Capítulo 9

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Lo primero que Rebecca vio, cuando llegaron de la revisión médica al penthouse, fue lo que parecía un gran mueble en medio del recibidor, cubierto con una tela blanca. Ocupaba una parte de la sala, con la luz del sol dándole justo desde atrás gracias a los ventanales.

La omega se quedó estática, con Freen detrás suyo. Mirando su reacción con ojitos soñadores, esperando a que la omega dijera algo. Se ubicó a su espalda, deslizando sus manos en su cintura delicadamente. Le besó, suave, detrás de la oreja. Dejó sus labios ahí, cálidos y habló contra la piel. Rebecca inspiró el aroma de la alfa.

Le gustaba. A Rebecca le gustaba en demasía ese tipo sutil de contacto con que la alfa ya la tenía acostumbrada en estos días. Apoyó su cabeza en el hombro de la mayor, y le dio un poco más de espacio.

ㅡFeliz cumpleaños, Rebecca ㅡsusurró que le dio un escalofrío que le recorrió el cuerpo, las manos de la alfa fueron a parar en su pequeño vientre. La sintió acariciar en círculos chiquitos, por encima de su ropa. El calor de las manos atravesaba la tela.

El aroma dulce, fuerte, como un néctar llegó hasta los sentidos de Freen. Hundió su nariz en dónde nacía el cabello de la menor. Se contuvo de lamer allí. Era tan tentador. Rebecca todo en sí lo era.

ㅡ¿E-es para mí? ㅡPreguntó, con voz vacilante. Carraspeó, no pudiendo creer lo que tenía frente a sus ojos. ㅡFreen, no me digas que esto es para mí ㅡrogó. Freen sonrió. Asintió. Feliz por la emoción de la omega, amaba eso de Rebecca. Que fuese tan transparente con sus sentimientos y emociones.

Era un momento tranquilo, y sumamente íntimo. O así lo sintieron.

ㅡPues yo digo que es para la omega más hermosa y bella de todas ㅡbesó suave su hombro, recorriendo la línea hasta su cabello. Aspirando ahí y sonriendo contra los rulos que se formaban. ㅡ¿Acaso hay otra en este mundo, que no seas tú, bonita mía?

Rebecca ahogó una risita incrédula. Entonces Freen la soltó, buscando su mano, entrelazando sus dedos y guiando a la pequeña omega hacia el objeto, en movimientos suaves y tranquilos.

Becky tenía los pies clavados en el suelo.

Negó con la cabeza. Freen se rio entre dientes, todavía sosteniendo su mano, con delicadeza. Rebecca dio un paso, y luego otro. Quedó frente al objeto todavía cubierto. Era grande e imponente.

Freen vio, los ojos del color más hermoso jamás antes creado. Era una mezcla de emociones, y cada una brillaba más fuerte que la otra. Cada pequeña parte de Rebecca era perfecta, pero sus ojos eran algo que la alfa no podía dejar de contemplar, simplemente preciosa.

Rebecca entendió, sin palabras, que debía sacar el cobertor y ver por sí misma, pero ya tenía una leve idea de que había debajo y si era lo que pensaba iba a desmayarse en ese mismo instante porque era algo impensado.

La pelinegra dejó que lo inspeccionara. Qué con sus manos pequeñas, y uñas pintadas de rojo, lo descubriera. Rebecca se llevó las manos a la boca, y se cubrió medio rostro cuando vio, por fin, el soberbio piano de color blanco y acabados dorados. Era magnífico, no tenía palabras.

ㅡNo, no, no ㅡsollozó. ㅡE-es un... no yo no puedo creerlo alfa... ¿Cómo... cuándo? ㅡBalbuceó. Lo descubrió, revelando las teclas y tocando a penas, como si no creyera lo que vieran sus ojos.

¿Esto era real o seguía durmiendo? ¿Estaba en ese lugar, con Freen o seguía atrapada en otro lugar y esto no era más que producto de sus deseos?

ㅡLo vi hoy, en la tienda. Es para ti, becky. Tiene tu nombre desde que lo encontré. Es para que lo uses, y te recuerde un poco más a tu madre ㅡRebecca se restregaba los ojos. Freen la abrazo. ㅡShhh, chiquita. Está bien, está todo bien ㅡlloraba en su hombro, y sus manos se aferraban al pecho de la alfa, y la pelinegra la tenía contra su cuerpo, abrazada a su cintura estrecha. ㅡ¿... te gusta? Porque si no es así, podemosㅡ

BURDEL •Freenbecky•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora