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Zhanghao simplemente lo había seguido.

Lo único en lo que podía pensar era en el gran deseo que tenía de que los suaves labios de Hanbin presionaran los suyos por primera vez. Se sentía emocionado, como un niño pequeño a punto de probar su helado favorito y se sentía patético por sentirse de esa manera.

Había corrido en cuánto lo vio marchar, asegurándoles a los demás que solo quería asegurarse de que Hanbin estuviese bien. Y creyó convencerlos hasta que Gyuvin gritó: "¡Cuida tus dientes en el beso, idiota!"

Sus mejillas, como siempre, se sonrojaron de inmediato.

Lo encontró mirando su celular, en un jardín repleto de flores. Era realmente abrumador para Hanbin ver tanta belleza y perfección en un solo lugar.

Se acercó lentamente a él, sonriendo, sabiendo que si procuraba no hacer mucho ruido él no sabría que estaba allí. En realidad, aunque hiciera ruido Hanbin no se daría cuenta. Estaba demasiado metido en sus pensamientos, ajeno a lo demás que estaba pasando, así como muchas veces sucedía.

Se colocó detrás del chico peliazul. Ahora que estaban cerca, Zhanghao podía apreciar el hecho de que Hanbin era apenas un par de centímetros más alto. No era como si no lo hubiese sabido antes. Tiempo atrás se había dado cuénta mientras compartían las tardes en la habitación de Hanbin.

El punto era que estaba nervioso y cuándo se está nervioso comienzas a notar cosas estúpidas que no vienen al cuento.

Sin pensarlo, rodeó la cintura de Hanbin, esperando a no ser rechazado.

"¿Zhanghao?" Preguntó, y una tonta sonrisa apareció en sus labios. ¿Cómo era posible que Hanbin lo reconociera sin verlo directamente? "¿Qué sucede?"

Luego, el chico comenzó a darse la vuelta, su rostro quedando considerablemente cerca. Zhanghao se sonrojó. Se estaban mirando fijamente mientras por simple inercia Hanbin se lamió su labio inferior. Soltó la cintura de Hanbin y dirigió sus manos a las de él, sintiendo de inmediato las reconfortantes caricias de sus pulgares en sus nudillos. Sonrió. Le gustaban aquellas caricias. Era como si, de esa forma, el chico le dijera que todo estaba bien.

Entonces, simplemente, lo dijo...

"Quiero mi beso ahora." Dijo en algo que sonó más como un susurro. Su rostro ardía. Estaba seguro de que su sonrojo era más que evidente, pero aún así se acercó un poco más.

Sintió un par de manos sujetar dulcemente sus mejillas y acariciarlas. Elevó su mirada y encontró al peliazul mirarlo fijamente, parecía que jamás iba a apartar sus ojos de él.

Y le parecía irreal que Hanbin estuviera enamorado de él.

Sung Hanbin estaba tan enamorado como él.

Iba a recibir su primer beso de alguien por el cual estaba completamente enamorado y a el cual amaba de igual forma.

Y es que Sung Hanbin era la persona perfecta para él, Zhang Hao, el adolescente que comenzó a ser maltratado a los quince años en cuánto los demás supieron que sus gustos eran distintos a los de los otros. Aquel que no tuvo verdaderos amigos hasta que había comenzado su vida en un nuevo país. Aquel que jamás se sintió lo suficientemente atractivo como para que un chico considerablemente bueno se enamorara de él. Aquel que era golpeado todos los días por los estúpidos de Nara y Seokmin. Aquel que jamás había conocido lo que era estar verdaderamente enamorado de alguien.

Estar enamorado se sentía increíblemente bien. Jamás pudo pedir y sentir algo mejor.

Sonrió.

"Me gustan tus ojos, Sung Hanbin..."

The window boy - HAOBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora