Un cuerno despertó a Hikaru, Yuna y Sora de su entrenamiento anunciando el retorno del Hokage. Fue toda una alegría.
Ni siquiera Kakashi-sensei se había quedado con ellos. Tenían la sensación de que los adultos les ignoraban. El humor de Yuna había mejorado sensiblemente desde que el tutor de Naruto les había informado que volvería en los días siguientes. Desde entonces habían decidido practicar las técnicas que conocían y los consejos que les había dado Kakashi
Hikaru estaba algo molesto con Sora. Era demasiado bueno para ser ya un gennin. Su habilidad de kenjutsu era realmente formidable, por no hablar de su taijutsu. De hecho, le molestaba que Kakashi le hubiera alabado tanto. Aún no había empezado a dominar con soltura ningún elemento del chackra, pero para él era un auténtico fastidio que tuviera tanto éxito con el ninjutsu. No es que le tuviera envidia, o mejor dicho, envidia malsana sino que él quería mejorar y notaba como se quedaba por detrás de sus dos compañeros. La agilidad y la inteligencia no lo eran todo, por desgracia, para ser un ninja.
Por esa razón, desde el momento en que Kakashi se había ido se había esforzado por mejorar el control de su chackra. El genjutsu era la habilidad más complicada de dominar para un ninja y de él siempre se había dicho que tenía muchas aptitudes, pero el primer paso era controlar el chackra.
No bastaba con subir a un tronco ni caminar por el agua. Él tenía que conseguir que su chackra fluyera como el quisiera cuando quisiera. Tenía que lograr dominarlo hasta el punto de poder mezclarse con el entorno, de llegar a los sentidos de sus enemigos y jugar con ellos. Los Uchiha habían tenido una gran ventaja siempre en aquellas técnicas gracias a sus ojos, buena parte de la fuerza de Konoha se había basado en su poder. Ahora que ya no quedaba más que un usuario del Sharingan, los ninjas que dominaran genjutsus eran los más codiciados.
Hikaru admiraba realmente a Naruto, en los meses que había pasado con él se había convertido como en un padre para él. Ya desde que era un niño, Hikaru recordaba en que el señor de la capa blanca se había convertido en su primer amigo. De pequeño Hikaru había tenido ciertos problemas para relacionarse, al contrario que su hermano Daiki. Quizás fue el contacto con Naruto lo que terminó contagiando su personalidad de su buen humor.
El gennin sonrió. Recordaba que los primeros pechos que había encontrado había sido en casa de Naruto, una tarde en la que le habían invitado a merendar él y su esposa. Se habían puesto a jugar al escondite y él se había escondido, creyéndose un ninja, en el dormitorio del Hokage. Había encontrado una revista de eróticas mujeres. Fue la emoción de descubrir la belleza del cuerpo de una mujer lo que hizo que Sakura le descubriera. Según recordaba, al día siguiente se había rumoreado que el Hokage había aparecido con toda la cara hinchada de los golpes, aunque eran exageraciones, sólo le había puesto un ojo morado.
Quería convertirse en un shinobi como él. Nadie hablaba mal de él, pero no porque fuera el Nanadaime Hokage, o quizás por ello pero porque no era como los demás. Todos en Konoha respetaban el recuerdo de los Hokage por su autoridad. A Naruto le respetaban porque se había ganado su respeto. Él también quería que todos le respetasen. Quería ser un legendario shinobi para proteger a Konoha, a Sora, a Yuna y a Naruto. Entendía perfectamente a Sora a quien Konoha le había dado un hogar. Él ahora sabía que más importante que su familia eran Naruto y sus compañeros.
- No pienso seguir siendo un estorbo para el sensei – les confesó Hikaru mientras cenaban la noche que había partido Kakashi.
- ¿Y eso? – Preguntó Sora, muy sorprendido.
- No sé si lo habréis percibido, pero Naruto-sensei anda extraño, raro. Él nos lo oculta, se comporta como siempre, como todo el mundo que siempre ha dicho que es, pero, miento demasiado bien y conozco a un mentiroso.
- Espera, ¿tú mientes bien?
- Llevo haciéndolo toda la vida – respondió serio.
- Eres un idiota – le respondió Yuna.- Ya oíste a Naruto-sensei. Ése no es el camino. Sin que sirva de precedente y no te acostumbres a escucharme palabras amables: estamos contigo, tú nunca estarás solo.
- Por eso mismo he tomado la resolución de que quiero convertirme en un mejor shinobi. Yo no soy tan fuerte como vosotros. ¿Me ayudaréis?
Desde entonces habían pasado todos los días entrenando hasta la extenuación. Aunque debían vigilar a la Princesa, lo cierto era que les había concedido permiso para entrenar. Habían ideado una sencilla fórmula para llegar hasta ella si algo le ocurría. Mientras tanto se habían empleado a fondo. Y sí, aquella era la mejor manera de describirlo. No le habían dado cuartel. Sora se había encargado del taijutsu y Yuna del ninjutsu. Los resultados sólo eran esperanzadores, pero poco llamativos.
Hikaru estaba tumbado en el suelo, Yuna y Sora sentados. Se notaba que estaban reventados.
Al cabo de un rato, Naruto y su esposa aparecieron delante de ellos. Hikaru sonrió al verles, quizás, contagiado por la sonrisa que ambos lucían. Estaban bien. Se habían librado, por fin, de la protocolaria recepción que había preparado para ellos el Señor Feudal.
Oídas las noticias de Iwagakure, todos se habían preocupado demasiado. El Hokage era la persona más importante de Konoha y en opinión de muchos una de las personas más importantes del mundo que luchaba cada día por proteger la frágil paz que se había establecido tras derrotar a Akatsuki. Su muerte en un atentado así hubiera sido algo espantoso. Sin embargo, ninguno de los tres gennin había temido por aquellos aspectos que tanto preocupaban a los adultos. De haberle ocurrido algo a Naruto algo le hubiera ocurrido a su maestor, al hombre que invertía su tiempo para estar con ellos y enseñarle. Al hombre que dividía su chackra creando clones para poder cumplir como kage y como instructor. Al hombre que sin hijos era el mejor padre que aquellos chicos, sin padres biológicos vivos, hubieran tenido y tendrían jamás.
Naruto comprobó que habían entrenado durante todo el día con un gesto de aprobación. Si algo hubiera que más aprobara era el esfuerzo. Así se lo había confesado al decirles que de niño había entrenado todos y cada uno de aquellos días hasta el cansancio absoluto para lograr cumplir su sueño. Estaba contento con ellos.
- Muy bien, creo que por hoy ha terminado.
- Pero sensei aun faltan más de cuatro horas para que acabe el entrenamiento.
- Sí, pero descansar también debe formar parte del entrenamiento – respondió Naruto a Hikaru – Vamos os invito a comer: quiero que me contéis por qué de este entrenamiento si hace un mes cuando os puse a entrenar casi me matáis.
Sakura intervino:
- No les chinches. Eres peor que ellos, Naruto.
- Uno que tiene sus privilegios por ser Hokage, dattebayo.
- ¡Tú sí que eres buena Sakura-hime! – le agradeció Hikaru.
- Me alegro mucho de veros, de nuevo. Sois más importantes para mí de lo que podéis creer – confesó Naruto – Me alegra ver que, al menos, mi voluntad de nunca rendirme la estáis heredando vosotros
Los tres lo miraron muy sorprendidos. Yuna fue la primera en correr y abrazó a Naruto con mucha fuerza, a punto de llorar de la emoción Todos sabían que ya no había ningún peligro. Que las cosas estaban como debían estar. Si Naruto y Sakura estaban con ellos no habría ningún problema. Sora y Hikaru se acercaron con timidez, pesándoles ciertos prejuicios sobre las muestras de cariño entre varones. Naruto las omitió y los abarcó en un abrazo. En aquel momento.
- ¿Qué os apetece comer? Bueno, da igual, pago yo y comeremos ramen. Nos vemos en una hora.
Cuando Naruto y Sakura se asearon y se arreglaron se juntaron con los gennin que habían aprovechado para darse un baño. Hikaru y Sora habían entrado en una absurda competición sobre quién podía llegar más lejos apuntando al jugar al hundir la flota mientras que Yuna se había quitado toda la suciedad del entrenamiento. Siempre se había dicho que aquel tipo de competiciones eran sanas entre amigos. Hikaru tenía que reconocer que disfrutaba mucho el hecho de estar con sus amigos y de encontrar en Sora un rival al que intentar seguir, aunque fuera difícil.
Por primera vez en más de quince días, los gennin abandonaron el palacio. Habían salido de él para ayudar a Naruto en algunas misiones y habían cumplido con encargos por mandato de Kakashi, misiones sencillas, propias de gennin. Sin embargo, era la primera vez que abandonaban el Palacio de la Ciudad Capital para dedicarse al ocio.
Sakura iba del brazo de Naruto. Se había deshecho de las ropas de viaje y se había vestido con la sencilla y característica falda rosa combinándola con una camisa de larga. El Hokage se había quitado el chaleco de jounnin y su característica capa blanca de letras caracteres carmesís aunque no las cómodas y holgadas prendas oscuras.
Hikaru fue relatándole a Naruto la aburrida vida que habían llevado aquellos días tras la partida de Kakashi. Naruto se mostró interesado en aquel hecho, aunque no pudieron decirle más que les había dejado tras recibir un mensaje y les había pedido que le dijeran que le había dejado un mensaje. Si aquello preocupó a Naruto, lo disimuló suficientemente bien como para que ninguno lo notara. Hikaru le explicó la resolución a la que había llegado. Le dio la razón en que le faltaba dedicación y que por eso le había pedido a sus amigos que le ayudaran.
- Me hace muy feliz ver que ante todo sois buenos amigos. Sakura-chan y yo teníamos un amigo, nuestro mejor amigo, de hecho, que cayó en desgracia. Había sufrido experiencias que ningún niño debería haber vivido. Aquello hizo que se olvidara de nosotros para buscar venganza y le perdimos. No quiero que nunca os pase nada así – les confesó Naruto.
Por todos en Konoha era conocido la norma que había impuesto el Hokage de no hablar mal públicamente de los Uchiha, el clan fundador junto con los Senju y que ya había desaparecido, y en particular sobre Sasuke. En más de una ocasión Naruto les había confesado que Sora tenía todo lo bueno que tenía Sasuke de la misma forma que Hikaru tenía todo lo malo de Naruto, algo que, obviamente le sacaba de sus casillas.
Se alejaron de los barrios más adinerados y llegaron a un gran barrio de trabajadores. Aunque la ciudad había crecido notablemente en la última década, la buena gestión de los gobernadores locales había hecho que no se convirtiera en un caos desestructurado y la ciudad seguía guardando esa armonía que a Naruto le gustaba, una armonía de edificios surcada por millares y millares de caóticas vidas, donde cada cual iba donde quisiera. La Ciudad Capital del País del Fuego se había convertido en una de las más grandes de todo el continente y seguía creciendo.
Sin embargo, Naruto no les había invitado a hacer turismo, sino a comer y así se lo dijo cuando señaló un edificio.
- Creo que es aquí.
En el letrero del mismo rezaba "ICHIRAKU RAMEN S.A". La gestión del pequeño negocio local de Konoha había hecho que la hija del dueño invirtiera las ganancias en ampliar su negocio creando más establecimientos en Konoha y con el beneficio de los mismos habían empezado a crear más locales fuera de la aldea. Según parecía ya se habían instalado en las ciudades más importantes de todo el País y habían abierto algunas sucursales en las capitales de los otros. Todo aquello había hecho que el dueño, sólo tuviera que dedicarse a preparar nuevos cocineros para que fueran capaces de crear el ramen como él lo hacía. No obstante, como favor personal, seguía cocinando para el Hokage. Los privilegios del poder, bromeaba Naruto.
El edificio era bastante grande y se había convertido pronto en un gran éxito entre la gente de la capital. Para quienes siempre andaban de un lugar a otro con prisas y sin disfrutar de la vida, el ramen de Ichiraku era uno de los mejores platos que podían comer. A parte de que contar con una foto del Hokage de los Dos Soles comiendo en el Ichiraku y recomendándolo a todos ayudaba bastante.
El restaurante estaba repleto, pero una simpática recepcionista les recibió cortésmente. En cuanto identificó al Hokage de la foto con Naruto Uzumaki rápidamente corrió a buscar al chef en cargado. El cocinero jefe salió a recibirles y les preparó unas dependencias para ellos.
- Si que ha prosperado esto...- comentó Sakura mientras que tomaba asiento.
La comida fue agradable. Naruto pidió para sí mismo ramen, decía que era lo único que podía hacer que se sintiera como en casa, pues había permanecido alejado de su hogar por más de dos semanas. Aunque Konoha estaba en buenas medidas – en las de Shikamaru Nara – no impedía que como buen líder se preocupara por la seguridad de la villa. Hikaru y Sora pidieron una parrillada de carne, de la mejor – Hikaru comentó que pretendía aprovecharse de la invitación de Naruto -. Yuna y Sakura prefirieron algo más ligero y optaron por sushi. Lo cierto era que el ramen era el plato estrella, pero los restaurantes habían diversificado negocio, algo que Naruto no aprobaba.
Sakura estuvo muy elocuente. Hikaru percibió que era la primera vez que al sonreír, realmente, sonreía. Con quien más hablaba era con Yuna y en especial de cosas de mujeres, cosas que no le interesaban mucho al chico. Él prefería escuchar de Naruto todas las nuevas que traía de su viaje y sobre los planes que tenía para su futuro.
Naruto no pidió postre para él, era de los que consideraban que encima del ramen nada debía echarse. Sin embargo, sí que invitó a los demás a potres. La camarera que les sirvió los trajo acompañados de un regalo de la casa: una brochetas de fruta. Hikaru las rechazó por principios, la fruta no era un postre, pensaba. No obstante, Naruto le obligó a comérsela. Él también tuvo que hacerlo a pesar de su estricta política de no comer nada encima del ramen.
- Especial regalo de la casa éste es. Exquisita y dulce fruta ésta es. Importadas desde lejanas tierras más allá de los mares océanos son.
- ¡Oh! Muchísimas gracias – respondieron educadamente los tres pupilos.
- Muchas gracias – repitió Sakura.
Hikaru se dio cuenta de que Naruto se había quedado observándola fijamente. Hikaru conocía suficientemente a su sensei para saber que aquello no le había gustado. Puede que fuera despistado, con gran gusto por las mujeres a una edad temprana y no se tomara en serio sus entrenamiento –o, al menos, hasta el momento- pero si algo era, era observador.
- Naruto – le llamó la atención Sakura.
- Ah, sí, perdón, dattebayo – sonrió llevándose la mano a la nuca – Muchas gracias.
Tras aquella comida, Naruto, por fin, hizo lo que tanto deseaba. Tras reunirse con el Señor Feudal, regresaron a Konoha.
Hikaru evitó muchas sentimentalidades con sus parientes. Sus relaciones con ellos eran bastante tensas. Siempre la acusaban de desprestigiar el nombre de la familia y él en consecuencia lo hacía más. Aquella había sido su principal forma de actuar hasta que Naruto lo tomó bajo su mando, aunque aquello era otra historia que no le gustaba recordar. Le bastaba con saber que ahora sólo podía mejorar porque su sensei y sus compañeros lo tenía todo cuanto era necesario.
Transcurrieron diez días en los que Naruto los estuvo sometiendo a un duro entrenamiento además de atosigarles con misiones que aunque calificadas con el rango D bien podrían ser de rango C. Algo le decía que tenía reservados para ellos una sorpresa. La emoción y la expectación era muy elevada cuando una mañana les llamó a su despacho junto a Shikamaru Nara y su equipo compuesto por, entre otros, Ryu Sarutobi, nieto del Sandaime Hokage e hijo del difunto Asuma Sarutobi que dio su vida defendiendo Konoha de Akatsuki.
Hikaru había considerado siempre a Ryu como su rival, de hecho se habían propuesto combatir por el puesto de chunnin desde que se graduaron como gennin. Ryu era muy fuerte. Era heredero de un gran linaje con un gran sensei. Él era Hikaru, un chico que nada más que tenía su astucia y agilidad y al Hokage como maestro
Naruto les hizo pasar, estaba sonriente. En los últimos tiempos siempre lucía una sonrisa, aunque Hikaru podía leer que era solo una fachada.
- Bueno, dattebayo – comenzó diciendo.- Han pasado casi tres meses desde que os graduasteis y falta poco más de un mes para que se celebren los exámenes a chunnin que este año tendrán lugar en Kirigakure.
Hikaru no se lo podía creer. Se lo estaban diciendo.
- De todos los equipos gennin que se licenciaron este año sólo vosotros seis habéis demostrado tener las facultades y aptitudes necesarias. Aunque eso no quiere decir que vayáis estar solos. Más de quince equipos va a presentar Konoha de otras graduaciones. Sin embargo, tanto Shikamaru-sensei como yo hemos creído que de los novatos, vosotros...
La puerta se abrió de golpe y Shizune-san entró alarmada.
- Dattebayo, ¿qué ocurre Shizune?
- Naruto-sama... Pakkun ha traído un mensaje de Kakashi-sama.
- Es urgente, Naruto – añadió el perro
- ¡Un chucho que habla! – Exclamó Hikaru aunque nadie le hizo caso.
Tanto Shikamaru como Naruto intercambiaron una mirada de preocupación.
- Salid fuera, niños. Hokage-sama os terminará de dar la buena noticia ahora.
Los seis salieron fuera tal y como se les había dicho. Pasaron unos minutos en el que oyeron la voz de Pakkun distorsionada y sin entender qué decía exactamente. El Palacio del Hokage y, más en concreto su despacho, estaban blindados por aquel tipo de técnicas para hacer frente al espionaje.
Finalmente, la puerta se abrió y por ella salieron Shikamaru muy serio y Shizune con los ojos vidriosos, a punto de llorar.
- ¿Qué ha ocurrido?
- Estáis dispensados para hacer lo que queráis hoy, pero salid del Palacio y no molestéis al Hokage – les ordenó Shikamaru a los seis.
Mientras que salían, escucharon un gran jaleo. Alguien estaba destrozando el mobiliario, preso de una furia y un dolor inabarcables. Se podían escuchar sus lamentos y sus gritos de angustia. La rabia no cesaba a pesar de que las cosas que podía romper cada vez eran menos. Sora, Yuna y Hikaru se miraron asustados y a la vez realmente entristecidos. Se escuchaba en todo momento el aullido triste de un perro. Ese alguien era Naruto y aquel animal era Pakkun. Lo único que podía provocar esa reacción era la muerte de su maestro.
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Naruto Hakitori 2 (Las Crónicas del Fénix)
AdventureTras la 4ª Gran Guerra Ninja, los grandes países comienzan a construir la paz. Sasuke, Tsunade y muchos más han caído en la última batalla. La historia comienza cuando Naruto es nombrado como Hokage en la llamada Plaza de la Paz, una gran construcci...