Extra I Cachorros

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Richie, con su año y cuatro meses, literalmente barría con todo a su alrededor. Había dado sus primeros pasos cerca del año. Freen lastimosamente se lo había perdido por estar trabajando, pero para su suerte Rebecca lo grabó con el celular en ese momento porque sabía que estaba a nada de hacerlo hacía un tiempo. Cuando la alfa vio el video luego de esa reunión de la junta directiva, soltó algunas lágrimas y tuvo que dirigirse a su casa para ver a su omega, embarazada de gemelos, y a su hermoso cachorro.

Odiaba perderse momentos importantes de su familia.

Ese día era especial, porque era el día en que los gemelos iban a nacer. Habían pactado una fecha específica para la cesárea, porque los cachorros eran bastante grandes y si seguían esperando podría haber algún riesgo tanto para ellos como para Rebecca, así que sí. Era un día muy especial.

Rebecca estaba en la cocina, calentando el almuerzo que su suegra les había dejado casi preparado. Solo era sacarlo de la heladera, y colocarlo en el horno por unos minutos. Así que tenía los ojos puestos en el cronometro para no pasarse, y sus oídos en las risas de su cachorro y su alfa provenientes del living.

Oía las risas de Richie y sus pequeños pasos corriendo, podía hasta sentir la desesperación del pequeño cachorro. Se imaginaba la escena por los sonidos. Freen lo perseguía gateando y gruñendo, mientras el menor escapaba de ella, intentando cruzar cerca y gritando en risas cuando su madre lo atrapaba, alzaba y comía a besos, para bajarlo y volver a hacer lo mismo.

La omega podía verla por horas así, literalmente. La dulce risa de Richie era como el aire que respiraba cada día.

Apagó el horno, con movimientos lentos. Una sonrisa se dibujaba en su rostro, escuchando a los amores de su vida en plena felicidad. Eran de esos sonidos que no faltaban nunca en su casa. Olfateó los olores que siempre flotaba dentro de su hogar, la de su alfa y su cachorro. Entró al living con paso liviano, sus manos sosteniendo su gran vientre. Sus castaños buscaron con añoranza los miel escondidos bajo pares de párpados cerrados.

Freen estaba acostada en el enorme sofá, con Richie en su pecho que tenía uno de sus regalos favoritos de todos. Un osito de peluche bañado por los colores del arcoíris, que su alfa trajo de uno de sus cortos viajes de negocios. Rebecca estuvo encantado cuando lo vio, y desde el segundo en que el cachorro lo vio también.

Era una instantánea hermosa, una que estaba seguro iba a guardar por siempre en sus retinas.

-La comida está lista, alfa -habló la castaña, su voz en un susurro para no despertar a su hijo. Freen abrió sus fanales y los clavó en ella, le sonrió tal como siempre le hacía.

-Hola, omega -murmuró, quitó una de sus manos de la espalda del cachorro y tomó las blancas de su esposa -Se durmió rápido.

Miraron a Richie dormir plácidamente, los latidos del corazón de alguna de sus madres siempre lograban calmarlo casi instantáneamente.

-Estaba cansado, pobre mi cachorro -asintió, su mano libre fue al cabello húmedo de la menor. Lo cepilló con cariño.

-¿Te encuentras bien, amor? -hizo apenas fuerza y Rebecca se sentó a su lado.

Rebecca sonrió, como tanto le fascina al alfa y asintió.

-Ansiosa, más bien -se tocó el estómago. Freen besó su mano, delicadamente.

-Acuéstate un rato, omega, luego almorzaremos juntos bec -propuso, con voz profunda. Rebecca podía sentir los dolores en su espalda, así que no se hizo rogar demasiado.

Hizo un sonido de satisfacción, desde el fondo de su garganta, cuando apoyó su cabeza en el hombro de su alfa y esta la rodeó con un brazo. Su estómago grande en medio de ambos era un plus que pronto se acabaría, a cambio de dos hermosos gemelos llorones.

BURDEL •Freenbecky•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora