Amor Erótico

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I don't wanna hurt you, i just wanna be
Drinking on a beach with you all over me

Los besos comenzaron a intensificarse, volviéndose más profundos y pasionales a medida que el sol se ocultaba y el único rastro lumínico que quedaba eran las luces que yacían al interior de la piscina.

No solo eran sus labios los que se unían, también sus cuerpos, ambos podían sentirse mutuamente sumergidos en el agua que presenciaba su muestra de amor.

Carlos había logrado arrinconar a Charles en uno de los límites de la alberca mientras alternaba tocar con sus manos la espalda y el trasero del monegasco, quien disfrutaba placenteramente del recorrido que su prometido realizaba sobre su cuerpo mientras él se dedicaba a acariciar agresivamente el pelo del mayor.

Charles jamás podría cansarse de probar esos carnosos labios o de sentir esa lengua que en este momento exploraba toda su cavidad bucal, se había hecho completamente adicto a Carlos y su cuerpo ahora le exigía más.

El monegasco trasladó sus manos de la cabellera al pecho del moreno con la intención de separarse un poco, pero fue inevitable no recorrer con ellas todo el abdomen trabajado del español antes de separarlos completamente.

—Carlos—hablaba agitado—lo que sigue no podemos hacerlo aquí en el agua.

—¿Estás seguro de querer hacer eso, Charlie?—preguntó con consideración.

—Carajo, solo hazlo—respondió antes de estrellar de nuevo sus labios en un desenfrenado beso.

Sainz aprovechó que tenía sus manos en la parte trasera de Charles y sin despegarse del beso, lo levantó hasta lograr sentarlo en el concreto que rodeaba la piscina. Él también aprovechó para salirse, colocando sus dos manos en el borde, y con una demanda a sus tríceps, logró salir en un solo movimiento.

Escena que no fue pasada desapercibida por el monegasco, que en todo momento no quitó su mirada de la pronunciada erección del madrileño, aquella que llevaba tiempo sintiendo contra la suya. Vaya que el traje empapado resaltaba bien toda su longitud haciéndole inconscientemente morder su labio inferior.

En cuanto ambos pudieron estar frente a frente de nuevo, Charles tomó el rostro de su amado y lo jaló para seguirlo besando con desesperación mientras caminaba retrocediendo hasta topar con un camastro acolchonado en el que fue sutilmente colocado por Carlos.

Ambos prosiguieron su sesión de besos, con el español encima suyo, permitiéndoles seguir sintiendo sus cuerpos mutuamente, ya sin ningún elemento acuoso de por medio.

Charles se encontraba extasiado, nada de esto había sido planeado porque hasta unos minutos antes se encontraban jugando voleibol en la alberca. Pero ahora disfrutaba que era él quien amasaba el trasero de su compañero mientras sentía cómo el mayor se movía haciendo que sus miembros erectos se frotaran mutuamente por encima de sus trajes.

Uno de los movimientos del español sobre su entrepierna hicieron a Charles gemir sutilmente, dándole nuevamente entrada a la lengua del moreno, incitando un baile desesperado de órganos gustativos en el que las lenguas de ambos se rozaban continuamente.

—Ya estoy caliente, Carlos, quiero decir, seco.—corrigió inmediatamente tras darse cuenta de lo dicho.

—Yo también estoy caliente, Char.—pronunciaba entre besos, no podía desaprovechar ni un segundo para devorarle la boca a su prometido.

—No piensas hacerme tuyo aquí afuera, ¿o sí?—preguntó deteniendo por un momento el beso pero sin recibir respuestas, solo la lengua del madrileño de vuelta en su boca.

1655 [Charlos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora