Capítulo 6

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Daniela despertó, la noche anterior le había costado conciliar el sueño, pero finalmente la comodidad de su cama había hecho que durmiera del tirón. Se dirigió al baño y se lavó los dientes mientras la ducha se calentaba, se metió debajo y cerró los ojos cuando el agua caliente cayó sobre su cuerpo.

Diez minutos más tarde se secaba el pelo y comenzaba a vestirse, su armario estaba lleno de diferentes prendas, eligió unos vaqueros y un jersey, pues tenía pensado salir después de desayunar. Al abrir el armario del baño para echarse perfume vio un bote de pastillas y se lo quedó mirando.

Un golpe de realidad, miró a su alrededor, tenía pastillas allí, pastillas que no necesitaba, para el dolor de cabeza, para la fiebre... tenía pastillas que otros necesitaban, recordó a la mujer enferma, la decisión de Luz, ¿a quién salvar? Recordó lo que le había costado conseguir llenar un barreño de agua porque apenas tenían, como no había leche para el bebé y como la comida estaba racionada. Ella nunca había tenido ese problema, tenía agua caliente, un lujo que ellos no podían permitirse, tenía más comida de la que se comían y el resto se tiraba, ¿por qué nadie hablaba del sector dos? ¿Por qué ella misma no había sabido nada de ellos? Los había visto cuando hacía las prácticas y había tenido que arreglar papeles para ellos, eran más pobres y estaban más sucios, eso sí lo había visto, ¿pero por qué nunca se había preocupado de saber si tenían lo necesario para vivir?

Daniela cogió su mochila y echó dentro los medicamentos, gasas y todo lo que tenía en aquel armario del baño. Fue a la cocina sabiendo que las criadas estarían sirviendo el desayuno y cogió algo de comida y comenzó a echarla en la mochila. Dejó su mochila cerca de la puerta de entrada y entró al comedor a desayunar.

-Buenos días mamá, papá -dijo acercándose y dándole un beso a sus padres antes de sentarse en la mesa

Daniela miró a Sara, la hermana de Luz, estaba sirviendo café a su hermano Iván que como siempre tenía resaca. Quería preguntarle si sabía algo del bebé, pero sabía que era poco probable, los del sector dos no tenían teléfono así que Luz no le habría llamado. Daniela comenzó a desayunar, guardándose la fruta en el bolsillo de su abrigo sin que nadie se diera cuenta

-Por cierto hija, ¿no me felicitas? -preguntó su madre

-¿Por qué?

-Tu madre es la nueva directora general de epidemiología -dijo orgulloso su padre dándole un beso en la mejilla a su madre-. Por cierto, aquí está la lista de invitados para la fiesta

-¿Cuándo será la fiesta? -preguntó Iván

-En tres días -informó su madre

-Enhorabuena mamá -dijo Daniela poniéndose en pie y dándole un beso a su madre en la mejilla

-¿Te vas? -preguntó Alma, su madre

-Sí, quiero ir a la biblioteca a estudiar

Daniela pasó sin que le pidieran nada, sabían quién era, al igual que hizo el día anterior se cambió y fue al lugar donde sabía que se escondían los de la resistencia, se aseguró que nadie la seguía. Sara, la chica de ojos verdes, la recibió de malas formas, en cambio, Silvia se alegró de verla. Daniela le dejó la comida y los medicamentos y se fue, tenía que ir a trabajar, al salir volvió a pasarse para echar una mano. Antes del toque de queda volvió a su casa como si nada.

Durante tres días esa había sido su dinámica, cuando en el tercer día estuvo a punto de entrar en el refugio sintió que alguien la empujaba contra la pared, una parte de ella sintió alegría y otra ira, Luz volvía a arrollarla contra la pared como el primer día

-¿Se puede saber que haces?

Daniela se giró y vio sorprendida que no se trataba de Luz, sino de Sara

Me lo juego todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora