Extra II Parte I Celos

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La penumbra todavía cubría la ciudad de Londres, y el frío de diciembre calaba fuerte fuera de las paredes de la casa Chankimha-Armstrong. Las suaves mantas y lo cálido de ambos cuerpos bajo ésta hacían un cóctel ideal. Piernas y brazos entrelazados, y respiraciones suaves.

La alfa se movió en sus sueños, gracias al sonido proveniente cerca suyo. Gruñó bajo sin abrir los ojos, y para nada le extrañó el conocido peso de un cuerpo descansando sobre su pecho, acompañado de un mechón de cabello pegado a su pómulo. Ajustó más sus brazos, tratando de traer más cerca, si eso era posible, a su omega que todavía descansaba sin despertar. Sonrío inconsciente. Era simplemente exquisito.

El mismo sonido alertó ala alfa, que en la bruma perdida de la noche agudizó el oído.

Silencio.

Segundos después, otra vez y ésta vez la voz suave de Rebecca logró despertarla del todo.

—Mhm, es Luna... iré a ver por ella —bostezó. Freen gruñó bajo y grave.

Luna, la última de sus cuatro hijos, había llegado para agrandar su hermosa familia hacía ya 6 meses, y el sonido que estaban oyendo provenía del monitor de bebés que estaba al lado de su cama, y entonces sonrió. La bebé era un calco de su madre omega y Freen no podía estar más feliz por ello, los mismos labios color cereza, cabello castaño y profundos ojos cafe. Era Rebecca, pero en versión miniatura, y la alfa amaba con su vida a su hija, así como también a sus otros tres hijos, Richie, Anne y Sara.

Richie que iba a cumplir 11 años, y las gemelas de 9.

Vio que la omega hacía esfuerzo para ponerse de pie e ir a atender a su hija, pero antes de que pudiera salir de la cama, la alfa la detuvo suavemente con su mano en el brazo, viendo a trasluz el pelo enmarañado de la chica, y Freen no podía estar más enamorada de la vista que tenía. Era la misma que lo acompañaba todos los días hacía ya tantos años.

Freen se sentó, y depositó un beso en el hombro de su esposa y susurró.

—Yo iré, amor— y dicho eso, Rebecca sintió el peso de la alfa abandonar la cama que compartían, sin dudar un momento volvió a acostarse, aspirando el fuerte aroma de su alfa.

"Sh, sh ¿Qué le está pasando a la niña más bella del mundo?"

Rebecca sonrió, escuchando la voz a través del monitor, voz que su alfa hacía cuando hablaba con su hija más chica, era como de bebés. Freen era una madre excelente, y no podía estar más feliz por ello. la alfa amaba a sus hijos, Rebecca podía verlo en sus ojos cada vez que los miraba detenidamente, y gracias al lazo que los unía podía sentir ese mismo amor inundar su pecho, pero bien sabía que venía de la madre de sus maravillosos hijos.

"Eso es amor, ahora tu pañal está limpio pequeña Luna... te amo" oyó como su hija se calmaba de su suave llanto, porque a diferencia de sus hermanos la pequeña no era de llorar de forma desconsolada cada que algo le molestaba, hasta el día de hoy. Escuchó como su alfa la arrullaba por un par de minutos, para luego verla aparecer por la puerta, con su remera de dormir y pantalón jogging, colándose debajo de la colcha. Abrazando el torso de Rebecca, cálido.

—¿Qué hora es? —preguntó la alfa, sin levantar la voz, dejando un beso en la frente de la omega. Esta giró a penas y vió que el reloj.

—Son las 5:35am —susurró, volviendo a mirar a su alfa. Instintivamente se pegó al cuerpo cálido de ella, enterrando su rostro en el pecho buscando sentirla más cerca.

Freen suspiró, gracias a las caricias suaves que estaba dejando la omega en su cuerpo, caricias que fueron subiendo hasta llegar a su cuello y cuando sintió los acolchados labios pegados a su piel todo en ella vibró.

BURDEL •Freenbecky•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora