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Verlo de esa manera, me estaba acabando. Me levanté un poco y lo tiré hacia mis brazos con cuidado, abrazándolo con fuerza.

Sonia: Pongas todo fuera mi vida... sé cuánto te duele mi hijo...- lo acariciaba... yo ya sabía de la situación... y créeme, a pesar de estar dando todo mi apoyo, yo también estaba destruida... estoy completamente loca por mi nieta y no sé si podré aceptar perderla así.

Esteban: Mamá - solucé llorando - mi hijita... mi niña - la apreté en mis brazos.

Sonia: Lo sé mi vida... sé que duele...- hablé con la voz quebrada - nos duele a todos... no es justo que nos saquen así... sé lo que sientes... sé cómo es su dolor, hijo mío.

Esteban: Yo... voy a ser fuerte - me alejé secándome la cara - haré todo lo posible para que ella tenga sus últimos días, los mejores de toda su vida... necesito terminar una cosa... ¿puedes ayudar a Maria con Bernardo? Estoy en el jardín si es necesario.

Sonia: No necesita ser fuerte hasta el punto de asfixiarse Esteban... si haces eso no podrás ayudar a nadie mi hijo - dije levantándome - yo sí puedo... me quedaré con mi nieto... no hay necesidad de preocuparse...- hablé yendo a la puerta - piensa en lo que te dije...- lo miré por última vez y salí yendo a la habitación de mi nieto.

Vi a mi madre salir y luego me fue. Fui a hablar con el jardinero que me estaba ayudando en todo y seguimos para el jardín, para ser exactos, en la casita del árbol que hacía meses estaba trabajando. Daría la vuelta a mis días allí y terminaría todo para ella, lo que tanto quería mi princesa, iba a tener.

Pasaron las horas y como le había prometido a Esteban, ayudé a Maria con Bernardo. Después de colocarla en la cuna, fui a la habitación de mi nieta donde Maria estaba. Ya era de noche, Agatha dormía mientras Maria velaba su sueño.

Sonia: Mi hija... ve a comer algo... Bernardo ya está dormido... Esteban sigue trabajando en la casita - suspiré mirándola - yo me quedo con ella, descansa un poco.

Maria: No tengo hambre...- hablé sin moverme de cerca de la cama y ni apartar los ojos de mi niña - gracias por lo que está haciendo... nunca podré agradecerle...- acaricié los cabellos de mi niña.

Sonia: Son mis nietos... todo lo que hago es con mucho amor... sé que no tienes hambre, pero necesita comer, al menos un poco... Agatha necesita que estés bien... me quedo aquí cuidándola... te prometo que no saldré de su lado.

La miré y suspiré. Sabía que tenía razón.

Maria: Está bien... voy a comer algo, tomar un baño y volveré... gracias...- le di un beso más en los cabellos de mi niña, luego caminé hacia ella, le besé la cara y me fue enseguida.

La vi salir y me acerqué, sentándome en el sillón junto a la cama de mi nieta. Tomé el libro que siempre le leía cuando estaba allí conmigo y comencé a leerlo en voz baja. Ella amaba esa historia.

Bajé las escaleras y fui a la cocina a preparar algo para comer. A pesar de no tener hambre, sentía mi cuerpo débil... Después de comer, salí de la casa en busca de Esteban. Sabía que probablemente no había comido nada, así que le llevé unos bocadillos. De lejos lo vi dando duro en la casita de nuestra niña

Maria: Mi amor...- lo llamé.

Miré hacia abajo y vi a Maria allí, sonreí y luego bajé a su encuentro.

Esteban: ¿Cómo está ella? - le di un besito - si todo sale bien, mañana estará lista... creo - suspiré.

Maria: Durmiendo... leí para ella, jugué un poco también y luego durmió - correspondí a su besito - estará sí mi amor...- acaricié su rostro - tu esfuerzo valdrá la pena mi vida... la hará muy feliz.

Esteban: Sólo quiero verla sonriendo feliz... ya debería haber terminado, pero la compañía me tomó mucho tiempo... ¿ella estaba sintiendo algo? - me senté allí con ella.

Maria: Sé que sí... más aún da tiempo - le entregué la merienda - no... sólo cansancio... estaba muy feliz.

Esteban: Solo salgo de aquí cuando termine - tomé el refrigerio y comencé a comer - menos malo... me preocupa tanto lo que pueda sentir - suspiré pensativo - disfruta y descansa un poco mi amor, está cansada.

Maria: Sé que sí... y si lo necesitas, estoy aquí...- lo miré y acaricié su rostro - no... me voy a bañar y me voy a quedar con nuestra chica.

Esteban: Puedes dejar que me dé cuenta de nuestro regalo para ella - sonríe - sé que quieres cuidarla... al menos acuéstate y duerme con ella... la enfermera está aquí para eso... mi madre también.

Maria: Sé que lo están... pero... me preocupa menos estar a su lado...- le hablé mirando.

Esteban: Yo sé mi amor - besé tu rostro - sólo prométeme que vas a descansar... tengo que volver para seguir con las cosas.

Maria: Lo prometo...- hablé poniéndome a la mano a la altura de mi rostro - iré a descansar, no te preocupes.

Esteban: Está bien mi amor... te amo - le di un besito y luego volví para continuar mi servicio.

Lo vi subir las escaleras y luego se va, volviendo a la casa. Subí a mi habitación, me duché, me puse ropa cómoda, fui a la habitación de mi niña y vi a mi suegra allí.

Maria: He vuelto...- hablé en voz baja - ¿está todo bien por aquí?

Sonia: Sí, cariño - sonríe guardando el libro - no se despertó... está durmiendo tranquilamente... la enfermera acaba de medicarla... ¿por qué no te acostas un poco? Luego vuelves... podemos tomar turnos, solo así no se cansa.

Maria: Prefiero quedarme aquí...- le sonrío débil - quiero quedarme lo más que pueda a su lado - hablé yendo hacia ellas.

Sonia: Está bien mi ángel - dije levantándome de la silla - estoy en mi cuarto, por favor llámame si necesitas.

Maria: No tienes que salir si no quieres... - le hablé mirando - podemos quedarnos las dos con ella.

Sonia: Me voy a bañar y vuelvo... no me demoro y gracias - dije y me fui.

Pasé esa noche trabajando en la casita de mi niña. El otro día me duché y fui a su habitación. Esperé a que se despertara y la llevé cuidadosamente al jardín. Cuando vio su casita lista, no pudo contener sus lágrimas, fue un momento tan hermoso y gratificante para mí como padre, ser responsable de esa alegría que estaba sintiendo. La llevé con cuidado arriba y jugamos, pasamos una mañana maravillosa allí, solo nosotros dos. Hice todo lo que ella quería. Era hora del almuerzo cuando la llevé a su habitación, ella estaba cansada y necesitaba bañarse, sus medicinas y descansar. La dejé bajo el cuidado de Maria y fui a tomar un baño, para cuidar un poco de Bernardo.

Llevamos meses con esa rutina. Yo, Maria, mi madre y las enfermeras que cuidaban de Agatha, tratábamos de mantenerla bien y cómoda. Más con el paso de los días ella se debilitaba aún más, aparte de los dolores que tomaban cuenta de su pequeño cuerpecito. Ya no sabíamos lo que era dormir, pasábamos noche tras noche junto a su cama, velando su sueño. El miedo a dormir y perderla era enorme. Agatha era una velita que estaba a punto de ser borrada. Esa mañana mi madre y yo tuvimos que ir a una reunión en la empresa, no podíamos faltar de ninguna manera. A pesar de todo mi cabeza estaría en casa, en nuestra niña.

Continúa...

Sálvame ❤️ Despiértame ❤️ Rescátame - Maria y Esteban (Concluído)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora