— ¿Gretel está bien? — pregunto nada más Stela responde a mi llamada.
— Bueno... todavía no nos han dicho nada — escucho la voz de Markus de fondo —. Markus, acabas de verla y de hablar con ella, déjame hablar a mí. Estás demasiado alterado... ¡no, no! ¡Markus!
— Aubrey, háblame. Dime cualquier cosa. — me pide.
— Markus... Gretel va a estar bien, confía un poco en el mundo, médicos y hospital. — le digo con voz calmada.
— Ven aquí, ven conmigo, por favor... sé que te pedí que no vinieras, pero te necesito. Ven aquí y abrázame. — su voz se rompe.
— Voy para allá. No hagas ninguna locura, hazme el favor. Siéntate en alguna parte y espérame quieto. — cojo las llaves de mi coche.
La llamada se corta y corro hasta el coche. Lo pongo en marcha y conduzco hasta el hospital en donde se encuentra Gretel.
Al llegar, busco a un hombre alto, atractivo y moreno y al verle se me rompe un poco el corazón.
Está sentado en una silla con su cabeza entre sus manos, sus codos descansan sobre sus rodillas, lleva el pelo más despeinado que nunca,. Stela se encuentra lejos de él y eso me confunde.
— Dice que no quiere que nadie le hable, se ha aislado, siempre lo hace. — me explica la rubia al acercarme a ella.
— ¿Y... qué hago? Me pidió que viniera y lo abrazara.
— Pues hazlo, si quieres hacerlo hazlo. Ten por seguro que no te va a hacer nada.
Me acerco lentamente a Markus y me agacho frente a él haciendo que me mire con los ojos brillando al verme.
— Viniste... — murmura con una sonrisa dibujándose en sus labios.
— Me llamaste, ¿o me lo imaginé? — suelta una pequeña risa.
Me abraza y esconde su cabeza en mi cuello.
— No me han dicho nada de ella, Aubrey... estoy desesperado. — susurra.
— Y lo entiendo. Créeme que lo hago. Es tu hija y todo tu mundo se resume a ella, es normal tu desesperación y preocupación. — enredo mis dedos en su pelo pasando mis uñas suavemente por su cuero cabelludo.
— ¿Por qué lo entiendes? No tienes hijos. — señala.
— No, no tengo hijos. Y no sé porque te entiendo, pero lo hago.
Aprieta el agarre en mi cintura pegándome más a su cuerpo. Markus tiene un olor propio, una mezcla entre madera al ser quemada y su perfume, huele demasiado bien.
No sé cuánto tiempo pasamos pegados el uno al otro, lo que sí sé es que hemos terminado con él sentado en una de las sillas de la sala de espera y yo sentada en su regazo. Stela nos mira asombrada y no logro entender porqué.
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Mi jefe y mi amante [+18]
RomanceAubrey Hoffman se entera que su novio Oliver la ha engañado con la que pensaba que era su mejor amiga, y despechada va a una discoteca recién abierta a buscar venganza. El dueño de la discoteca y de empresas, Markus Kölher pasaba la noche en ese...