aprendiendo a amar.

Verano.

Te conocí un 16 de junio.
Estaba oscuro,
Había cuerpos desconocidos a mí alrededor,
por alguna casualidad, una fuerza magnética
me llevo a ti.

Bailamos juntando nuestros cuerpos,
tus manos en mi cintura
bajaban lentamente hacia mi cadera y más allá,
entre sonrisas, roces y besos que encendían el fuego,
tomaste mi mano, yo solo me dejé llevar.

Fue un beso, una caricia,
una sonrisa y luego el piropo más común,
por alguna razón, para mí,
fue el más inusual nunca antes oído.
Solo te bastó con eso para tenerme,
y yo, no pude detenerme.

Los días pasaron,
El calor de verano,
Tu mano y la mía,
Miradas y sonrisas,
Cada día más crecía
Este sentimiento
Inevitable e imbatible
Que ambos sembramos
Y tú regaste durante el verano.

Puede que haya sido el alcohol y el calor del momento.
Puede que haya sido mi corazón y anhelo de tenerlo.
Puede que hayas sido tú y aquel sentimiento.
Puede que haya sido tu corazón y aquel fuerte deseo.

Tú y yo.
Eso pensé.
Te vi.
Te conocí un poco más.
Te sonreí.
Te quise un poco más.
Asentí.
Acepté todo lo demás.
Hasta que perdí.
Junto contigo y todo lo demás.

Tal vez escarbé mucho y terminé en suelo muerto.
Y te deseé, soñé y anhelé demasiado, que me quedé paralizado en el tiempo.
Tus palabras, tu atención, y ese sentido de importancia hacia mí.
Te zambulliste en el abismo junto con todos mis secretos.
Yo, me ahogué en la desesperación por intentar darle una dirección.
Mis lágrimas, mis letras, mis medianoches de cuestionamiento hacia ti.

Fue un 16 de junio, viernes,
Estaba oscuro,
Nuestros cuerpos juntos,
Alcohol, música y droga,
Ambos extasiados y excitados.
Tal vez solo fue el calor del momento.
Tal vez solo fui un verano en tu calendario del tiempo.