Austin

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El cierre de temporada se sentía cada vez más cerca y cargar con el peso de liderar la tabla de posiciones con mínima ventaja no estaba siendo una tarea nada fácil.

De alguna manera también podía sentir cómo todo este capítulo con Carlos estaba por cerrar.

Desde la sesión pasada con Diane un sentimiento de liberación se había plantado en mí. Esa pequeña parte de nosotros, intuición le llaman, me decía que respuestas se aproximaban y que probablemente estas no serían buenas.

En este punto no puedo mentir y decir que no admito que cualquiera que sea el desenlace de este capítulo de mi vida, me hará sentir libre y pleno.

Pero de igual forma, aunque mis esperanzas ahora se han vuelto nulas, más por los sentimientos de Carlos que por los míos, yo aún quisiera estar a su lado, solo que ahora la idea se torna cada día un poco menos posible.

La temporada, Carlos y el año concluían, trayendo consigo las mejores épocas, o al menos para mí.

Siempre he tenido este fanatismo inexplicable a las tradiciones, festejos y celebraciones populares que vuelven esperanzador aguardar ansiosamente la llegada de alguna fecha.

Dígase Halloween, navidad, Año Nuevo, San Valentin, etc. Ver todos los sitios a los que voy ornamentar sus paisajes, paredes y escenarios acorde a la época y estación del año es simplemente inspirador.

Pasamos de tener fantasmas, brujas y telarañas a gozar de las luces, renos y magia navideña.

Sé que solamente son meras estrategias capitalistas para enriquecer los bolsillos de aquellos que ni siquiera tienen mínima pasión por las celebraciones pero la plenitud que me produce es incomparable, probablemente sea por el contexto sociocultural en el que me he criado que me hace desarrollar este síndrome de la pieza faltante ante la poca cultura existente en mi país.

En cuanto veo que las plazas o los súper mercados se visten de naranja y morado característicos del Halloween o los copos de nieve, pinos y regalos típicos de la navidad, me entran una urgente necesidad de ver películas conmemorativas.

Estos días pasados he obligado a Carlos a ver junto a mí todos los filmes de Halloween posibles. Propiamente ya vimos todos los de terror, ahora tenemos que ver aquellos que son meramente de la fecha, como Hocus Pocus o los especiales de Disney Chanel estrenados cada inicios de octubre, de igual forma él me tolera y me acepta así como soy.

Mucho tiempo pasé viendo películas de espías y de misterios por él que ahora le tocaba sacrificarse un poco. Aunque en realidad, sin que él lo admita, noto cómo lo disfruta.

—¿Listo para Texas Charlie?—preguntó mi compañero.

—Realmente no, detesto el calor de ese lugar y la ciudad simplemente no me atrae nada.

—Pensé que te gustaba ser un cowboy.—volteé a verlo con una mirada bastante juzgadora.

—Ese serás tú, te digo que a mí no me gusta nada, es de mis destinos de la temporada menos preferidos.

—Bueno pero de ahí te puedes ir a México, se nota que Cancún sí te encanta.

—Ya no soy tan fan de la playa.

—¿Cómo? Pero si la amabas.

—Las personas cambian Carlos. Antes no me importaba tanto el sol y el agua fría. Ahora no tolero broncearme exageradamente, ya tengo suficientes con los baños de hielo pre carrera como para hacer lo mismo en mis vacaciones. Además estando mojado te llenas de arena por todas partes y es insoportable. Así que si iría sería solo a sentarme en el camastro a escuchar música y relajarme con el sonido de las olas.

1655 [Charlos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora