LA PALABRA DE UN MAESTRO

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Los rasengan de Naruto y Menma parecieron cantar última vez al chocar.

La fuerza con la que uno y otro manejaban sus armas era incontenible, incapaz de reproducir por cualquier otro mortal. Los dos decidieron emplear el mismo ataque. Desprendieron una de sus manos, las que no sostenían aquellas esferas de chakra y la abrieron todo cuanto pudieron liberando todo su poder, hasta casi tocarse la una a la otra.

Nada podría haber preparado a Naruto para aquello. Toda la realidad se alteró de acuerdo al poder de los dos. El manto de chackra que les cubría desapareció y entraron en una atemporal dimensión donde todo era real y a la vez no. Los dos aparecieron separados a cientos de kilómetros y a la vez a escasos milímetros.

Lo que más sorprendió a Naruto no era haber creado aquel lugar, no. Sino que la máscara de los siete rostros que él había dejado anulada había desaparecido y en su lugar estaba él: Naruto. Se veía así mismo, pero no podía ser.

Un halo de luz dorada conectó sus corazones. "Chackras similares reaccionan" le había explicado su padre durante la batalla final contra Madara. Aquello solo podía significar una cosa que no comprendía y le aterraba. Sus almas eran una sola, por eso soñaba con ser Nanaitsumi, por eso la oscuridad del corazón de Nanaitsumi le atormentaba y por eso la obsesión de Nanaitsumi con Sakura.

"La maldición has de romper" creyó escuchar Naruto la voz de Hiraishin.

Aquél rayo dorado que conectaba a Naruto y a Menma se escindió. Pareció crearse un árbol gigante. Mil ramificaciones se desprendieron trazando arcos por encima de ellos, entrelazándose a su alrededor hasta dejarlos encerrado en una red dorado, con la forma de una campana. La luz del corazón de Naruto se desbordaba de su interior y luchaba contra la oscuridad.

Naruto vio que su enemigo tenía los ojos completamente abertos de sorpresa ante lo que estaba ocurriendo, y que forcejeaba en un intento de romper el hilo de luz que seguía uniendo su corazón. "Ésta será tu perdición". Menma intentaba destruir cont odas sus fuerzas aquella unión, a lo que Naruto respondió realizando una combinación de sellos aleatoria (o no tanto, pues parecía que alguien se los dijera).

Y entonces, un sonido hermoso y sobrenatural llenó el aire. Procedía de los corazones de Naruto y Menma. Un canto bello de un solo pájaro empezó a sonar por aquel triste y vacío paraje en el que solo se encontraban los dos. Era un canto lleno de vida y esperanza en el que cada nota le hacía sentirse mejor, recuperar la energía, la vida. Era la canción de la esperanza.

En cambio, el rostro de Menma estaba descompuesto. Parecía murmurar incontroladamente la palabra "madre". Él también la conocía, la había escuchado poco antes de volver a la vida resucitado por una pluma del fénix.

"La conexión no rompas, la canción de Fennisuku tu única posibilidad ésta es"

Sabía qué tenía que hacer. La respuesta había estado ahí siempre. No podía pensar en Sakura, ni en Konoha, ni en Hikaru recién asesinado. Sólo pensaba en Menma y en él mismo. Pero cuanto más lo pensaba, más difícil era llevarlo a cabo. Al principio la desbordante energía que liberaban era invisible. Pero a medida que aumentaron la potencia, la energía fue cobrando fuerza. Naruto estaba alentado por la extraña melodía.

Del alma de Menma empezaron a salir decenas de diminutos puntos de luz que brillaban con la fuerza de auténticas estrellas doradas. Naruto empezó a realizar los sellos que su corazón le decía. La canción de Fennisuku traía a la vida a los muertos y aquellos puntos, sí, debían ser sus almas. "Cuando matas a alguien, parte de él siempre queda en ti" le enseñó un día Jiraiya explicándole que el ninjutsu era para defenderse y no atacar. No comprendía cómo, pero iba a utilizar a todos los que habían sido asesinados por Menma.

Su enemigo comprendió que pretendía. Él también recibía las instrucciones de su señor, Shin. Utilizaba todo su poder para intentar defenderse, pero le era imposible. El primero de muchos cuerpos luminosos, compuestos por cientos de diminutas estrellas que brillaban al ritmo de la canción de Fennisuku. Aquellas almas que tomaban forma se lanzaron contra quien les había privado de la vida.

Naruto sólo reconoció a una:la de Hikaru.

"Sensei, no tengas miedo, ni te sientas triste. Estoy aquí para guiarte"

"¡Tú no deberías haber muerto por mi culpa!" Pensó. Todo sucedía en su cabeza.

"Yo soy el precio a pagar. Sensei, si no detienes la oscuridad que él ha traído al mundo no habrá esperanza. Tu hijo no podrá nacer en un mundo en paz. No habrá siquiera mundo en el que nacer"

Conforme hablaban Naruto pudo ver pasar ante sus ojos las visiones que le habían acosado durante tanto tiempo en sus sueños de guerra y de caos. La oscuridad reinando y sobre ella reinando un anciano de ojos sanguinolentos, Shin. Naruto no entendía nada, pero escuchaba con atención. Naruto sintió cómo comenzaba a elevarse sin moverse y pudo ver todo su mundo rodeado por una oscuridad que avanzaba devorándolo desde sus esquinas. En el centro de su hogar, del País del Fuego se había alzado una oscuridad tan o más negra y malvada como la que fagocitaba la tierra.

"Todos a los que Nanaitsumi mató ahora claman venganza. Esto sólo está pasando en tu mente, pero debes usar el poder que te mostró el anciano para permitirme volver, aunque sea durante unos segundos a mi cuerpo. Debes sacrificarme para detenerlo. Si no sellas en mi interior la oscuridad que ha liberado no dispondrás del tiempo que necesitas para parar a Shin".

"¿Cómo sabes todo eso?" Gritó con toda su alma.

"En donde he estado he obtenido todas las respuestas. Ojalá pudiera decírtelas todas, pero se acaba el tiempo. Prómeteme que harás lo que me enseñaste a hacer: siempre lo correcto" Naruto sintió cómo Menma se liberaba de sus captores venidos de ultratumba.

"Lo prometo" respondió.

"Todos esperamos por la venida de Kyūseishu, busca a Hiraishin, él te dará las respuestas que te faltan. Gracias, sensei, gracias por todo"

Y la luz dorada que unía a Naruto y a Menma desapareció. La jaula de luz desapareció y la canción de Fennisuku también. Las almas traídas a la vida por dicha canción no desaparecieron de igual forma. Naruto se vio empujando su rasengan contra el de Menma. Todo aquello sólo había sucedido en un instante de tiempo.

Una luz blanco azulada y otra roja comenzaron a inundarlo todo. Naruto amagó en hacer más fuerza al igual que su contrario. Tanta tensión, finalmente se rompió y debido a la antitética y a la vez igual naturaleza que le daba forma a ambos chackras, los dos se anularon en una explosión que provocó una hecatombe.

Naruto se apareció junto al cuerpo de Hikaru esquivando así la explosión y la gigantesca onda expansiva. Pudo ver su maltrecho cuerpo respirar agónicamente, aunque se moría. No había nada que pudiera hacer. La muerte se había cobrado su víctima. Aquello solo era el regalo del precio a pagar. Si Sasuke estuviera vivo, los dos podrían emplear el poder del Sabio de los Seis Caminos para hacer cualquier cosa.

Sin embargo, él estaba solo. Le había hecho una promesa a su discípulo. Con los ojos llenos de lágrimas y llorando amargamente realizó los sellos de los Uzumaki. Naruto liberó toda la energía del Nirvana que pudo convocar y aprovechando los sellos que había aprendido comenzó a canalizar toda la oscuridad y la propia explosión hacia el cuerpo de Hikari.

No tuvo miedo de fallar. No podía fallar. Hikaru había muerto y no malgastaría su sacrificio. Gritó con fuerza y cada vez más para imponer su poder aquella oscuridad. La luz comenzó a brillar, el aire dejó de soplar y las nubes desaparecían absorbidas por el cuerpo de Hikaru, cuya vida, una de las más preciadas para la persona que sellaba, era el soporte.

Y la luz ganó aquel asalto. El día del juicio había acabado, pero llegaría en otro momento, así se lo había mostrado Hikaru. Sólo habían conseguido que el curso de los hechos transcurriera con normalidad.

A lo lejos Menma se levantaba. La máscara de Bakemono empezó a desmoronarse mientras se convertía en polvo. Naruto se cercioró de que aquel rostro era el suyo, de que no había sido ningún engaño de aquella otra realidad. Efectivamente, el rostro era el de Naruto, pero sólo había un auténtico Naruto Uzumaki.

— ¡ESTO NO HA TERMINADO, NARUTO!—Gritó Menma empleando su propia voz, idéntica a la de Naruto.
—Si tengo que matarte lo haré. ¡Estás acabado!
—¡Esto sí ha terminado! —Exclamó alguien.

Detrás de Menma aparecieron dos sujetos, ataviados con las ropas de Shuha, manchadas de sangre. Parecían cansados. Debían haber estado combatiendo.

—Shin ordena que nos repleguemos.
—¡NO TENEMOS LA ESTRELLA!
—Ni tú tu máscara, ni nosotros un ejército—Le replicó el más recio de los dos sujetos que habían aparecido. Naruto memorizó sus rostros y sondeó su chackra.
—¿Hemos perdido?

No llegó a escuchar la respuesta pues el maestro cogió el cuerpo del aprendiz y ambos desaparecieron.


* * *


Sakura suspiró. Estaba totalmente agotada. Desde muy temprano el día había sido un no parar. De la batalla había pasado a trabajar en el hospital: atendiendo a los heridos provenientes del campo de batalla, operando a los casos más graves, sanando heridas mortales... Su chackra estaba a un nivel muy bajo, pero por lo menos esta había sido la última operación de su turno.

—¿Sakura, te encuentras bien?- preguntó Shizune.
—Si, es sólo que estoy cansada.
—Entonces sería conveniente que descansaras. Estás muy pálida. Has hecho demasiado hoy.

La muchacha miró al techo. La mortecina luz del quirófano, ahora ya vacío, caía sobre sus hombres dando a su piel un tono más blanquecino casi de un color enfermizo. Sakura aceptó el consejo y decidió volver a su casa para descansar.

Al salir del hospital comprobó como el sol seguía eclipsado por crepúsculo de nubes negras, síntoma de la batalla que se libraba a las afueras de Konoha. No había trascurrido ni una década desde que Naruto pusiera fin a la Cuarta Gran Guerra Ninja cuando la sombra de la guerra volvía a caer sobre el mundo.

"Vendrán otros como yo. Aunque me derrotéis, el ser humano es codicioso y busca ser superior a sus iguales. Mientras esto sea así, Madara Uchiha seguirá vivo". Aquellas fueron sus últimas palabras... ¿Volvería estar detrás de aquella situación?

Tranquila y sin ninguna prisa, reflexionando conforme caminaba, llegó a la casa de sus padres. Allí sus padres la recibieron cariñosamente y la invitaron a comer algo. Ella les devolvió el saludo pero declinó la oferta alegando cansancio. Ya en su cuarto miró una foto que nunca olvidaría. En ella estaba el Equipo 7 que tiempo atrás había estado unido y ahora lo separaba una guerra. Se tumbó sobre la cama y se durmió entregándose a los brazos de Morfeo por completo tan sólo con una débil súplica en sus labios:

—"Por favor, que no les pase nada..."

De nuevo se encontraba trabajando, apenas una hora después. Los heridos no paraban de llegar de la batalla, que según relataban los que en mejores condiciones estaban se estaba viendo a favor de Konoha. Llegaban noticias extrañas. Un ejército había aparecido de la nada. Algunos hablaban de fantasmas. Otros decían que eran refuerzoas de la Alianza. No había nada claro.

Todo el hospital de Konoha era un caos. Sakura apenas había dormido pues a mitad de la noche varios ANBU habían venido para devolverla a su puesto de trabajo. Y así, llevaba demasiado tiempo.. Se acercó al mostrador cuando un grupo entró armando un gran revuelo. Un corro se formó en torno a los recién llegados.

—¡Rápido, rápido! ¡Un médico!—Pedía una enfermera.

Sakura corrió a atender a los heridos que venían del frente. Entre el corrillo que se había formado pudo ver a un chico rubio. Entonces se temió lo peor. Corrió a por él, no podía ser... Cuando lo vio se tranquilizó pero este estaba manchado de sangre y en shock. Al lado de él se encontraba un gennin de pelo negro sobre la camilla. Una fea herida le cubría todo el lado derecho izquierdo. En su pecho tenía grabado un sello de los Uzumaki.

—Naruto, Dios mío...
—¡Sakura-chan!, cúrale...- la interrumpió con las lágrimas en los ojos. Sin embargo, Sakura vio en su rostro que sabía que era imposible.

Sakura se dispuso a hacerlo. Se concentró y reunió rápidamente su chackra para poder curar al pupilo de Naruto. Sin embargo cuando ya había comenzado la técnica una de las enfermeras detuvo a la kunoichi indicando que el joven había muerto.

Sakura no le hizo caso. Intentó usar su jutsu curativo. El chackra fluyó hacia el cuerpo del gennin. No ocurría nada. Volvió a intentarlo con más insistencia mientras llamaba a dos médicos más. No sucedió nada.

"Por favor, por favor" rogaba la joven.

Sus ruegos resultaron en vano. Sakura le cubrió con una sábana y al instante su corazón se partió en dos cuando escuchó un desgarrador grito de dolor proveniente de Naruto.

—¡¡¡¡¡¡HIKARU!!!!!!
—Yo me encargaré del Hokage, proseguid con los demás heridos—ordenó Sakura a los enfermeros.
—¿De nuevo la guerra llama a nuestras puertas?
—¿No sirvió de nada el sacrificio de los valientes shinobis que dieron su vida luchando contra Madara?
—Es cierto... Ni siquiera nuestro Hokage ha podido evitarlo.
—La oscuridad vuelve a azotar este mundo...
—Hemos ganado hoy, pero, a qué precio.

Y otro tipo de comentarios fueron los que Sakura evitó para Naruto. Se lo llevó a un cuarto aparte. No podía imaginar cómo reaccionarían Sora y Yuna, los amigos de Hikaru y otros dos discípulos de su marido.

Naruto no había dicho nada más. Estaba hondamente deprimido y Sakura podía saber que estaba al borde del colapso. Se agachó y se quedó mirando a sus ojos del color del cielo cuando le dio un débil beso en la mejilla. El chico respondió con una caricia y una melancólica sonrisa que al instante desapareció. Sakura se sentó a su lado y le cogió de las manos mostrándole su apoyo.

Habían pasado diez años desde que la Cuarta Guerra Ninja terminara. Hacía poco más de seis meses se le habían confiado tres gennin al Hokage, Naruto Uzumaki: Hikaru, Sora y Yuna. Naruto se había esforzado en instruirlos adecuadamente.

Naruto la miró y buscó con la mirada su hombro. Sakura se lo entregó acariciando su pelo mientras lo consolaba. Cuando se hubo tranquilizado le preguntó:

—¿Qué sucedió, Naruto?

El rubio tragó saliva y soltando el nudo de su garganta se lo contó todo.

—¡MALDITA SEA! Maldita sea, Sakura-chan. Si hubiera sido fuerte les habría dicho que no y me habría repuesto al ataque de Nanaitsumi. ¡MALDICIÓN! Soy el Hokage, yo debo protegerlos a todos. Y sin embargo, hemos sufrido uno de nuestros peores ataques. Muchos han caído y, lo peor, ha caído mi alumno. Él se ha sacrificiado en mi lugar. Yo soy el que ha aprendido la lección. Soy el Hokage, el Hokage que no cumplió su palabra: no traje a Sasuke de vuelta...
—¡Deja de culparte por lo de Sasuke! – le reprendió Sakura, no quería volver a saber de él, pero Naruto parecía que no se lo perdonaba. Ella sólo sabía, o quería saber, que Sasuke había desaparecido tras derrotar a Obito y a Madara

Sakura se imaginó el resto pero Naruto prosiguió su explicación.

—Nos enfrentamos a muerte. Otro cobarde que se esconde bajo una máscara, una máscara de siete rostros. Sakura-chan, fui un estúpido. Era como si volviera a enfrentarme a...
—¿Madara?—anticipó Sakura temiendo lo peor.
—No. No lo sé. ¡DIABLOS! me atacó por la espalda dejándome paralizado—Sakura se sorprendió—.No sé cómo pero Hikaru rompió el jutsu del Señor de Siete Rostros y se enfrentó a él. Obviamente no le costó derrotarlo.

Los ojos de Sakura se llenaron de lágrimas y entonces abrazó a Naruto con todas sus fuerzas diciéndole:

—Lo siento, Naruto, lo siento tanto.
—Sakura-chan no tienes que sentir mis errores. Voy a resolver este asunto. Soy el Hokage. Mi deber es proteger a la aldea y a sus aldeanos como si fueran mi familia. No les fallaré. La muerte de Hikaru no será en vano. Te lo juro. Acabaré con esta nueva amenaza que es el Señor de los Siete Rostros.
—No hagas estupideces. Por favor, te lo pido por los dos.
—¿Los dos?—Preguntó sin entender.
—Estoy embarazada. Espero a nuestro hijo.

Naruto abrió los ojos como platos. Sakura vio como quería sonreír y gritar, pero la tristeza y la impotencia de haber visto a su alumno sacrificarse de aquella manera se lo impedían. Naruto echó su cabeza sobre el hombro de Sakura y empezó a llorar. Ella le acarició la cabeza, casi maternalmente. Sabía que lloraba de alegría y a la vez de rabia.

Sakura tomó nota de que aquel niño había ayudado a que su hijo viniese al mundo. Estaba aterrada porque no sabía que le depararía el futuro, pero ahora tenía claro que ese hijo suyo que tenía en su vientre, iba a nacer en un mundo mejor.

Naruto Hakitori 2 (Las Crónicas del Fénix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora