Juntos en París

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Carlos efectivamente extrañaba sus tierras y a su familia, pero olvidaba que en cuanto pasaba más de un día dentro de esa rutina, se sentía aburrido, ya había pasado mucho tiempo de su vida viviendo de esa manera antes de haber salido al mundo.

Siempre buscaba distraerse en el golf o algún otro deporte pero esta vez antes de que cualquiera de esas ideas vinieran a su mente, pensó en lo que últimamente había estado muy presente en él, Charles.

Además de que una de sus hermanas, Blanca, viajaría a la capital francesa y pensó que no estaría nada mal en acompañarla y así poder ver también a su monegasco preferido.

Para este punto ya se había hecho muy amigo de su compañero, por muy complicado que lo creyó, logró hacer que el menor se abriera más con él, al menos hasta cierto punto porque aún lo sentía un poco cohibido.

Sin embargo el Charles de ahora definitivamente era muy distinto al que conoció, ya no huía de él ni evitaba conversaciones largas pero aún seguía sin verlo a los ojos jamás, le resultaba raro y claro que el motivo por el que se daba cuenta era porque jamás podía ver esos ojos verdes tan bellos viéndolo a él.

No le tomaba tanta importancia a la fascinación por los ojos de su amigo más allá del hecho de que le gustaba admirar unos lindos ojos verdes, eran su debilidad, y aunque estos en particular estaban en un hombre y que además resultaba ser su compañero, no había nada de malo en contemplarlos, no es como que le gustara Charles.

Lamentablemente Carlos resulta ser una persona que genuinamente es amable y de buen corazón, pero que también carece de cuestiones como inteligencia emocional y empatía.

Jamás realiza introspección ni le gusta hablar de sentimientos, mucho menos de los propios.

Pues claro, toda su vida ha sido un hombre y además heterosexual, los sentimientos no son lo suyo. Y su círculo social no ayuda mucho al ser personas iguales a él, excepto a esa nueva relación muy distinta a las demás, esa relación que tiene con su compañero de equipo.

Charles le ha hecho ver que términos como "responsabilidad afectiva" existen. Incluso le dijo el significado y que además él carecía de ello. El menor solía decirle que era algo inmaduro y que tenía que crecer.

Y ciertamente le daba la razón, el monegasco era por mucho emocionalmente más inteligente que él, pero sinceramente a él no le importaba serlo, no es como que eso le ayudaría a ser mejor piloto o ser campeón del mundo, las cosas más importantes para él.

Por lo tanto, todo el campo de las emociones, la empatía, madurez e inteligencia emocional son un gran área de oportunidad en él, que hasta ahora no ha visto razón para trabajar.

Carlos solo iba por la vida siendo él mismo, tratando de ser una persona decente pero sin detenerse a pensar mucho en las emociones de los demás y muchísimo menos en las suyas.

Por ahora sabía una cosa, estaba aburrido, tenía tiempo libre al estar de vacaciones y quería divertirse y hacerlo con Charles no sonaba nada mal.

Decidió entonces que sería buena idea ir a Francia y pasar un buen rato con su amigo.

No sabía porqué pensó primero en Charles que en cualquier otra persona para divertirse y compartir un momento especial, y tampoco siquiera se lo preguntó, solamente lo haría, la pasaría bien con él.

Así que, antes de precipitadamente irse a París, quiso saber si Charles estaría de acuerdo con ello, no quería ser un intruso en las posibles vacaciones meticulosamente planeadas de su amigo, lo conocía bastante bien.




















1655 [Charlos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora