SHUHA RENACE

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Naruto y Sakura regresaron a la Ciudad Capital diez después del atentado.

No se tomaron demasiada prisa en regresar y prefirieron aprovechar los momentos de calma e amor que les brindaba el camino. Naruto sonreía de vez en cuando, aunque la mayor parte del tiempo lo pasaba en silencio, ensimismado. Sakura procuraba sacar algún que otro tema del que hablar, a lo que respondía concisamente, sin mucho que aportar. No quería que su esposa pensara que la ignoraba tras haber vuelto a recuperar la intimidad que tantos años habían perdido, pero había otros asuntos que reclamaban su atención como Hokage.

Naruto siempre había creído que la sinceridad era necesaria entre los kages para poder construir una alianza fuerte y sólida. Sin embargo, aquella fue la segunda vez que se mintió, la primera fue cuando dejó que Sakura creyera que no le importaba y que haría cualquier cosa para traer a Sasuke para que estuvieran juntos

Cuando Naruto había despertado, había ido corriendo a visitar a sus homónimos, que se habían reunido de emergencia. Al estar ante ellos algo le aconsejó que no explicara cómo sabía que habían secuestrado al prisionero número once. Tras los saludos pertinentes y la pertinente regañina del Raikage, Naruto fue alertado de lo que había ocurrido, aunque él ya lo sabía.

Estaban juntos en una pequeña sala secreta de los cuarteles de las fuerzas ANBU de la aldea, cedida por el comandante en jefe de los ninjas de Iwagakure quien había tomado el mando mientras el nuevo Tsuchikage era elegido. Con la muerte del hijo de Oonoki, la decisión se había complicado. Además de haber perdido a uno de sus líderes, ahora se enfrentaban a otro problema de gran importancia.

- ¿Cómo puede ser que haya escapado? – Preguntó Gaara. La frialdad de sus ojos no impedía que la preocupación se reflejara en ellos.
- Dudo mucho que alguno de nosotros lo haya libertado – respondió la Mizukage.
- ¡Claro que ha tenido que ser liberado, maldita sea! – exclamó el Raikage, siempre tan vehemente como lo recordaban. En aquellos diez años las arrugas de su rostro se habían marcado más. Estaba bastante cansado de ejercer como el líder de los cinco - No podemos fiarnos ni de nuestros propios subordinados
- Raikage, todos hemos sido víctimas de este ataque. Dudo mucho que shinobis de Iwa atacaran su propia aldea para matar a los cinco kages, ni siquiera había llegado el Hokage – respondió Mei, intentando apaciguar los ánimos.
- Sí, es bastante curioso que la nueva mascota del Señor del País del Fuego llegara el último y no sufriera en sus propias carnes el atentado.
- Raikage-sama, creo que olvidáis que Naruto-sama y su esposa Sakura-hime han estado ayudando a la aldea. Él tuvo que enfrentarse al ataque desde las calles.
- Naruto, ¿no tienes nada qué decir? – le interrogó Gaara.

"Hokage-dono, cuídate bien de los otros kages. Son shinobis que viven de la guerra, nunca aceptarán una paz de la que no puedan lucrarse" le había advertido el Señor del País del Fuego siempre. Naruto no podía evitar sentirse culpable por desconfiar de los mismos que le habían nombrado kage, los que habían trabajado junto a él en otros momentos para lograr ese ambicionado objetivo que era la paz mundial.

- Es más que obvio que el ataque ha sido realizado para que el prisionero número once pudiera escapar y para enfrentarnos entre nosotros – concluyó al final Naruto.
- No me fío de la serpiente con la que te juntas, Naruto – le dijo el Raikage.
- Esa serpiente financia buena parte de la gran alianza que será la Confederación que traerá la paz. Mientras que esté de nuestro lado no es ninguna amenaza – objetó el Hokage

El Raikage le miró furibundo. Naruto sostuvo la mirada, con calma. El líder de Kumogakure era uno de los shinobis más poderosos que jamás hubiera conocido y por ese motivo era un hombre rudo, de escasos modales, pues siempre creía que los demás debían postrarse a sus exigencias. Gaara y Mei les observaban a los dos. La tensión era tal que podría ser rasgada con un kunai

- ¿La paz? ¿Hablas de paz? No consentiré que te rías de nosotros al hablar de paz. ¿Es esto paz? ¿Esto es lo que consigue tu Confederación? Sigue habiendo terroristas que atentan contra todo lo que el mundo
- No creo que sea conveniente que peleemos entre nosotros. Naruto-sama, A-sama, calmaos y resolvamos esto como siempre hemos hecho.
- Estoy tranquilo – replicó Naruto, con frialdad.- Mi esposa ha estado a punto de morir en un ataque como éste. Se encontraba en el Palacio del Tsuchikage minutos antes de la misma. Así que, viejo Raikage, recapacita sobre lo que has dicho.
- Naruto, el Raikage no quería decir que fuiste tú.
- Lo ha dicho claramente, Gaara – le respondió sin mirarle. Sus ojos seguían fríamente clavados en el Kage del país del rayo.- Y percibo que vosotros también teméis que me esté acercando demasiado a la influencia de Nihs-dono – fue la primera vez que Naruto utilizó su nombre. En el País del Fuego estaba prohibido que nadie mencionara el nombre del soberano. Se encontraban en Iwagakure.

Gaara alzó una ceja.

- Y, ¿debemos temerlo realmente?
- El Hokage de Konoha sirve a Konoha, al País del Fuego, a la Alianza Shinobi y a la Confederación. Nunca haría nada que pusiera en peligro la paz.
- Y si los intereses de alguno de estos entraran en conflicto, ¿a quién serviría el Hokage? Hokage-dono, te has estado engañando durante todos estos años. El miedo y el odio siguen existiendo en este mundo y no es posible combatirlos a menos que uses la fuerza. Oonoki pensaba como yo.
- Y Oonoki está muerto – sentenció Naruto.- Por supuesto que el miedo y el odio siguen existiendo. Tú mismo estás asustado viejo.
- Por esta misma razón debemos estar unidos – intervino Mei - Ahora más que nunca. El enemigo quiere, precisamente, que nos fragmentemos. Oonoki siempre fue quien medió entre todos nosotros, era quien mantenía unida esta alianza. Es curioso, pero el Tsuchikage era la piedra sobre la que nos apoyábamos.
- Preciosas palabras, Mizukage, pero te estás volviendo permisiva con los años, como lo fue Tsunade en su momento. De haber permitido que Orochimaru matara a este crío nuestro mundo
- Puede que sea un crío. Puede que mi muerte hubiera evitado toda la guerra que desencadenó Akatsuki. No hay día en que en mi conciencia no pesen la vida de todos y cada uno de los que murieron, pero, ¡no oses hablar mal de mi predecesora, Raikage o te partiré la boca aquí mismo! – dijo enfadado y tenso.

Podrían transcurrir diez mil años y Naruto nunca toleraría que mancillaran el recuerdo de la Princesa de las Babosas y la Hokage que había dado su vida para sanar a toda la Alianza Shinobi que derrotó a Akatsuki.

Una cortina de arena se interpuso entre ambos.

- Raikage-sama, si tuvieras la amabilidad de explicarte bien, podríamos hablar sin necesidad soportar esta tensión – le respondió Mei Terumi
- Creo que en aras de proteger esta alianza, es lo menos que se espera de mí. Naruto, puede que te niegues a reconocerlo, pero Shuha es una serpiente de muchas cabezas. Creíste que matando a su líder, acabarías con esta amenaza. La muerte de Nanaitsumi, que tan generosamente te atribuyes y algo que me cuestiono más cada día, no supuso el fin de Shuha.
- ¿Cómo dices? ¿Tienes pruebas?
- Será mejor que te contemos todo cuanto sabemos desde el principio – le respondió Gaara.- Desde hace unos meses, nuestros espías han tenido conocimiento de que existe una amenaza en el este. Todas las naciones de aquella parte del mundo así como sus aldeas ninjas se están aliando las unas con las otras. Nuestros espías han encontrado indicios más que suficientes de que planean atacarnos.

Naruto se echó sobre el respaldo de la silla y les estudió atentamente. Los viejos tiempos en que los kages desconfiaban los unos de los otros habían vuelto. Ahora todos desconfiaban de él y él de ellos. No les había informado de la misión a la que había mandado al equipo liderado por Sai. No les había hablado de sus sueños ni de las cartas que le había mandado el Tsuchikage pidiéndole que nunca dejara de amar a Sakura porque de ellos nacería el que traería la paz.

"¿En qué se ha convertido esta Alianza? ¿Esto es el poder? ¿Me he convertido en lo que más odio?" le preguntaba su conciencia.

- Existían gigantescos asentamientos donde poder enviar a nuestros hombres y uno de ellos fue... - "Doreigakure" pensó Naruto recordando que él mismo había acometido aquella misión en secreto enviando a sus hombres – Doreigakure – confirmó la Mizukage.- Allí consiguieron averiguar que todos estos caudillos y señores de la guerra se mueven inspirados, no se sabe si por el miedo o por la ambición, por alguien que responde al nombre de Menma y al que le gusta ser llamado el Señor de los Siete Rostros.
- Como Nanaitsumi – afirmó con rotundidad el Raikage.
- Eso no indica nada – negó Naruto.

No podía ser cierto. El mismo se había cerciorado. El Tayton Rasen Nitayo era aún más destructivo que el Fuuton Rasen Shuriken. No había dejado nada... ni los restos de la máscara. Algo en su interior empezó a removerse. Y si sólo hubiera sido una maniobra de distracción...

- Yo mismo sé de extraños que se hacen llamar Naruto más allá del este y no por eso estoy en dos lados al mismo tiempo – aunque aquello no era cierto si se tenía en cuenta el poder del kage bushin.
- Naruto, ¿por qué te niegas a creer? – Preguntó Gaara.

"Porque ni tu esposa ni tu alumna están en peligro de muerte si eso es cierto"

- Porque si Nanaitsumi sigue vivo y el ataque que hemos sufrido es obra suya, ¿por qué razón, todos y cada uno de nosotros aún conserva lo que encontramos en la Casa de la Eternidad? Gracias al testamento de Mikono supimos qué pretendía Nanaitsumi. Nos hicimos con ello y lo escondimos para que nadie pudiera nunca usarlo. No, nadie sabe que lo tenemos y ni siquiera alguien que se haga pasar por él mandaría atacarnos para conseguir la que le confiamos al Sandaime Tsuchikage. Según aseguraba la Geisha Nanaitsumi estaba obsesionado con encontrarlas. Si han planeado todo este ataque y sigue aquí es que no ha sido Nanaitsumi.
- ¿Y qué ocurre con el prisionero número once? – preguntó Mei.

Naruto estaba en tensión. Si los otros kages sabían de su lazo. Algo le decía cada vez más que aquellas visiones eran reales y que aquel sujeto era Nanaitsumi, pero, entonces, su hijo había sido asesinado y había muerto para nada. Sakura y él habían sufrido para nada.

- Puede que haya cierta relación entre ese aspecto y el ataque que decís que planean. Por eso se lo confiamos a Iwa, era el lugar más seguro para encerrar a este prisionero... Hay que alertar a los samuráis para que aumenten la vigilancia sobre la serpiente... - Naruto les miró y de repente una maliciosa idea cobró fuerza en su interior - ¿Por qué demonios no he sido informado de todo esto hasta este día? ¿Si Oonoki no hubiera muerto me habría enterado?
- Naruto, la Alianza confía en ti – empezó a explicar la Godaime Mizukage.
- Pero no en el Señor Feudal – respondió brusco A.

Naruto buscó la mirada del único amigo que tenía entre aquellos shinobis... Y no la encontró.

- Ya hemos advertido tu cercanía a él y a su forma de pensar. La respetamos, pero no confiamos en él – expuso Gaara.- Está en peligro la paz que nos costó ganarle a Akatsuki
- Gaara, tú te uniste a la Confederación de Naciones, Mei, tú también y ahora Iwa lo hace ¿por qué no ibais a confiar en él? ¿Quién prepararía la invasión de sus propias tierras?
- Alguien que quiere justificar que es necesaria una única autoridad, alguien que necesita ser aclamado como salvador del pueblo, alguien que sólo espera la oportunidad más adecuada para tomar el poder.
- Y no confiáis en mí por eso.
- Confiamos en ti, no en los shinobis que él mismo mandó promocionar y situó entre tus más allegados.
- ¡Naruto! – exclamó el Raikage - El Señor del País del Fuego ha estado tomando el control durante todos estos años y lo hemos consentido en buena medida porque tú le dabas tu apoyo. Primero desaparecieron las pequeñas aldeas, luego los señores de los pequeños países se convirtieron en ricos magnates y ahora cuatro de las grandes aldeas han caído bajo su red de mentiras. No dejaré que lo mismo ocurra con Kumogakure ni con la Alianza.
- ¿Entonces? – dijo desafiante.
- Como Jefe Supremo te doy un mes para que averigües quién está detrás de todo.
- ¿Y si no hubiera nadie? ¿Y si todo esto sólo fuera un hecho aislado? ¿Y si esa pretendida guerra no fuera más que una patraña que pretende separarnos?
- Sea como fuere, Kumo se retirará de esta Alianza.
- Suna apoyará a Kumo
- Kiri también.

Naruto se sentía traicionado y lo peor es que sabía que la mayor traición era la que él mismo había realizado contra los otros kages al ocultarle información. Si llegaba a sus oídos que les había ocultado información toda la Alianza Shinobi se vendría abajo. No había tenido ocasión de contárselo, sólo les había solicitado una nueva cumbre antes de morir el Sandaime Tsuchikage.

- A ti, como Hokage, corresponde averiguar la verdad – fue la orden de Mei revestida de educada cortesía
- Mientras que guardemos lo que encontramos en la Casa de la Eternidad estaremos en peligro. Que el enemigo no se haya percatado de lo que había en Shuha y haya centrado su atención en el prisionero número once no significa que estemos a salvo – explicó Gaara.
- Estamos en pie de guerra – sentenció el Raikage
- Otra vez... - añadió Naruto, triste.

Tras aquella reunión Naruto no volvieron a reunirse en privado. Los cuatro acordaron mantener silencio al respecto. Lo único bueno para Naruto de todo aquel viaje fue que Sakura y él habían vuelto, o eso parecía, a sentirse como al principio. Varios días después, con la ayuda en camino de las otras aldeas y tras el nombramiento de Kurotsuchi, la nieta de Oonoki, como Yondaime Tsuchikage, Naruto y Sakura decidieron imitar al resto de los kages y regresar a Konoha, aunque, necesariamente debían acudir a la Ciudad Capital.

Desde que habían partido, habían querido disfrutar del viaje. Aunque la mente de Naruto se encontraba en otra parte, pero no sabía dónde. Sabía que quería encontrar algo que le permitiera desmentir las acusaciones de los kages. El Señor Feudal era un político. Aquello era innegable, pero eso no suponía que fuera un servidor de Shuha. Velaba por conseguir mayor poder, algo normal en los de su clase, pero también ofrecía paz, estabilidad, unión. Era el mejor garante de eso. Aunque no les gustase el Señor Feudal... Shion sería la heredera y ella era alguien en quien confiar.

Algo en su interior le hacía sentirse terriblemente culpable. Estaba arriesgando a todos sus seres queridos con su comportamiento. ¿Por qué ninguno no podía ver las cosas como él?

- Naruto, te he sido infiel con Chouji – soltó Sakura enfadada tras ver que su esposo no le estaba prestando atención,
- Claro Sakura-chan – respondió Naruto, todavía reflexionando.- Me parece una gran idea.
- Y tengo pensado montármelo con Akamaru.
- Con Akamaru, por supuesto, gran perro ninja... - luego se giró y la miró - ¿QUÉ COÑO, DATTEBAYO?
- Eso digo yo. ¿Qué te ocurre? Estás demasiado callado. No pareces tú. Nunca te ha gustado callarte los problemas.
- No hay ningún problema.
- Es por las palabras de la nueva Tsuchikage. Está dolida, pero sabe que no fue tu culpa.
- Pues eso no fue lo que dijo. Concretamente, a pesar de que fuimos los únicos en ir a presentar nuestras condolencias por su padre y felicitarla por su nombramiento, me gritó que no pararía hasta demostrar que todo esto era culpa mía por no haber derrotado a Shuha.
- Pero Shuha fue derrotada, ¿no, Naruto?

Naruto dudó. Luego hizo lo que venía haciendo desde hacía mucho tiempo cuando alguien de su confianza le preguntaba algo que no quería responder: sonreír y mentir:

- Claro.- "Yo la destruiré si aún sigue en activo. Nunca dejaré que te pase nada"
- Un ataque así parece propio de Shuha. Muchos shinobis de Iwa murieron. Ha perdido a su abuelo. Lo pasó muy mal. Ahora ha perdido a su padre, pero Naruto, sí algo he aprendido de vivir contigo es que la gente confía en ti y Kurotsuchi confía de una manera especial.
- ¿Qué quieres decir?
- Vivir tantos años con el hombre más deseado de todo el continente la ponen a una en alerta. Siempre le has gustado, aunque no haya dicho nada.
- ¿En serio?
- Siempre tan atento... Te estaba contando que...

Y Naruto procuró estar atento a lo que ella le relataba pero le era muy difícil no pensar en sus otros compañeros, en sus alumnos, en los otros kages y en todo el problema que se estaba gestando. ¿Es que estaban ciegos? ¿Es que querían ver enemigos donde no los había?

El retorno desde Iwagakure fue más lento de lo que le hubiera gustado, pero lo único que le permitía evadirse era compartir las noches con Sakura en las pequeñas posadas que encontraban. Ambos querían recuperar el tiempo perdido y las horas de sueño brillaban por su escasez.

- Me vas a dejar seco, dattebayo – llegó a comentar una vez.
- Tienes demasiada resistencia para eso... y lo sabes – respondió ella jadeando en una de aquellas noches.

Pero todo lo bueno se caracterizaba por durar poco y al cabo de los días avistaron las Fronteras del País del Fuego. Sakura apretó la mano de Naruto con fuerza:

- Pronto estaremos en casa.


* * *


- Aquí está – dijo orgullosa Shizuzeka.
- Vamos, maldita gorda, haz el favor de soltar a esta serpiente.

La obesa mujer que era incapaz de disimular sus abundantes y rollizas carnes prietas con su amplio kimono le lanzó una mirada furibunda a Seitiki, quien no hacía nada por ocultar su hirsuto sexo. La primera dejó sobre el suelo un bulto.

- Deberías cubrirte, zorra. No hay nadie a quien puedas tirarte.
- Ni tu comerte.
- Eres muy divertida. Qué gracia me hará cuando alguna mujer te de lo que te mereces.
- No sólo de carne puede vivir una.
- Parad esta estúpida conversación – ordenó Nanaitsumi, tajante y severo. Se encontraba de un pésimo humor.- ¿Estáis seguras de que nadie puede relacionaros con este secuestro?
- No, por supuesto que no.
- En ningún momento usamos nuestro chackra... aunque sí mi cuerpo – dijo lamiéndose los labios, ansiosa por más.
- Haz el favor de ponerte la túnica. Me desagrada verte desnuda.
- ¿Quieres que me quite el uniforme?
- Hazlo.

Seitiki se puso su túnica blanca con un sol dorado. Su uniforme como ella decía no era más que su simple cuerpo desnudo.

- Contadme cómo liberasteis al prisionero – les exigió
- Viajamos hasta el País del Hierro – comenzó a explicar Shizuzeka. -Tras la Guerra, las fuerzas de la Alianza Shinobi capturaron a este sujeto que lleva en este estado catatónico desde que fue encontrado. Hay quién dice que es víctima de un genjutsu... Resulta extraño que no haya muerto de inanición.
- La comida no es lo único que importa, querida bola de sebo.
- Pues a ti te encanta comértelas a pares.
- Una estupidez más y os juro que el castigo que emplearé no os satisfará. A ninguna – las amenazó Nanaitsumi.
- Es curioso cómo teniendo de nuestra parte a... ¿cómo se llamaba? – preguntó Seitiki.
- Es indiferente su nombre.
- ¡Masamure! – exclamó la más gorda.
- Es cierto... Aún la recuerdo – comentó ciertamente apenada Seitiki
- Era un hombre – le corrigió Shizuzeko
- Por eso la recuerdo... Lo que decía, aunque tuvimos de nuestra parte a Masamure nunca supo que su antecesor Mifune había consentido en mantener preso a este espécimen. Cuando llegamos al Castillo Samurái tuvimos que infiltrarnos aunque no éramos las únicas que le buscábamos. Tuvimos suerte de que Nanaitsumi-sama se aprovechara de la información que obtiene del Hokage. De haber tardado más en encontrarle, se nos habrían adelantado.
- ¿Cómo dices? – preguntó interesado.
- Alguien más venía buscando – explicó Shizuzeka.- Tenía los mismos ojos que vuestra máscara. Era alguien poderoso.
- Poderoso y terriblemente atractivo. Esta noche pienso darme un homenaje con su recuerdo... Quizás invite a Naruto también a comer.
- Así que... alguien con el Sharingan – comentó.- Shin-sama tenía razón. No maté a Hiraishin y éste está trabajando contra nosotros. Se ha rodeado bien... Debemos estar atentos.
- Nanaitsumi-sama – preguntó Seitiki - ¿por qué tanto interés en este y en el llamado Prisionero 11 que trajisteis hace un rato desde Iwa?
- Porque nos va a desvelar todo cuanto necesitamos para ganar esta guerra. El prisionero número once dio a Madara Uchiha un ejército. Este sujeto que me traéis era discípulo de Orochimaru y Orochimaru siempre estuvo bajo nuestras órdenes hasta que decidió jugar por su cuenta.

Nanaitsumi se acercó y lo depositó junto a otro cuerpo, de un blanco inmaculado. Comenzó a desnudar al sujeto. Su cuerpo estaba recubierto por una piel escamada de un feo color hueso. Tenía cuernos en su cabeza. El pelo le había crecido. Estaba muy delgado pero seguía manteniéndose gracias a la energía natural que entraba en su cuerpo y le mantenía vivo.

- Zetsu y Kabuto Yasashi, voy a disfrutar mucho arrancándoos todos vuestros secretos... Mucho. Pero antes creo que tengo asuntos pendientes que resolver con mi hermano. Nintai, Tadashi, Kandai, Seitiki, Yasashi, Kenky, Shizuzeka, preparaos, pues hoy entraremos en la Casa de la Eternidad y mañana Fennisuku, será nuestro.

Naruto Hakitori 2 (Las Crónicas del Fénix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora