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Esteban: Yo... no lo sé...- susurré acariciándola - desearía poder decirte lo que vamos a hacer... pero estoy perdido... siento un vacío absurdo dominarme... necesitamos ser fuertes, pero no puedo... no puedo mirarla y verla sin vida... saber que no es nuestra niña.

Lo miré, sostuve su rostro y besé su mejilla.

Maria: No sé cómo... pero vamos a dar una manera de seguir mi amor... tenemos que seguir... ella me lo pidió... tenemos a Bernardo.

Esteban: Sí tenemos... por ellos... por nuestros chicos - besé su pelo - trata de descansar un poco... sé que es imposible... más tarde tendremos que tener fuerzas para enfrentarlo todo.

Maria: No puedo... no tengo sueño...- hablé en voz baja - pero deberías descansar...- suspiré - ha estado trabajando mucho.

Esteban: Sé que no tiene... tampoco puedo - suspiré - es imposible descansar cuando la mente está trabajando... perdóname si me ausenté... la compañía no está en un buen momento... pero no quiero hablar de eso... perdimos a nuestra hija... jamás la tendremos otra vez - cerré los ojos - poco me importa dinero... o lo que sea.

Maria: No te preocupes por eso... sé que el trabajo también te estaba ayudando a ocupar la mente... entiendo perfectamente lo que siente mi amor... nada de esto traerá de vuelta a nuestra niña... nada pudo salvar su vida.

Esteban: No estoy pensando en eso... eso es lo último que pensaría en un momento como este - suspiré - creía que estábamos viviendo una pesadilla... pero fue nuestra realidad... ¿de que nos adelantó todo esto? Nada pudo salvarla... la ley de la vida ha sido invertida... no son los padres los que entierran a sus hijos... ¿por qué fuimos los elegidos? ¿Por qué Agatha? Una niña tan dulce... frágil... nos equivocamos Maria... tú y yo... le quitamos algunos años en esta atormentada locura de vivir en dos casas... en dos rutinas... esta enfermedad ha llegado... la hizo sufrir... nos hizo sufrir... vimos a nuestra niña perder la salud, pero nunca perdió la fe... el brillo en los ojos... la voluntad de luchar y vivir... ella nos enseñó tantas cosas... nos mostró lo bueno que es vivir... errar y empezar de nuevo... tan inocente y tan iluminada... nuestro angelito de luz... sé que su propósito era nosotros dos... ella nos unió y así será por toda nuestra eternidad.

Maria: Fue culpa nuestra...- dije en voz baja - ¿lo que hicimos Esteban?... destruimos a nuestra familia... unirnos costó la vida de nuestra niña...- sentí que me dolía el pecho - fuimos tan egoístas... solo pensamos en nosotros dos, pero no en las consecuencias que traería nuestra separación... estamos juntos pero no tenemos a nuestra niña.

Esteban: Perdóname... sé que esto no servirá de nada... no te traerá de vuelta... Agatha nos dejó una gran lección... un verdadero aprendizaje... se lo prometí y lo cumpliré... ustedes serán mi prioridad siempre.

Lo miré una vez más y recosté la cabeza sobre su pecho acurrucado en sus brazos.

Maria: Así como tú y nuestro hijo serán la mía.

A las horas pasaron, ya era de noche cuando llegamos al cementerio donde se realizaría el entierro de nuestra niña. Ya había algunos amigos esperándonos. Recibimos los saludos de todos uno por uno y nos acercamos al cuerpo de nuestra niña. Parecía que estaba dormida, transmitía una paz tan grande e inexplicable.

Me acerqué al pequeño cuerpo de mi niña y lo sostuve en su pequeña mano... sentí las lágrimas en mis ojos saltar por mi cara. Ver allí me causó mucho dolor, pero al mismo tiempo sentí una calma desbordante. Recordé todo lo que mi niña había dicho, así como Esteban... mi niña definitivamente era y es un ángel.

Pasamos la noche allí velando por mi nieta, nuestro hermoso angelito. Fue una noche dolorosa, pero no tanto como el día que estaba por venir. El peor momento estaba por venir, el momento del adiós. Ya estaba todo organizado para el entierro, eran alrededor de las cuatro de la tarde. Mi hijo, Maria, yo, Mauricio, Susana y nuestros amigos, nos estábamos despidiendo de ella.

Le di un último beso a mi niña y le puse junto a ella una rosa blanca. Acaricié su carita llorando... no quería que mi niña se fuera, pero necesitaba dejarla ir.

Esteban: Vamos, mi amor... no es una despedida... es un hasta luego... papá te lo prometió y lo cumplirá... siempre te estaré esperando a las cinco de la tarde en nuestra casita, para nuestro té... todos los días estaré allí... y... y sé que lo estarás... en cada rayo de sol... en cada mariposa que corremos detrás en nuestro jardín... estará en cada rincón de esa casa... de mis recuerdos - susurré dejando salir mis lágrimas - voy a cuidar de mamá... de Be y de la abuela... te amo mi princesita... te amo hasta las estrellas, yendo y viniendo... su sufrimiento llegó a su fin... pero sus enseñanzas quedaron... gracias por todo... por ser ese hermoso angelito que salvó mi vida... nuestra boda... perdóname por no haber podido salvar tu vida - besé su frente - juntos siempre... siempre - susurré sin poder alejarme de ella.

Abracé a Esteban acariciando su espalda con calma, poniendo mi rostro sobre su pecho. En aquel momento vi colocar el ataúd de nuestra niña dentro de un cajón frío y aquello me desesperó. Lloré fuerte como a mucho no hacía. Apreté a Esteban en mis brazos y escondí mi rostro en su pecho sufrido. Todo había llegado a su fin, nunca podría volver a ver a mi princesita. Sólo los recuerdos y enseñanzas como Esteban había dicho, poco a poco escuchamos y vimos a nuestras amigas y conocidos irse, permanecemos sólo yo, Esteban, Sonia, Mauricio y su esposa. Mis ojos no salgan de esa placa que estaba delante de mí... todavía no creía que eso estuviera pasando.

Mauricio: Es hora - suspiré sin mirarlos - tenemos que irnos ahora... nuestro angelito siempre estará aquí para guardarnos - toqué el hombro de mi amigo.

Esteban: Gracias amigo mío... ustedes fueron a nuestra Agatha verdaderos padres... no puedo agradecerle todo el amor y cariño que le han tenido... mucho menos lo que hizo por ella todos estos años Mauricio... no nos has fallado... nos diste más tiempo con ella... prolongó sus días... además de hacernos entender lo importante que es la familia... sigamos... vamos a rehacernos, aunque estemos incompletos... haremos todo por ella... por nuestra hija - besé los cabellos de Maria y luego miré hacia la lápida de nuestra niña - hasta pronto mi amor... el adiós fue sólo la parte física... estaremos contigo siempre... en todas partes, esto es por ti y por tu hermano, susurré y salí de allí con Maria y mi madre, así como con Mauricio y su esposa.

Nos subimos al auto y nos fuimos a casa. Tan pronto como llegamos me di un baño con Maria y me acosté con ella en la cama. Tiempo después vi que ella estaba dormida y salí de allí con cuidado para no despertarla. Pasé en la habitación de mi madre que dormía con mi hijo y luego me fui al jardín. Subí a aquel lugar que había construido para mi pequeña, me senté en un rincón donde había una mesa, con dos sillitas y su kit de té. Como siempre jugaba con ella y como le había prometido, todos los días estaría allí con ella, para ella... sabía que incluso distante la tendría a mi lado.

Me desperté asustada recordando lo que había sucedido y me senté en la cama pasándome las manos por el pelo. Miré a un lado y no vi a Esteban, ya me imaginaba dónde estaba, me bajé de la cama, me puse las sandalias y luego salí de la habitación, yendo al jardín. Después de salir de la casa, caminé hasta la casita que él había hecho con tanto amor para nuestra niña y pronto yo ya estaba entrando en ella.

Maria: Mi amor...- hablé yendo a él - ¿puedo acompañar el té?...- hablé en voz baja.

Continúa...

Sálvame ❤️ Despiértame ❤️ Rescátame - Maria y Esteban (Concluído)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora