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Egan:

Cuando llego a palacio desearía no haber salido del burdel y es que hay más pretendientes que los que hubo ayer.

 Trato de alejar mis pensamientos con el fastidio que me causa y tomo un baño, sin embargo en cuanto se me da el tiempo vuelvo a mirar por la ventana, encontrando a la princesa con un hombre diferente cada vez.

Ned carraspea y salgo de la tina, cubriéndome con la bata.

—¿Señor, hoy también rechazara la cena?

—No.—Le respondo mientras observo a la linda pareja.—Hoy si tendrán la suerte de tenerme.




Elina:

Los cólicos me están matando y mamá eligió un mal día para invitar pretendientes, usualmente hago lo que dice, pero justo hoy tengo ganas de mandar a kilómetros a todos ellos.

Y otro baño medicinal si es posible.

 El noble a mi lado habla de sus grandes hazañas, otro habla de sus viajes y uno se atreve a presumir sus grandes conquistas, siento que en cualquier momento estallare y ese momento esta acercándose.

Continuo mi paseo con el caballero e ignoro sus palabras cuando mi vista se enfoca en algo más.

Egan...

Viene en mi dirección y mis pensamientos me regresan a esa noche en el burdel, parpadeo mientras el se acerca y mi corazón comienza a acelerarse.

—¿Princesa Elina, me esta escuchando?

—Si, yo...

Egan se detiene frente a nosotros y enseguida es la atención del caballero a mi lado, pasando yo al segundo plano.

—Gran duque.—Se inclina con una reverencia.—No sabia que se encontraba aqui.

¿Gran?

Los ojos de Egan no abandonan mi rostro y paso saliva manteniéndole la mirada, Egan le responde el gesto y luego pone sus ojos nuevamente en mi.

—Prima.

—Duque.

Me mantiene la mirada hasta que el hombre a mi lado carraspea.

—Como le decía me parece increíble que...

—Ha empezado a oscurecer.—Pronuncia Egan sin mirarlo.—Yo que usted me marcharía ahora, no querrá que la noche le de ha mitad del camino.

El caballero me observa y no puedo creerlo que sale de la boca de ese idiota.

—La reina ya me comunico que aunque Damaria se encuentre en una disputa no es un peligro.—El aun quiere quedarse y lo hace saber.

La respuesta hace que Egan apriete la mandíbula, sin embargo en un segundo se relaja.

—¿Eso piensa? Estoy seguro que escucho el reciente suceso en Obsidiana.—Dios mío.—Hasta la reina Diana tuvo hombres en su contra, no me arriesgaría sabiendo que llevamos años en una disputa interna ¿No lo crees, princesa?

Mis puños se cierran.

—Me causaría lastima si resulta dañado por algún rebelde.

Mentiroso.

—Egan.—Lo llamo y el encoge los hombros.

Casi de inmediato lo veo sonriendo mientras el hombre hace una reverencia ante mi.

Disputa por el Trono (#5 Amores en la Realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora