LAS PRUEBAS DE LOS HERMANOS

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Sakura seguía cogida de la mano de Naruto cuando llegaron a una gran explanada en mitad de la enorme montaña que era el Monte Tayto.

"Debería haberlo imaginado" pensó. Ahora todo le parecía muy sencillo. Tayto era una gigantesca montaña a cuya sombra había crecido la Ciudad Capital y su nombre era la antigua palabra para denominar al sol. Tantos años delante de sus narices y no lo había visto. Había estado completamente ciega. De repente, el pensamiento de que todo cuanto el enemigo había hecho por aislarla de Naruto había consistido en una forma de distraer su atención no le pareció ninguna estupidez.

Buscando el apoyo de Naruto le cogió de la mano, con afecto y con fuerza. Le miró y atisbaron en el rostro del otro una pequeña sonrisa. Sintió como su cuerpo se cargaba de energía cuando el manto del chackra de Kurama cubría su cuerpo. No era exactamente el chackra del bijuu. Nadie que no fuera Naruto podría soportar aquel poder. Él lo moldeaba y se lo daba con su propio chackra. Era un conector. Además, Sakura sentía una especial conexión con el chackra de Naruto y aquello le preocupaba pues imaginaba a qué se debía.

- Nunca te había visto luciendo el modo sennin. Estás espléndida, dattebayo. Haces justicia a tu nombre: pareces una auténtica princesa.

"Aunque no es solo el modo sennin" Sakura había acumulado durante años su propio chackra en el diamante de su frente y al dominar y aprender el senjutsu de las babosas de su propia Reina había guardado gran parte de la energía natural. Con los años, había hecho parte de su cuerpo aquel chackra y al liberarlo no sufría los efectos secundarios que mutaban su aspecto. Sin embargo, desde hacía unas semanas, desde que había emprendido su entrenamiento, Sakura había descubierto un nuevo poder en su interior.

- Juro que te protegeré, Naruto, y que no dejaré que le ocurra algo a Yuna – le prometió ella. "Quise hacerme más fuerte para protegerte. No puedo dejar que mi único sueño se desmorone" pensó - ¿Han entrado ya? – Preguntó.

Naruto cerró los ojos y permaneció totalmente inmóvil como una estatua. Ambos sabían que quien se había llevado a Yuna era Nanaitsumi, el asesino de su hijo, el asesino de su maestro y de otros tantos inocentes. Sakura sabía de él lo que Naruto le había contado. Con una gran cantidad de chackra y cuyo mayor poder residía en su característica máscara de siete rostros además de haber hurtado de los Uchiha sus ojos y sus poderes. Por esa razón ambos habían liberado sus más poderosas técnicas. Era un enemigo que lo requería.

La puerta le recordaba mucho a la del Templo que había visitado en Uzushiogakure tantos años atrás. Sin embargo pronto empezó a percibir detalles que la diferenciaban del templo en ruina Aquella puerta había sido levantada por ingenieros menos avanzados que los que construyeron la aldea del clan Uzumaki. Presentaba todos los rasgos característicos de los maestros antiguos: era cuadrangular, se abría hacia dentro y en la cima de la puerta se alzaba lo que en otro tiempo fue un kanji, ahora irreconocible. Encima de la misma había esculpidos dos rostros: uno que había sobrevivido mágicamente a la maleza y a las inclemencias del tiempo y reflejaba un perfecto rostro angelical y otro en el que no se sabía que las imperfecciones se debían

Naruto abrió los ojos y al hacerlo Sakura percibió como el medio natural y su esposo formaban una única entidad.

- La de la izquierda – señaló - es igual que la máscara de Bakemono, la de los siete rostros, la que siempre lleva ese maldito cabrón – comentó enfadado.

Era sorprendente. Con el paso de los años Naruto se había hecho realmente poderoso, aunque... No era el mismo. Esa luz y esa bondad que siempre había en él, que eran propias de Naruto, ya no eran iguales que antes. Sakura podría describirlo con un color: rojo como la sangre que quería ver derramar a su enemigo.

"Todo esto es obra mía" se culpó Sakura. Él había de nuevo cargado su sufrimiento y ahora lo había convertido en un motivo para luchar. Veía a Naruto y la sombra que proyectaba era la de Sasuke: alguien que anhelaba cobrarse su venganza.

Su corazón estaba eclipsado por oscuros sentimientos que deformaban al verdadero Naruto, al hombre que luchaba por la paz y que por cambiar el mundo nunca renunciaría a sus ideales. "No puedo dejar que el enemigo derrote a Naruto" y no se refería en el campo de batalla. Si no recuperaba a su esposo, al hombre que había sido, que sonreía sinceramente, que era feliz y cuyo valor y determinación habían inspirado un nuevo modelo para aquel mundo, Shuha y quien estuviera detrás de ella (Nanaitsumi o quien fuera) habrían ganado.

- ¿Cómo evitarías que el hombre al que amas cometa una estupidez, mamá? – le había preguntado a Mebuki un día a solas, mientras Naruto y su padre bromeaban, en la intimidad que había entre una madre y una hija
- ¿Qué le ocurre? ¿Es algo grave? ¿Problemas para la aldea? – se preocupó su madre
- No lo sé. Sólo sé que ahora le pierdo a medida que pasan los días. No está pasando por su mejor momento y, en buena parte, se debe a mí. Se ha presionado demasiado por mi culpa y siente que no me protegió lo necesario.
- Demuéstrale que estás a su lado y que sabes qué le ocurre. Reclama tu papel. Puede que él sea el Hokage, pero tú eres su esposa. No le dejes ni un minuto más estar solo. Él sabrá apreciarlo.

Y eso estaba haciendo, pero a pesar de estar más cerca, seguían estando separados. A pesar de que cuando se comportaban como Naruto y Sakura eran los mismos que en otro tiempo fueron, cuando los huracanes traían guerras, cuando eran el Hokage y su esposa volvían a separarse. Lograr que Naruto le contara toda la verdad, o la mayor parte, había sido un gran avance, pero el Naruto de ahora era algo más reservado y si podía evitar dar información lo haría.

- Puedo sentir a Yuna en su interior, pero no puedo sentir la presencia de Nanaitsumi – respondió finalmente el Hokage - ¿Cómo entraremos aquí?
- ¿No habías estado antes? – Preguntó ya sabiendo la respuesta
- Sí, cuando recuperé las estrellas - recordó - La Geisha – "hiciste más por nosotros incluso muerta de lo que otros han hecho en vida, ¿quién eras realmente, Mikono?" pensó Sakura al evocar su recuerdo - me había proporcionado una técnica para abrir sus puertas, pero esta técnica se autodestruyó en el momento en que la empleé. Si hubiera imaginado que ahora haría falta, no me hubiera alegrado de su destrucción.
- Se te olvida con quién te casaste.

Sakura acumuló chackra en su puño hasta tal cantidad que éste tomó color, por primera vez. Era de un inusual color esmeralda como sus ojos. Cada vez estaba más convencida. Sakura recitó unas palabras que había aprendido del rollo de los Hokage. Corrió hacia la puerta tan rápido como pudo, echó hacia atrás el puño y, finalmente, lo estampó con la gigantesca puerta. Su golpe fue seguido de un estruendoso ruido. Se escuchó como la dura roca se quebraba. La kunoichi retrocedió de un salto y en unos instantes no quedó un obstáculo. La roca de la montaña se había pulverizado por completo.

- ¡Cuidado, Sakura-chan! – la avisó Naruto, quien al instante se apareció junto a ella.

Los dos rostros de piedra abrieron sus fauces. Entonces una gran tromba de agua cayó sobre ellos, aunque no era el elemento de la vida. Todo lo contrario. Era la misma muerte que en forma de sangre erosionaba la pared de la montaña y con la fuerza del agua al caer desde una cascada a más de cien metros. Naruto y ella lo esquivaron saltando, cada uno en una dirección. Sakura percibió una gran cantidad de chackra que tomaba forma al ser invocada

- ¡Naruto! – le alertó.

Dos gigantescas aves de hierro aparecieron, las seguían cientos de diminutos pájaros de afilados picos y mortíferas guerras. Las dos más grandes, que lucían enormes alas de plumas que brillaban a la luz del sol y colas con siete grandes plumas. Sus recuerdos la golpearon como un jarro de agua fría. La trampa se había activado al romper la montaña. La sangre que habían vomitado aquellas dos bocas de piedra sólo era el sacrificio necesario para traer a los protectores de la Casa de la Eternidad...

En un instante se vio a sí misma en el templo de Uzushiogakure, con Orochimaru encadenado por sellos más poderosos y ancestrales que sus engaños y tejemanejes y con un relieve en la pared que pasó desapercibido, algo que quedó grabado como el fuego de un fénix en su subconsciente y que ni el más poderoso de los embrujos de Nanaitsumi había podido evitar. Ella ya había visto aquel tipo de pájaro y no era un pájaro: era Fennisuku, no el auténtico, pero si una imitación para guardar la Casa de todos los intrusos que no hubieran recorrido el camino de los Cinco Hermanos.

Naruto se encaró a una de ellas que se había lanzado en picado y la esquivó cayendo con elegancia al suelo. Sakura hizo lo propio, aunque dirigió su salto hacia la pared de la montaña. Mientras que aquellas réplicas del fénix volvieron a alzar el vuelo, cientos de pequeñas aves iguales en forma pero mucho menor en tamaño se lanzaron contra ellas como letales saetas arrojadas con la más mortífera precisión.

La kunoichi realizó unos sellos. Empleando el chackra natural notó como sus glándulas salivales se estimulaban debido a la gran cantidad de chackra y segregaban una sustancia viscosa y ácida que quemaba aunque no le hacía daño debido a la elevada rapidez con la que sus células se regeneraban, en parte, gracias a la técnica de Tsunade. Con su chackra le dio impulso y lo escupió en un potente aliento ácido como el de una babosa moviendo la cabeza y creando una lluvia de ácido que muchas de aquellas aves esquivaron. Las que no, vieron el metal del que estaban fabricadas reducirse a una humeante nada.

Sin embargo, eran insistentes. Abrieron sus picos y conjuraron cientos de pequeñas bolas de fuego. Sakura las esquivó corriendo por la pared. Los ígneos proyectiles de sus enemigos al estallar contra la pared provocaron pequeñas explosiones, letales si se tenía en cuenta que la montaña era inestable y que las rocas por las que corría Sakura bien podrían caerse en cualquier momento y deslizarse con ella.

Lanzó una mirada hacia el suelo y vio como Naruto se enfrentaba a todas las pequeñas que como una bandada de cuervos que se lanzaban para devorar un cadáver indefenso acosaban a Naruto. Lanzaban ataques con sus afilados picos al caer empicad, disparaban ígneos proyectiles y si no intentaban herir a Naruto con sus garras.

El Hokage se libraba de ellos empleando el chackra de Kurama y su kekke genkai. Sakura nunca lo había visto en acción y era sorprendente. Naruto parecía una estatua hecha con los rayos de sol. Era como una gigantesca bola de fuego dorada como el sol que lo iluminaba todo y contra la que sus enemigos no podían hacer más que quedar ciegos.

Uno de aquellos fénix de hierro se lanzó contra él y Sakura vio como abría su pico para tragárselo. Naruto alzó su brazo y con una mano empezó a realizar unos sellos. "¿Cuándo demonios ha aprendido eso?" pensó sorprendida. Como si de una gigantesca antorcha se tratara un haz de luz solar salió disparado hacia el ave que no frenó su caída. Naruto detuvo su jutsu y saltó para esquivarlo.

Sakura tenía sus propios problemas. Su ácido aliento no había acabado con todas aquellas pequeñas guardianas de la Casa de la Eternidad y además el otro fénix metálico se lanzaba contra ella y hacía de sus garras mortíferas espadas difíciles de confrontar.

Naruto le lanzó una mirada y Sakura entendió qué le pedía. Era la opción más arriesgada aunque la más rápida. Naruto nunca tenía miedo a nada, algo que a ella le infundía valor, pero aquello era demasiado arriesgado. No obstante, por su mirada la joven pudo ver cómo no había ninguna duda en su petición. Tragó saliva y rogó porque todo fuera bien.

Sakura saltó para encontrarse con él dejando de escalar la montaña mientras que liberaba algo de su chackra a medida que realizaba los sellos que Naruto le había pedido. Era la primera vez que ella hacía aquello. Nunca antes había empleado aquella técnica y menos para usarla en conjunto. Las técnicas que requerían varios usuarios exigían que todos usaran el mismo nivel de chackra, a la misma intensidad, que todos estuvieran conectados psicológica y físicamente, en definitiva, que existiera un vínculo... Sí que había ensayad con él,... ¡pero de ensayar a usarla en mitad de una batalla había un trecho! "Vamos, Sakura, confía en ti, como siempre ha hecho"

Mientras tanto, el Hokage golpeó con una gigantesca cola formada por el chackra de Kurama al fénix que perseguía a su esposa para proteger su caída y los dos se encontraron.

Se pusieron espalda contra espalda y agarró la mano de Naruto con fuerza. Ella se concentró y visualizó en su mente un mar. Naruto se transformó de nuevo en aquella estatua ígnea que hacía envidiar al sol para protegerlos mientras Sakura, nerviosa, procuraba que todo encajara perfectamente: sus respiraciones, sus latidos, la velocidad e intensidad de circulación de su chackra.... Cuando estuvo lista no necesitó ninguna instrucción.

- ¡Fuuton: Tatsumaki kurīmu! – gritaron a la par

Naruto liberó una buena parte de su chackra y con su mano le dio forma de tornado. El aire empezó a soplar con fuerza en torno a ellos. Giró en torno a ellos cada vez con más fuerza y a una mayor velocidad hasta que no pudieron ver más allá de aquellas paredes giratorias de viento. Era todo un tornado el que el Hokage había creado. Sakura liberó su energía y le dio la forma natural que Naruto precisaba. Uno de los dos grandes fénix que batían sus alas contra el viento para llegar hasta ellos empezó a moverlas con más dificultad.

Sakura, sorprendida, asistió a como el aire del tornado se tornaba mortalmente frío, tanto que el hielo empezó a cubrir aquella criatura. Saltó hacia el cielo y acumuló una buena cantidad de chackra en su puño y entonces golpeó con su fuerza reduciéndolo a mil pedazos que brillaron como pequeñas estrellas de polvo diamantino. Cuando cayó al suelo, Naruto le llamó la atención y ambos alzaron la vista.

Sin embargo el otro había alzado el vuelo, saliendo indigne de aquel huracanado torbellino. Encontraron en el cielo un enorme pájaro de fuego que ardía con la fuerza de miles de llamas violáceas y verdes. Se lanzó contra ellos como un halcón al avistar a una paloma. El viento helado del tornado ni siquiera le ralentizaba.

El joven Hokage saltó hacia un lado para esquivarlo, Sakura reunió su valor y no esquivó a aquella bestia, sólo evitó sus mortíferas garras candentes al saltar sobre ella, rodear su cuerpo de chackra regenerativo y escalar hasta su espalda, justo entre el hueco de sus alas. Escuchó cómo Naruto la llamaba preocupado. La kunoichi desatendió sus llamadas y golpeó una y otra vez a su enemigo con más fuerza que la anterior.

La criatura de hierro parecía resentirse pues graznaba horriblemente, como si estuviera totalmente descontrolada a pesar de ser un amasijo de hierro y metal animado mediante una técnica ninja. Batió las alas y alzó el vuelo. Sakura se agarró a las plumas metálicas como pudo mientras notaba el calor de las llamas cubriendo su cuerpo. En respuesta al contraataque enemigo, ella intensificó su chackra protector.

El fénix seguía remontando el vuelo mientras intentaba librarse de ella que aprovechaba para seguir golpeando con tanta fuerza como tenía. Volteaba con violencia. Se dejaba caer en picado. Sakura descubrió en aquel entonces que no tenía miedo a enfrentarse al Juubi pero que las alturas le infundían respeto y, quizás, más desde un pájaro en llamas.

Ella no se quedó atrás juntó las palmas de sus manos y buscó en su interior un chackra que no le pertenecía. Cuando lo encontró lo dejó salir y éste tomó la forma de unas relucientes cadenas doradas. Naruto le había contado todos los detalles del ataque de Nanaitsumi y Sakuar había descubierto que tenía en su interior el mismo don que Kushina, la madre del Hokage y que lo había recibido de la Geisha, un misterio que ninguno había sabido resolver. Aunque en aquella ocasión, el chackra no era de la Geisha, el chackra nacía de su interior, tal y como imaginaba desde que estaba entrenando por su cuenta.

Utilizando su voluntad dirigió nueve cadenas para atar a la bestia. Una la empleó para asegurarse a sí misma, dos para las alas, otra para la cola, dos más para las afiladas garras, otra más para el cuello y otra el pico. Dejó fluir su chackra y tomó el control con gran esfuerzo, empleando más energía de la necesaria, tanto que veía cómo su piel se oscurecía y arrugaba cuando ni siquiera empleaba chackra para mantener su cuerpo joven. La bestia que en un último instante sabía que estaba derrotada, intentó aletear aunque Sakura se lo impidió. Tiró de las cadenas y las dos cayeron al suelo.

No fue capaz de controlar la caída. Cerró los ojos y al abrirlos se encontraba en los brazos de Naruto mientras que una de sus copias utilizaba las cadenas que emanaban del cuerpo de Sakura para encarcelar a la bestia con una elemental y rudimentaria de sellado, una ridiculez comparada con las que en su día pudieron llegar a conocer los Uzumaki.

- Por eso me casé contigo – dijo propinándole un beso en la frente arrugada.- Creía que el chackra que te dio la Geisha se había desvanecido. Esa técnica era solo de mi madre... bueno, y de esa mujer, dattebayo.

Naruto la dejó en el suelo y se acercó hasta aquella invocación. La entrada a la Casa de la Eternidad había quedado totalmente destrozada. Las dos grandes aves habían muerto, los dos rostros que emulaban las máscaras de Kami y de Bakemono que portaba Nanaitsumi, como si estuvieran estupefactas, permanecían con la boca abierta. El suelo había quedado calcinado debido a la alta acidez del agua que había caído en tromba. El huracán convocado por Naruto y Sakura había barrido buena parte de la hojarasca y sobre el suelo quedaban los restos de una bestia que estaba hecha añicos. Aquel era el poder del Hokage de los dos Soles y de la Princesa de las Babosas, y no era más que una pequeña parte.

Selló aquella bestia convocada por la voluntad de los protectores de la Casa de la Eternidad de que cualquiera que no fuese digno o lo suficientemente fuerte para vencer a los guardianes. Sakura hizo que las cadenas desapareciesen y dejó de emplear la energía natural. Su cuerpo retornó lentamente a la normalidad y repuso parte del chackra natural que había gastado en el combate.

Cuando hubo tomado aliento y se hubo recuperado, los dos miraron al interior.

La luz entró tras miles de años en un colosal túnel sujetado por altas y soberbias columnas que encogían el alma del respeto que infundían. Aun así, el tiempo y la falta de mantenimiento ya se habían cobrado sus víctimas en las estatuas de los grandes antepasados que habían sido levantadas para protegerles por siempre. Una niebla salía del interior de la montaña. Dentro la oscuridad era profunda.

De su interior emanaba una insomne presencia, amiga o enemiga, pero que no parecía estar dispuesta a dejarles pasar. La niebla oscura y vil que manaba del interior parecía tener vida propia. Sakura tuvo la sensación de encontrarse en el mar que bañaba la isla donde tanto tiempo atrás se asentara Uzushiogakure. Los recuerdos la invadieron: Orochimaru, los marineros, el enigmático puzle para entrar en la aldea y el sacrificio. Sin embargo, aquella niebla aunque similar en olor y en la mezquindad que llevaba impregnada no le parecía.

- ¿Notas eso? – Le preguntó Naruto.
- ¿La niebla? Es como si estuviera viva – confirmó.
- No, ¿notas la presencia de Nanaitsumi? ¿Puedes sentir el miedo de Yuna-chan?
- No, no puedo. Vamos, entonces – le dio un fuerte apretón en la mano.

Naruto Hakitori 2 (Las Crónicas del Fénix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora