Mi jefe y mi amante [+18]

Capítulo 19.

Dos meses después estoy vistiéndome para una cita con un chico que me pareció simpático en la empresa.

Se llama Josue, tiene mi misma edad y es rubio de ojos miel, alto y sin mucho músculo, pero es simpático.

- Hola, guapa. - me saluda cuando salgo de mi casa y le veo apoyado en el coche.

Sube al asiento del copiloto sin abrirme la puerta. Markus abría mi puerta.

No le doy importancia y subo al coche. En este no me saca tema de conversación y ni siquiera me observa en los semáforos intentando encender una pequeña chispa, que me despierte un mínimo de deseo y la noche pueda acabar de manera decente.

¿Buscas igualar los polvos con Markus? Eso será imposible, bonita.

Miro por la ventanilla y llegamos a un restaurante bastante lujoso para mi gusto. Siento que no pertenezco a este mundo y me avergüenza un poco caminar detrás de este chico. Porque sí, no deja que camine a su lado o delante, deja que yo vaya detrás sin importarle ni un mínimo.

Markus cogía nuestra mano si íbamos muy lento. Punto menos para Josue.

Me habla sobre lo harto que esta de todo el trabajo acumulado que tiene y cuando yo trato de aportar algo me interrumpe para seguir hablando de él.

No sabe escuchar y Markus lo hacía. Punto menos para Josue.

- Queremos dos copas de vino tinto y de comida tráenos ensalada a los dos. - pide sin haberme preguntado nada.

No me gusta el vino tinto.

Markus sabía eso y siempre pedía vino blanco. Punto menos para Josue.

Markus siempre te preguntaba que deseabas comer sin importarle el lugar donde comieran, Burguer King, su casa, restaurante... punto menos para Josue.

- Cuéntame un poco de tu vida, ¿es verdad que quedaste embarazada de el señor Kölher?

- No. - contesto queriendo irme a mi casa, tomarme una copa de vino blanco y dormir hasta mañana de un tirón.

- ¿Y qué tenías con él?

- Una relación que ya está terminada. Cuéntame sobre ti. - le pido para cambiar de tema.

Pero grave error, comienza a hablar sobre él como una cotorra y en cuestión de segundo ya me duele la cabeza.

Voz chillona y no profunda como la de Markus. Un punto menos para Josue.

Habla sin pausa mientras come. No pruebo ni un mísero sorbo del vino y menos de la ensalada que pidió. No me gusta la ensalada.

Horas después la cita por fin se da por terminada y me lleva de vuelta a mi casa.