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El tiempo de Carlos empleado más de lo usual me comenzó a generar un poco de incertidumbre, hasta que por fin lo escuché aproximarse.

No me había sentido tan feliz en su compañía desde los viajes particulares que tuvimos por los países norteamericanos.

Desde nuestra espeluznante pero espectacular aventura en Salem hasta nuestro paseo cultural por México y su encantador Día de muertos.

Luego de eso solo vino más confusión y desesperación hasta que hoy literalmente estoy sentado con una gran sonrisa postrada en mi rostro esperando retomar nuestra charla.

Llegó y volvió a adquirir su posición anterior, es decir recostarse en la cama pero esta vez enfocándose en su celular.

Yo solo me quedé viéndole fijamente con una seria expresión en mi semblante pues esperaba que en cuanto llegara me diría algo como "ahora sí dímelo, ¿soy yo verdad?" y tal vez, solo tal vez, nos uniríamos en un anunciado beso de amor.

Pero no, regresó como si toda la profunda conversación de hace unos minutos no hubiera sucedido nunca.

Ni siquiera dijo nada, solo se tiró a la cama y tomó su dispositivo hasta que de pronto por fin decidió hablar probablemente al notar mi expectación.

—Yo creo que ya el resto me lo contarás cuando estés pedo o algo así.—comentó sin siquiera verme, concentrado solo en lo que sea que hiciera en su móvil.

Con ese simple comentario lo entendí todo. Yo ya estaba seguro de que él sabía que es la persona, que ya es consciente de que estoy enamorado de él, y luego de su probable meditación en el baño ha venido a evadir el tema pues sabe que él no siente lo mismo y prefiere evitar tener esa incómoda pero necesaria charla.

Lo conozco tan bien y sé que solo está evadiendo hablar de esto, pero aún sigo sin saber si es porque él todavía se siente confundido o simplemente no quiere rechazarme verbalmente.

Independientemente de cuál sea la situación real, para mí esto ya ha sido una declaración a la que tanto tiempo he esperado.

Carlos no es ni nunca lo fue para mí, fue una lamentable realidad que siempre existió en lo profundo de mi ser pero que jamás quise ver.

El amor logró cegarme pero ahora que no estoy tan saturado de estos sentimientos afectuosos puedo verlo con claridad y tal vez así pueda salir adelante.

—Claro, tal vez así te lo diga.—respondí amargamente a lo que él asintió con un sonido, ni siquiera una palabra.

—Puede que me lo digas, puede que no.

—Y puede que todo lo que te acabo de decir lo haya inventado y sea mentira y puede que no.—respondí generándole tal vez un poco de lástima pero que a mí, dentro de mi realidad, me hacía sentir un poco menos destrozado.

No sabría describir puntualmente mi estado, mucho tiempo pedí que llegara este momento incluso aceptando cualquiera de los posibles resultados, y ahora que lo tengo y no ha sido positivo, no puedo decir que simplemente me siento aliviado.

Cómo podría hacerlo cuando todas mis expectativas acaban de derribarse tal como un edificio que de estar íntegro y sólido, se derrumba ante el temblor y como si fuera la pieza más frágil, se viene abajo.

Estuve intranquilo y sin expresión ocultando mi ánimo por un tiempo hasta que Carlos por fin se retiró a su habitación debido a la hora.

Solo así pude soltar toda la frustración que sentía.

Cubrí mi rostro con ambas de mis manos y emití un sollozo involuntario que posteriormente se volvieron más y más hasta que todo fue un caos, pero siempre procurando mantener un tono bajo evitando así que mi compañero me escuchara y sintiera aún mayor pena de la que ya le había provocado.

1655 [Charlos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora