Todo lo sucedido en Francia, si bien, seguía haciendo cierto eco en mi mente, mi atención se encontraba enfocada ahora en la carrera venidera.
Monza es uno de los circuitos más importantes para Ferrari, es nuestro Gran Premio de casa, fecha en la que se crea un gran aglomerado de tifosi que pintan el lugar entero de rojo.
Personalmente lo disfruto bastante porque siento todo el amor de tantas personas que sin siquiera conocernos están ahí apoyándonos incondicionalmente.
Me siento tan afortunado de ser de las pocas personas que logra tener una vida así, parece que descubrir tu pasión a tan corta edad y que además esta se convierta en tu día a día permitiéndote viajar, conocer e incluso ahora amar, es realmente milagroso.
Lo he discutido con Diane un par de veces, la percepción de mi realidad a través del tiempo.
Es complicado pero también sorprendente cómo podemos evolucionar como personas, reinventarnos, ese se ha vuelto mi término preferido.
Antes de terapia y de cualquier desorden mental yo solía ser uno, luego de todo ese caos, me convertí en otro, y ahora, la pauta para que mi vida haya cambiado no ha recaído en mí, sino en Carlos.
Desde que él forma parte de mi vida muchas estructuras han cambiado en mí, en parte debo reconocer que me he descuidado como persona y toda mi energía y mi actividad cerebral se conservan en mi compañero.
Debido a este gran renombre que me da ser piloto de fórmula 1 y además serlo en la escudería soñada, antes solía sentir una gran responsabilidad con el título que cargaba.
Siempre he soñado con dejar huella en el mundo, alguna aportación, algo que revolucione o que trasciende en la sociedad. Y Diane me lo aplaudía, reconocía ser parte de esa minoría de personas que aspiran a eso. Y es que no es imposible, solo hace falta desearlo.
Pero a pesar de que antes destacar se planteaba como una gran meta en mí, parece que ahora todo lo que deseo es a Carlos, tenerlo siempre y para mí, y me he olvidado de lo demás.
Cuando estoy con él solo pienso en cómo hacerlo reír, cómo sorprenderlo, cómo no parecer un tonto junto a él.
Y cuando estamos separados no paro de pensar en él, en qué podrá estar haciendo, si él también está pensado en mí o si está reviviendo todos los buenos momentos juntos al igual que yo.
Dicen que en el amor, cuando este no es posible entre dos personas, hay tres etapas. El deseo, la desilusión y finalmente la libertad.
Sin embargo, a pesar de tener algunos motivos para sentirme decepcionado, yo aún sigo en la etapa del deseo, y espero que el paso siguiente a ello no sea un estado de desilusión, sino la mutualidad.
El beso en París o el que jamás recibo lo que espero aún cuando siento que yo estoy entregando todo de mí no son razones suficientes para desistir, mi corazón resultó ser más aferrado que yo mismo como persona.
Me he forjado una versión bastante idealizada de Carlos en la que continuamente espero que me va a sorprender con algún detalle, material o inmaterial, que aunque siempre resultan solo ser falsas ilusiones, no se viene abajo y en cambio creo que algún día llegará.
Yo por eso le tengo preparada una sorpresa para después de que suceda la carrera, sé que él puede llegar a estresarse bastante por el peso que tiene esta sede, y por ello, a pesar del resultado que el fin de semana nos traiga, yo planeo aligerar su carga emocional de estrés.
—¿Estás nervioso?—preguntó él cuando ambos nos dirigíamos al circuito. Hoy era jueves por lo tanto solo sería rueda de prensa.
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1655 [Charlos]
Fiksi PenggemarEl amor es el sentimiento más profundo y fuerte que puede experimentar un ser humano, es capaz de convertirlo desde la persona más feliz hasta la más desdichada. Suele presentarse de maneras insospechadas, puede unir a quienes siempre han estado des...