diste el día libre? -preguntó Alma a su marido que se había acercado a ver qué pasaba

Luz vio que Daniela miraba hacia ellos, aunque no se había acercado

-Sí, la he notado algo cansada y le he pedido que se fuera a casa -dijo Luis

-Está cansada porque se ha pasado la noche bebiendo y follando con Iván -dijo Alma-, ese no es motivo para faltar a su trabajo, la próxima vez se lo pensará dos veces antes de volver a hacerlo cuando al día siguiente tiene trabajo

-Mamá... -protestó Iván

-No, me da igual lo que hagas con el servicio, pero no porque te acuestes con ella va a tener beneficios, Luz se quedará hasta que termine su jornada laboral, igual que su familia -comentó Alma

Daniela se había girado, cogiendo el respaldo de su silla, los nudillos de sus manos estaban blancos por la fuerza con la que estaba agarrándolos, sin que lo supiera, su madre había pronunciado las palabras que más daño le habían hecho. Las imágenes de Luz e Iván juntos en una cama le asaltaban, hacían que se le revolviera el estómago.

La familia Covarrubias se sentaron a comer mientras Manuela servía la comida, Daniela no dejaba de mirar a su hermano, vio como sonreía a Manuela, y la rabia la inundó, a él le daba igual una que otra, solo quería divertirse, ¿entonces por qué tenía que haberse fijado en la única persona que a ella le importaba? Intentó imaginarse a Luz como una chica sin escrúpulos, que se acostaba con alguien a cambio de algo, pero no era así, Luz no era de esa clase, era buena, leal, con principios, incapaz de mentir..., ¿entonces qué hacía con Iván? ¿De verdad se había enamorado de él? ¿Le gustaba o era solo una aventura?

-Daniela, no has probado bocado -dijo Alma a su hija, haciendo que volviera al presente y dejara a un lado sus pensamientos

-No tengo hambre -dijo Daniela

-Estás algo pálida, ¿estás enferma? -preguntó Luis

-Solo algo cansada, con todo lo de mi padrino apenas he podido dormir -mintió a medias la rubia

-Échate un rato, esta tarde viene tu madrina, se hará una pequeña reunión para despedir a tu padrino y debes estar en perfectas condiciones -comentó Alma

-Claro...

Daniela subió las escaleras deseando volver a su habitación, en ese momento Luz salió de la habitación de Sergio, estaba sonriendo, sus miradas se cruzaron, Daniela estaba dispuesta a cruzarse sin mediar palabra, no había nada que decir, nada que le dijera podría hacer que doliera menos. Podría preguntarle por qué, pero, ¿quería saberlo? ¿Quería saber que Iván le parecía guapo? ¿Que lo deseaba? ¿Que... lo quería?

-Tienes mala cara -dijo Luz alzando su mano tocando la mejilla de Daniela, preocupada porque estuviera enfermando-. ¿Te encuentras bien?

-No hagas como la que te importa -dijo Daniela a la que aquel pequeño gesto la había roto-. No vuelvas a tocarme nunca.

Daniela pasó por el pasillo, golpeando el hombro de Luz al pasar. La joven que iba a preguntarle qué le pasaba se quedó sin aire al sentir el fuerte dolor en su hombro, se mordió el labio para evitar gritar, cuando escuchó la puerta de la habitación de la rubia cerrarse, se apoyó en la pared jadeante, había comenzado a sudar aún más que antes.

-¿Estás bien? -preguntó su sobrina que había salido del cuarto de Sergio al escuchar voces fuera

-Claro que sí pequeña -dijo Luz con una sonrisa

Me lo juego todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora