EL POZO DE LAS ÁNIMAS

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Sakura contempló la que realmente era la Casa de la Eternidad.

Se encontraban sobre una plataforma suspendida sobre unas cenagosas aguas estancadas putrefactas que con la escasa luz de la sala les daban un aire fantasmagórico. A diferencia del resto de aquel templo olvidado y protegido por las más oscuras y arcanas técnicas, sus constructores no se habían preocupado por la belleza arquitectónica del lugar. La mano del hombre apenas había intervenido para construir un tosco puente que condujera el centro.

Perfectamente situadas, guardando una idéntica distancia entre sí, se localizaban cinco estatuas que el tiempo y la humedad del lugar habían deformado por completo haciéndolas irreconocibles. Eran figuras humanas y que con sus dos manos parecían sostener algo, algo que había desaparecido.

- ¡Sensei! ¡Lo siento! – Gritó Yuna llorando.
- No te preocupes, no ha sido culpa tuya - la tranquilizó Naruto. Luego se dirigió al Señor de los Siete Rostros - ¡suéltala! Lo que buscas no está aquí. Esto es entre tú y yo. Deja que se marche y te diré dónde está.
- Te lo repetiré por última vez, Nanadaime Hokage: ¡¿DÓNDE ESTÁN LAS ESTRELLAS?!
- Y yo te lo repetiré por última vez: ¡libera a la niña! Sólo así te lo diré.

Sakura se concentró y se puso en tensión. En cualquier momento podría prender la mecha que estallara en una explosión. El odio con el que se enfrentaban Nanaitsumi y Naruto podía materializarse. Una etérea capa de chackra negro y rojo como el odio y la rabia les cubría a ambos.

- No intentes jugármela, Hokage. Si te mueves desde donde estás, le corto su bonito e inocente cuello – amenazó apretando su kunai contra el cuello de la niña.
- Eres un maldito cobarde. No sólo no tienes la hombría necesaria para mostrar tu rostro sino que me amenazas con hacerle daño a mi discípula, una niña inocente.
- Seré un cobarde, pero no soy un hipócrita. Bajo tus bonitas palabras de maestro que se preocupa por su alumna, te sientes aliviado de que no haya escogido a Sakura.

El filo del kunai incrementó su presión sobre la blanca y sensible piel de Yuna dejando ver un pequeño y cálido hilito carmesí que escapaba con timidez. Sakura ahogó un grito.

- Naruto, dale lo que quiere – le suplicó Sakura.- La vida de Yuna está en peligro. Recuerda a qué hemos venido aquí. El tiempo está en nuestra contra. ¿Qué nos enseñó Kakashi-sensei en estas situaciones? Vive hoy, lucha mañana.
- Puedo vivir y luchar hoy, gracias Sakura-chan – le respondió tajante.
- Estoy tan ansioso como tú por confrontar nuestros poderes. No obstante, la paciencia es una de mis virtudes y no tengo intención de que deje de serlo. Antes dime, ¿por qué no están en este lugar las reliquias de los Cinco Hermanos? ¿Por qué no están en este lugar las estrellas que salvarán este mundo?
- Porque están a salvo de ti.

Nanaitsumi comenzó a reírse. Eran las carcajadas de una persona desequilibrada, que no sabía lo que hacía, que estaba perdida, de una mente torturada y presa de febriles delirios de locura. Sakura creyó escuchar bajo toda aquella mezquindad la risa de Naruto, pero en aquella casa, había aprendido que nada era real y que podía ocurrir cualquier cosa.

- Así que las has escondido... Muy ágil – comentó. El kunai no cejaba en presionar el cuello de Yuna.- ¿Crees que ese patético intento puede detenernos? Nada puede parar a la nueva fe que hará posible un nuevo amanecer.
- Estás loco y esta vez procuraré acabar contigo.
- Tendrás que procurarlo más de una vez – respondió divertido mientras que sus siete rostros abrían los ojos y dejaban mostrar las pupilas del Clan Uchiha.

"No puede ser cierto". Les estaba confesando su mayor secreto. Naruto le había confiado todos los detalles de su primer enfrentamiento y la impresión de que se trataba de algún tipo de genjutsu, pero aquello era la confesión de que él poseía los ojos del clan Uchiha, el temido y extinto Sharingan y que dominaba la técnica prohibida: Izanami.

Y de repente en su cabeza algo que había permanecido callado y en letargo durante mucho tiempo despertó. Le susurró una verdad olvidada, un recuerdo que otros habían sellado. Por unos instantes se encontró en Uzushiogakure, en el templo, momentos después de combatir contra Orochimaru. Como si hubiera sido arrojada a un estanque de agua fría, la verdad chocó con ella con la misma, cruda y gélida dureza. En unos segundos, sus recuerdos se recompusieron y

- No puede ser...- recordó Sakura.- Tú eras el extraño del templo de Uzushiogakure... Tú sellaste a Orochimaru. Tú me diste la pluma con la que resucitar a Naruto! – Sakura no refrenó toda la rabia que la invadió.- ¿Por qué lo hiciste si querías ahora torturarnos? ¿Por qué dejaste que viviera para luego arrebatarle a nuestro hijo?
- Di lo que quieras, Sakura – le respondió.- Esta lucha no es contigo. En aquel momento era la mejor manera de conseguir mis objetivos. Ahora procuro excluirte de la ruta para su consecución.
- ¡NO OSES DIRIGIRTE A ELLA! – Le gritó Naruto.
- Hokage, deja de intentar aparentar que estás bien. El veneno que has ingerido te está debilitando por dentro. Por esa razón no te atreves a usar las técnicas de tu padre para venir a por ella. Ahora dime: ¿qué hiciste con las estrellas?
- Se te olvida que somos dos – intervino Sakura.

Nanaitsumi rió.

- Y a vosotros que yo soy ocho.

El Señor de los Siete Rostros realizó sus sellos, ofreció un sacrificio de sangre e invocó a sus siete subordinados, que tomaron posiciones cerrando filas entre su señor y ellos. Allí estaban todos y cada uno de ellos. Sakura sólo los había visto en una ocasión y habían estado a punto de liberar una poderosa y destructiva técnica que su propio amo había detenido. Eran los siete de Shuha, los siete que sólo respondían a la voluntad de quien los había invocado. Tan mortales como su señor, dominadores de algo que había derrotado a Naruto y a Gaara, si su señor los invocaba significaba que quería las estrellas.

Sakura se preparó para lo peor. Liberó su chackra y sintió como en su piel se grababan aquellas marcas. Era como si se dibujaran a fuego. La energía era tan poderosa que rebosaba su cuerpo y tenía que darle forma para que se canalizara a través de aquellas marcas. La kunoichi se acercó a su esposo chocando las espaldas. El calor del chackra dorado que recubría el cuerpo de Naruto la cubrió como un manto protector.

La Princesa de las Babosas se fijó en sus rivales, quienes mantenían su posición estática, como si no fueran estatuas de piedra. Aunque aquello era una mera fachada. Estaban acumulando energía. Era muy similar a lo que Naruto hacía para focalizar en su propio cuerpo la energía del modo sennin. Sin embargo, la energía que estos estaban atrayendo no provenía de otro lugar que del propio corazón de su señor, de quien portaba la máscara de Bakemono, que no se movía, aunque el kunai seguía rozando peligrosamente el cuello de Yuna. Estaba angustiada. Quería escapar de ahí y no podía y veía cómo ni ella ni Naruto podían salvarla.

Los siete de Shuha seguían sin moverse ni un ápice. Cada uno había adoptado una postura, postura que se identificaba con un determinado símbolo de las artes marciales. Sakura sólo reconoció la del mono y porque Konohamaru había alardeado de su taijutsu basado en el estilo mono, propio de su abuelo, el Sandaime Hokage. Podrían parecer estúpidas aquellas técnicas y posturas, pero según se enseñaba en los centros más importantes, una postura determinada atraía la energía necesaria y liberaba el chackra de la forma en que el luchador necesitaba. Aunque aquello eran técnicas que todavía estaban desarrollando Rock Lee y su maestro.

- Sakura, te doy la oportunidad de salvarte – advirtió Nanaitsumi.- Únete a mí y ninguno sufriréis. Yo te protegeré como si fuera Naruto.
- Devuélvenos a Yuna y te diremos lo que quieres saber.
- De nada me sirve que me digáis su paradero. Intentaréis protegerlas y volveremos a enfrentarnos – Él negó - No, esto se resolverá hoy. Si tengo que matarte ante Naruto para que me las entregue lo haré, aunque antes empezaré por esta cría... Izumo lloraría al ver lo patética que es la última de sus descendientes.

Cogió a Yuna del cuello con fuerza levantándola del suelo

- ¿Qué vas a hacer? ¡Detente, maldito! – Gritó Naruto
- ¡Naruto, no...! – Vociferó Sakura

Pero antes de terminar de decir "es una trampa", Naruto había aparecido entre los siete y Nanaitsumi rompiendo su guardia. A la velocidad del rayo y brillando con la fuerza de cien soles dorados, emulando a su padre, estaba entre las líneas enemigas. Juntó sus manos con fuerza y creó un campo de fuerza con su propio chackra como centro de gravedad. De su cuerpo salieron siete brazos que golpearon con una fuerza sobrehumana a los siete de Shuha haciéndolos volar por los aires y rompiendo su concentración. Naruto proyectó dos brazos más que se lanzaron contra Nanaitsumi, uno para atacarle y otro para liberar a Yuna.

"No puede ser, lo va a conseguir", pero había hablado antes de tiempo.

Incluso llevando una máscara, Sakura supo que había sonreído y no era nada bueno. Los siete de Shuha alzaron sus manos y de ellos se proyectaron unas oscuras cadenas recubiertas de un chackra maligno, rojo como la sangre y tan alterado como la propia rabia que tomando el chackra de Naruto lo recorrieron en sentido contrario hasta atarlo. Naruto fue capturado por aquellas cadenas que le rodearon. Casi al instante, Naruto quedó desprovisto de su refulgente armadura dorada de chackra.

- Vaya, no es tan temible el zorro cuando cae en la trampa.

Nanaitsumi, sin dejar de tener a Yuna cogida por el cuello, miró a Sakura y luego le dijo a Naruto.

- Tu querida esposa... lo único que te queda en este mundo. Me gustaría quitártelo también. Sería fácil matarla. Bueno, es posible que no, al contrario que esta niña, el poder de Izumo late con fuerza en su interior. No sé cuándo, pero se ha vuelto poderosa, pero terminaría siendo derrotada. Nada se puede hacer contra el Señor del Tiempo y del Espacio.
- Se te va la fuerza por la boca – respondió desafiante

Antes de que su enemigo pudiera responder, el auténtico Naruto caía del cielo portando en sus en cada mano una gigantesca y brillantes esfera que con una velocidad huracanada giraba sin cesar mientras emitía una única nota de muerte. El viento de los dos rasengan empezó a arder con la rabia de Naruto y de Kurama hasta convertirse en dos estrellas ardientes. Naruto gritó el nombre de aquella técnica pero el ruido que levantaba era ensordecedor hizo que el grito muriese en sus labios. Antes de arrojarlos contra sus enemigos, Sakura pudo ver como Naruto realizaba un imperceptible gesto buscando el contacto visual. En una mirada se lo dijeron todo.

Sakura respiró aliviada al ver desaparecer al clon. No sabía en qué fracción de segundo, pero Naruto se había clonado, había desaparecido y había enviado al clon contra ellos. Y aquello solo era una pequeña parte del poder del Hokage de los Dos Soles. El valor y la fuerza de Naruto hicieran que el orgullo inspirara su corazón. Se obligó a procesar toda la información que conocía para ayudar a Naruto. Los dos estaban luchando y dándolo todo. Si Naruto, que se encontraba mermado por el veneno que se había obligado a tomar, empleaba así sus poderes, ella no podía ser menos.

Naruto las lanzó a la vez y realizó los sellos del kage bushin y los ardientes y dorados shurikens se multiplicaron por diez y estos veinte resultantes por cien y estos dos mil por mil que cayó como una lluvia de letales e ígneas estrellas ninja.

La Princesa de las Babosas comprendió cómo debía proceder. No se lo pensó ni un minuto. Realizó los mismos sellos que había usado aquel mismo día y pidió prestado un poder que no le correspondía. Buscó en su interior e hizo que su chackra contactara con el que no era suyo. Se sintió invadida por una desmedida cantidad de energía que no le correspondía y que su cuerpo podría soportar durante tanto tiempo. "Sólo será un momento, perdóname"

Liberó aquella oleada de energía que, al igual que los siervos de Nanaitsumi, tomó la forma de ocho cadenas que surgieron de su vientre y que dirigió contra su enemigo y los subordinados de éste. A diferencia de las cadenas de estos, las de Sakura eran mucho más poderosas. Eran doradas, como el chackra de Naruto, tanto que daban a la sala una espléndida iluminación.


Cuando sus rivales fueron a intervenir para detener la técnica de Naruto, se vieron impedidos totalmente por las cadenas de Sakura. Sakura las cogió todas con la mano y estiró haciendo acopio de su poderosa fuerza aprendida de su maestra. Con más esfuerzo del que esperaba consiguió derribarlos y momentos seguidos los shurikens de Naruto se estrellaron contra ellos.

Uno tras otro, más de doscientas mil estrellas cayeron contra ellos. Al tocar el suelo se libraban huracanadas ráfagas de ardiente viento solar. Sakura cerró los ojos para protegerse y siguió manteniéndose en pie. Sintió cómo aquellas etéreas llamaradas salían desprendidas incontroladamente. La kunoichi escuchó los gritos de los siete subordinados al retorcerse de dolor mientras que el solar fuego de Naruto les devoraba. Era un macabro espectáculo al que no podía asistir pero del que formaba parte, paradójicamente.

Sin embargo, el lugar era demasiado pequeño y el viento un elemento inestable. Al lanzar la técnica, Naruto se había liberado también de su control y la sala se convirtió en un peligroso tornado de fuego que dañaba tanto a sus enemigos como a ellos. Los huracanados y alisios vientos de fuego escupían con voracidad llamaradas. Sakura esquivó algunas sirviéndose de su oído, aunque el poder del fuego y del viento era tan ensordecedor que la tarea era bien difícil. Algunas la alcanzaron sin quemar su piel, al contrario de lo que esperaba, antes de que Naruto apareciera junto a ella y la envolviera en un protector abrazo con su chackra.

Al abrir los ojos gritó espantada al ver que Naruto había tirado un cadáver calcinado al suelo.

- ¡No es Yuna-chan! – La calmó.- Sólo es un cambiazo. Ha sido más rápido que yo y ni siquiera esta distracción le ha engañado.

El fuego del tornado seguía haciendo estragos. Una llama atravesó el escudo de chackra y a ellos sin hacerles daño. Sakuda dedujo que la técnica no podía herir a su lanzador. Quizás era por eso un kekke genkai.

- ¡Podías haber matado a Yuna! – Le reprendió.
- Me lancé hacia ella para cogerla aprovechando que Nanaitsumi se desharía de ella. Pero se lanzó sobre ella para evitar que el fuego le diera y al ver cómo las llamas también podían golpearte, asumí que la protegería.
- Asumiste demasiado. ¿Por qué?
- Porque aún le hace falta.

De entre las llamas se levantaba ardiendo Nanaitsumi. Su capa entera había ardido, sin embargo, su piel no mostraba signos de quemaduras. Sakura y Naruto lo comprendieron al ver cómo otro de los sharingan se cerraba para siempre. Sólo quedaban diez. Sakura constató que se había librado de sus cadenas. Dejó caer el cuerpo inconsciente de Yuna. Sakura pudo percibir cómo aún respiraba.

- Muy hábil... Se te olvidó tener esto en cuenta y ahora estás agotado.

La joven le lanzó una mirada de reojo a Naruto y pudo ver cómo desaparecía su chackra del modo bijuu. Las ojeras que se dibujaban en cualquier usuario del senjutsu habían desaparecido. Brillantes y perlinas gotas de sudor caían con rapidez sobre su rostro y jadeaba. Era cierto que Naruto estaba llegando al límite. Nanaitsumi había sido muy inteligente al obligar a Yuna a ingerir el veneno. Ahora él estaba en ventaja respecto de Naruto. Sin embargo, a ella la estaba subestimando. Puso su mano sobre el hombro de Naruto y dejó fluir su chackra hacia Naruto para restablecerlo.

- He de suponer que no me diréis nada. Bien... Yo mismo las recuperaré. No será tan difícil. Quizás tarde algo más, pero, no puedo fracasar en mi sagrada misión.
- ¿SAGRADA? – Estalló Naruto.- ¿Para ti lo sagrado implica matar niños, causar el caos, sembrar el miedo y la destrucción?

Con los ojos de uno de sus siete rostros miró a Yuna y sólo comentó, frío como el hielo:

- Sólo es la manera más rápida de superar a los que no comprenden qué va a pasar. Si esta historia la escribiese otro yo sería el héroe y tú el villano. Lo que yo persigo es lo que debe hacerse. ¿Sabéis algo? La luz y la oscuridad son las dos caras de una misma moneda.
- Eso fue lo que le enseñasteis a Masamure, el samurái renegado, el asesino de Mifume-sama – le recordó Naruto.
- Y es lo que un torpe como tú no quiere ver. Naruto Uzumaki, Juubi y Fennisuku sólo son la materialización de dos poderes que escapan a nuestro control. Ambos son la misma cosa.
- Conocemos esas estupideces y sabiendo tus métodos sabemos que no puede ser bueno – dijo Sakura mientras dejaba que Naruto recibiera su chackra curativo.
- Pensad lo que queráis. Vosotros me obligáis a hacer esto.

Recogió el cuerpo de Yuna.

Se aproximó al borde de la plataforma.

- ¡Detente, te lo diré!
- No... ya no – respondió divertido.- Estamos en la Casa de la Eternidad. Éste lugar fue el lugar donde hace mil años los hermanos guardaron las estrellas y lo hicieron aquí porque es el único punto donde puede nacer Fennisuku, es el único punto donde el mundo de los vivos fluye hacia el mundo de los muertos, o eso dicen. Yuna tendrá la amabilidad de comprobarlo.
- He dicho que te lo diré, pero no le hagas daño a ella – le ofreció
- No hay tiempo y la materia pierde sustantividad – continuó explicando, ajeno a las súplicas de Naruto - Dicen las leyendas que estas pútridas aguas verdosas que veis se llaman el pozo de las ánimas y que sólo Izumo podía controlarlas.
- Es una niña. Si de verdad crees en la bondad de tu causa, no lo hagas.

Pero no les escuchó.

Nanaitsumi realizó unos sellos que Sakura conocía demasiado bien. Se los había visto realizar a Orochimaru. Era una variante del edo tensei, nunca antes vista, mucho más antigua y de la que había surgido el jutsu prohibido que tnatos quebraderos había comportado la Alianza Shinobi durante la Cuarta Gran Guerra. Implicaba el uso de más sellos. En el pergamino de los Hokage se hablaba del puente entre mundos, una técnica que permitía al invocador establecer un nexo con el mundo de los espíritus

La casa entera tembló. El fuego de la técnica de Naruto se apagó y el viento dejó de soplar. Frente a él apareció en la piedra un rostro de piedra negra, era difícil de describir, pero respondía al estilo de las dos gigantescas máscaras que había a la entrada de la casa de la Eternidad. El gigantesco rostro de tres ojos abrió el tercero mientras que cerraba los otros dos. Abrió la boca y de ella, como si su lengua fuera, salió una macabra estatua del shinigami. Sakura pudo sentir como un escalofrío recorría el cuerpo de su marido. Había conocido al dios de la muerte al nacer. Su mera presencia inspiraba pavor. Sakura buscó la mano de Naruto.

- Pozo de ánimas, te ofrezco la sangre de Izumo, dame a cambio el mapa que necesito.
-¡NO! – Gritó Sakura.- ¡POR FAVOR!

El shinigami de larga melena de piedra y viscosa y bífida lengua extendió una mano y señaló hacia el abismo sobre el que se alzaba, hacia el pozo de ánimas. Una de sus manos comenzó a estirarse hasta el centro de la sala, muy cerca de donde se encontraban Naruto y Sakura. Clavó su pétrea espada enmohecida en el centro y la uso para activar un ancestral mecanismo tal y como delataron los mecanismos y engranajes que se pusieron en funcionamiento ruidosamente.

Las paredes de la Casa de la Eternidad comenzaron a cambiar. La estancia era circulas, pero aquello no impidió que advirtieran que en las paredes había comenzado a forjarse un mapa del mundo. Aunque había muchos detalles que eran radicalmente distintos, las formas básicas seguían existiendo. Era un mapa construido hacía mil años (o más) y sí en cien años el mundo había cambiado mucho, en mil, era imaginable que más. Cinco puntos comenzaron a brillar y Sakura pudo ubicar uno de color rojo como el fuego: Konoha. Acto seguido brillarlo cinco kanjis en otras ubicaciones que Sakura desconocía por completo.




"¿Templo?" Leyó extrañada Sakura.

- Me sorprende tu astucia, Hokage. Te adelantaste a mí y además diseminaste las estrellas, aunque no fue muy sensato. Has puesto en peligro las otras aldeas. Aunque he de decirte que sólo retrasas mi triunfo. Me haré con ellas, te lo prometo y, al igual que tú, yo también cumplo mis promesas.

El shinigami recogió su espada y el mapa desapareció. Uno de sus brazos volvió a la normalidad, el otro no: seguía exigiendo la vida de Yuna. Y Nanaitsumi se la concedió. Arrojó el cuerpo de la chica al vacío y poco después se escuchó el ruido de un cuerpo al chocar con una superficie líquida. El shinigami pareció satisfecho y volvió a la boca del rostro que desapareció entre la roca.

- Vamos, id a por ella. Yo ya tengo lo que quería – se mofó.
- ¡Te mataré! – le prometió Naruto enloquecido por la rabia.

La joven le agarró con todas sus fuerzas para evitar que cayese en cualquier otro tipo de trampa.

- Ve a por Yuna. Yo impediré que escape – le dijo.
- Es demasiado peligroso. No te puedo dejar a solas con él.
- Confía en mí. Sé cómo detenerlo.
- Querrás decir detenernos – le corrigió Nanaitsumi a la vez que sus siete discípulos se ponían en pie. A diferencia de su amo, estos habían sido carbonizados por las llamas. Inexplicablemente seguían en pie cuando una persona normal debería haber muerto.
- No tienes mucho tiempo, ni tú ni Yuna -le recordó que los efectos del veneno seguían en el cuerpo de los dos.- Ve a por ella y en cuanto regreses le derrotaremos.
- Ten cuidado.
- Por supuesto.

Naruto asintió y lanzó una última mirada a Nanaitsumi, una mirada en la que le prometía venganza. Tomó carrerilla y se lanzó al vacío. Sakura escuchó al rato el sonido del cuerpo de Naruto al sumergirse cortando el agua.

- Apártate y no te haremos daño – le advirtió Sakura.

Ésta se concentró y replegó las cadenas hasta quedarse con dos en las manos. "Espero que tus consejos valgan de algo, Tenten" pensó recordando que había sido la kunoichi la que la había instruido dándole algunos consejos. Sakura sabía que poseía aquel poder desde hacía poco pero casi al mismo tiempo que había empezado a recordar su entrenamiento había descubierto que lo poseía. Sabía que no duraría mucho, ocho meses para ser concretos.

- Vas a enfrentarte a mí... De acuerdo, yo ya te he advertido.

Sakura se lanzó contra él haciendo girar las dos cadenas que llevaba en sus manos mientras usaba parte del chackra del modo sannin que recorría de nuevo su cuerpo en perfecta armonía con la desbordante energía que salía de su interior. Mientras tanto sus glándulas salivales empezaron a segregar ácido de babosa que guardó en su boca.

Contra ella se lanzaron dos de los carbonizados esbirros de Nanaitsumi: Seitiki, una mujer que portaba una gran espada que había sobrevivido a las llamas liberadas por el jutsu de Naruto, y Nintai un hombre gigantesco que portaba un báculo de madera que no había tenido la misma suerte que el arma de su compañera.

La mujer atacó con su espada con una fuerte, rápida y concisa estocada. Sakura saltó y se situó sobre la espada. Con una agilidad y velocidad felinas, impropias en una babosa pero necesarias en una kunoichi en una batalla de tales proporciones, corrió sobre el filo de la espada y propinó un fuerte puntapié derribándola.

Antes ni siquiera de tener tiempo de preparar el siguiente ataque, el hombre llamado Nintai la atacó con un puño que relució como el acero. Sakura saltó hacia atrás realizando varias gráciles ruedas mientras que escupía parte del ácido que segregaba lanzándolo a los pies de su rival que, como era de esperar, lo esquivó.

Su retaguardia fue atacada por Kandai. A aquella la conocía bien. Era una de los dos que habían atacado con Nanaitsumi durante su boda. Ella y Tadashi que se lanzaba contra ella atacándola con su katana, habían arruinada su boda y habían matado a placer. La mujer de pálida piel y vestida con un vestido metálico que portaba una pesada lanza.

Sakura esquivó una sucesión de mortíferos y pesados golpes. Rodó hacia la izquierda mientras que aprovechó para lanzar una de aquellas cadenas contra los pies de aquella mujer fuerte aunque lenta. Mientras tanto, Tadashi la sometió a una oleada de rápidas estocadas. Arriba. Abajo. Derecha. Izquierda. Izquierda. Giro. Arriba. Era fácil de percibir su patrón de ataque, pero era mucho más difícil hacer algo más que esquivar. Era muy rápido y aquella katana absorbía el chackra. Naruto había peleado contra Tadashi que empleaba una técnica similar a la de Hidan (uno con la vida y el otro con el chackra).

La kunoichi estiró de las cadenas con fuerza que ataban a Kandai, con una fuerza desmedida movida por un inconsciente sentimiento de venganza. Giró sobre sí mismo e hizo volar a Kandai por los aires para librarse de los cuatro enemigos que la estaban enfrentando. Derribó a Seitiki, aunque no a Nintai.

El discípulo de Nanaitsumi se anticipó a la kunoichi y convirtió su cuerpo en una férrea roca contra la que se estrellaron Kandai y Seitiki.

Sakura replegó las cadenas y se lanzó contra Tadashi. Astutamente lanzó las dos a dos puntos diferentes para conducirlo en la dirección que quería. Soltándolas realizó los sellos a una velocidad de vértigo y una tercera cadena salió disparada de su vientre. El sagaz y letal espadachín no pudo impedir el impacto y ésta le desgarró. Sakura liberó su técnica y empezó a absorber el chackra y la energía vital de su enemigo... Aunque sólo había chackra. "¡No puede ser!" pensó horrorizada.

- Parece que te estés tomando la revancha por tu boda- comentó Nanaitsumi.- Chica lista. Efectivamente. No hay ninguna vida que absorber. Me sorprende que tengas una técnica de ese estilo, más tú, que eres una ninja médico. Por cierto, mira encima de ti.

Ella le obedeció y pudo ver cómo contra ella se tiraban los dos sujetos que conformaban el bipolar, histriónico e histérico payaso que habían conocido Naruto y su compañía hacía tanto tiempo en el desierto del País del Viento. Caían formando un huracán gigantesco mientras se reían con locura. Sakura instintivamente se llevó las manos al vientre y no a la cabeza. Esperó a que cayeran pero nunca lo hicieron. Sakura alzó la mirada y vio sus ropas quemadas y sus rostros ennegrecidos empotrados contra la pared por una gigantesca espada... No pudo apreciar bien su forma, pero la espada desprendía chispas eléctricas.

- ¿Es necesario esto, Memma? – preguntó una voz. Sakura la buscó con la mirada.
- Pero... shizou... - "¿Maestro?" se extrañó Sakura.- Ella es la que se ha opuesto.
- ¿Has probado a decirle la verdad? – preguntó la voz. Sonaba como una voz hablando a través de un conducto metálico.
- ¿De qué serviría? Son nuestros enemigos.
- Si aunamos fuerza podremos detener a nuestro auténtico enemigo.- Dijo la voz.- No deberías consideralos tus enemigos... Ya tienes lo que querías, ahora vámonos.

El desconodido apareció repentinamente y recogió su espada de la pared. Iba envuelto en una capa blanca, la capa que llevaban todos los miembros de Shuha.

- ¿Quién eres tú?

Éste no respondió. Su mente hizo una asociación:

- ¿Tú eres quién apareció en Iwagakure para alertarme?
- No me contaste que hiciste eso – le dijo sorprendido a Nanaitsumi.

Sakura no comprendía qué estaba pasando, pero sí que sabía lo que tenía que hacer.

- No voy a dejar que os marchéis.
- Lo sé.- Dijo el desconocido a su oído. Sakura ahogó un grito.– Te has vuelto muy fuerte, Sakura. Yo me encargaré de Memma, haz tú lo mismo con Naruto – y entonces la golpeó en la nuca. Sakura cayó derrotada al suelo, inconsciente.

Naruto Hakitori 2 (Las Crónicas del Fénix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora