Capítulo 3.

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 Hace ya dos meses que trabajo como secretaria, estoy bastante contenta con mi trabajo

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Hace ya dos meses que trabajo como secretaria, estoy bastante contenta con mi trabajo. El único problema que le veo a mi trabajo es el maldito ascensor que tarda demasiado en llegar al piso que deseas.

Sorprendentemente, el señor Kölher no me ha despedido después de recordar su encuentro conmigo hace dos años y por ver como le hacían una mamada que sigo manteniendo que debió ser de lo más aburrida.

— Pase. — habla desde el interior de su oficina.

Abro la puerta y le muestro la taza de café diaria. Empiezo a pensar que esta hombre es adicto a la cafeína. Él tiene su móvil personal contra su oreja, me hace una seña para que deje su bebida mañanera en su escritorio y lo hago.

— No... a la niña no le gusta esa mierda, te lo he dicho mil y una veces — ¿niña? —. Pásame a mi hija. — exige.

¿Hija? Mierda, mierda. ¿Está casado? ¿Tiene novia? ¿Y si hace dos años ya está niña existía? Es igual que todos, un infiel.

— Esto de ser padre soltero es agotador... — susurra pasando sus manos por el pelo —. Princesa, ¿estás bien? — escucha la respuesta de su hija —. Me alegro, sí, papi también está bien. Mi vida, ¿tú le has dicho a la señorita Stuare que no te gustan las fresas? — se queda en silencio —. ¿Y entonces por qué te las sigue dando? ¿Sabes qué? Va papi a buscarte ahora mismo y te quedas conmigo en el trabajo, ¿te parece bien? — sonríe al escuchar a su hija —. Vale, mi amor, te amo.

Padre soltero... debe ser duro.

— Señorita Hoffman... pensé que se había ido ya. — mis mejillas se calientan. Soy una chismosa y eso siempre me trae problemas.

— Yo... iba a preguntarle si... si necesitaba algo más, sí, eso. — busco una excusa.

Me sonríe de lado y se levanta de su silla.

— Pues sí, necesito algo muy urgente.

— ¿El qué, señor? — se acerca y susurra en mi oído.

— Volverte a tener gimiendo debajo de mí y tu número... ¿cuál prefieres? Esas son las más... decentes.

— Vaya a buscar a su hija que lo está esperando. Corra. — lo alejo de mí.

Su susurro revivió cada sentimiento, escalofrío, ola de placer que tuve en esa discoteca en Alemania.

— Otro día lo intentaré con más tiempo. — y después sale de su oficina dejándome en ella.

¿Me acaba de dejar en su oficina sin ningún control ya que no hay cámaras y con llaves a mi disposición? Cuanta confianza...

Cotillea.

¿Qué? ¡No! Vamos a dar media vuelta e irnos a nuestra oficina.

No te vayas sin cotillear.

Mi jefe y mi amante  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora