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Egan:

El olor a flores me embriaga, como siempre  y su beso me hace perder la cordura. Jamás en mi vida había deseado tanto a una mujer como a la que estoy devorándole la boca, a la que me niego a soltar y la misma que tenia que ser la princesa.

—Elina...

—No pares.—Maldita sea.—No pares, Egan.

Ella busca mis labios y estoy totalmente consiente de mis actos, como ella de los suyos, pero yo más de los míos porque...

Soy consiente que merece más que ser cogida en un burdel.

Soy consiente de que si me la cojo ahora eso arruinara todo porque ella tiene el poder de hacerlo, el poder de arruinarme.

Y también soy consiente que no puedo parar porque lo que Elina de Damaria provoca en mi no es normal, no me quiero rendir antes ella y no me debo rendir ante ella, pero tenerla asi, deseándome, anhelando que la penetre es más de lo que puedo soportar.

La miro a los ojos, jadeante y con mis labios deseando más, vuelvo a besarla porque lo anhelo y mis manos le quitan la túnica para luego subir a su rostro, desajustando las tiras del antifaz que acabo por retirar, me quito el mío también y ella me observa en silencio.

—No ocultes tus ojos de mi, princesa.

Su tacto gentil va a mi mejilla y giro el rostro besando esa mano, se la sujeto con una de las mías y la bajo a mi torso.

—Recuerda nuestro acuerdo.—Le digo.—Tus manos sobre mi son libres de ir a donde quieran, asi como las mías.

Le cojo el cuello y acerco mis labios al lugar, ella gime y se deja llevar, ayudándome con la ropa hasta que mi torso queda desnudo y sus manos se ubican en mis pectorales.

—¿Aun quieres más?

Te deseo.—Pronuncia perdida.—Te deseo tanto.

Maldición.

Mil veces maldición.

—Y yo te deseo más de lo que he deseado a alguien en mi vida.—Las palabras brotan dominadas por mi excitación, pero al ser consiente no las retiro.

Vuelvo a poseer sus labios y la hago retroceder, cuando noto a donde quiere ir la detengo.

—En el mueble no.—Le digo sobre los labios, no me confió del todo en Jakell y podría jurar que el suelo esta más limpio en caso me equivoque.

—¿Donde?—Su voz dulce llena mis oídos.

La sujeto contra mi cuerpo y con delicadeza nos acuesto sobre el suelo, Elina observa mis ojos y los míos recorren su cuerpo, el vestido que no es suyo y el que abro con facilidad, le retiro la prenda que son en realidad dos, la falda se la bajo primero y prosigo con el camisón,  un sonrojo cubre sus mejillas cuando su desnudes aparece y el tronco se me endurece cuando mis ojos observan cada detalle.

Esto va más allá de lo que puedo soportar.

—Eres tan hermosa.—Mis palabras no son mentiras y el calor en sus mejillas la hace ver más guapa.

Es por la corona, Egan.

No debes olvidar.

Sin embargo la corona es lo último en lo que pienso en este momento y más cuando me inclino a chupar de los preciosos pezones, la princesa se arquea y gime mi nombre logrando que la verga se me hinche más.

Joder, siento que explotare, pero no puedo dejar de lamer y chupar, de hacer mío esas tetas deliciosas.

—Sabes tan delicioso.—Y su aroma joder, el mismo que la acompaña ahora mezclado con su sudor me vuelve ebrio de la excitación.—Abre las piernas, no he acabado.

Disputa por el Trono (#5 Amores en la Realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora