Capítulo 20

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Daniela estaba sentada, ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba sentada en el mismo lugar, escuchaba las voces, había escuchado a Rosa llamar a su habitación, había escuchado la voz de su padre pidiendo que la dejaran sola. Había escuchado la voz de su padre diciéndole que debía ser fuerte.

-Ella te necesita

La frase de su padre le sonaba tan absurda, ¿quién la necesitaba? Luz ya no estaba, se había marchado antes de poder decirle que ella también la amaba, ¿por qué no se lo había dicho? La amaba desde la primera vez que la abrazó, desde que vio la preocupación en sus ojos y, a pesar de ser una de las personas que más debería odiar, intentó protegerla de la verdad, una verdad que había destrozado a su familia. ¿Quizás su padre se refería a su madre? ¿Qué le importaba si su madre la necesitaba? Ella era la culpable de la muerte de niños, de la muerte de Luz, tenía las manos manchadas de sangre, ella se había unido a la revolución contra su propia madre.

"Ella te necesita"

¿Se referiría a Manuela? ¿A su sobrino? ¿Ese bebé que se estaba gestando en el vientre de Manuela? No era posible, ella tenía a Iván. ¿Quizás lo decía por Marta? La sobrina de Luz tenía a su familia, nadie la necesitaba.

-¿Vas a rendirte pija? Es más fácil estar en tu castillo de princesita que levantarse y luchar, ¿verdad?

Daniela podía ver a Luz sentada en el alféizar de su ventana, con su mirada de suficiencia, desafiante como siempre

-Estás muerta...

-Pero la revolución sigue, ¿vas a rendirte antes de luchar?

-No soy tan fuerte como tú

-¿Fuerte? Cariño, he terminado muriendo por ver sonreír a la mujer que amaba sin saber ni tan siquiera si ella sentía lo mismo por mi, hay quien diría que soy estúpida

-Yo te amaba

-¿Y de qué sirve que lo digas ahora? No me devolverá a la vida. Pero mi lucha sigue ahí fuera, pija, tú lo has visto con tus ojos, has ayudado a los que lo necesitaban. No dejes que mi muerte te vuelva ciega, levántate y lucha. Dijiste que no me olvidarías, no dejes que mi lucha muera en el olvido

-Luz..., no te vayas -suplicó Daniela al ver que la imagen comenzaba a desvanecerse

-Siempre estaré aquí para cuidarte... Me lo jugué todo por ti, haz que valga la pena pija

-¿Dónde está mi nieta? -un grito de mujer hizo que Daniela despertara de su letargo, abrió la puerta, había voces, la de un hombre y la de una mujer.

Daniela comenzó a bajar las escaleras para ver a Hugo bastante alterado, al igual que a Emilia, la madre de Luz

-¿Dónde está mi hija? -preguntó Hugo que tuvo que ser agarrado por los de seguridad

-¿Dónde está mi nieta? -preguntó Emilia-. No nos iremos hasta saber donde se la han llevado

-¿Qué ha pasado con Marta? -preguntó Daniela desde la puerta del despacho de su padre

-Daniela sube -dijo su madre

-Daniela, ¿tú sabes dónde está Luz? ¿Se la han llevado con Marta? -preguntó Emilia a la joven de los Covarrubias

-Emilia, es mejor que os marchéis -dijo el Ministro

-¡No voy a moverme hasta saber que ha pasado con mi familia! -gritó la mujer

-Luz... -Daniela tragó saliva, apenas era capaz de expresarlo, aún no lo había asimilado-. Luz ha muerto

Lo había dicho, las palabras habían salido de su boca y sonaban tan extrañas, tan vacías, el llanto de Emilia solo consiguió hacerla sentir más culpable. Miró a su madre, Emilia estaba llorando la muerte de su hija sin saber que lo había hecho por salvar al hijo de la mujer que la había dejado morir. ¿Cómo su madre se atrevía tan siquiera a mirarla a la cara? ¿Cómo podía permanecer impasible?

Me lo juego todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora