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Elina:

—Las habitaciones están listas si acepta mi invitación y deciden quedarse en el palacio, príncipe.—Menciona mamá durante la cena.

Estoy sentada frente a el,  la princesa se encuentra a su lado, mientras mamá toma el lugar que le corresponde en una de las esquinas en el centro de toda la mesa.

—Seria un completo placer tener compañía en este lugar, a mi hija y a mi...—Me observa.—Nos haría muy feliz.

El príncipe de Lavinia sonríe.—Dado lo tarde que es.—Observa las ventanas, ha empezado a oscurecer.—Vamos a tomar esa invitación, muchas gracias, reina.

—El camino al pueblo es bastante lejos, es lo mejor.—Añade la princesa.

—No, por supuesto que...—Pronuncia mi madre.—Son nuestros invitados, no permitiré que se queden en el pueblo.

La hermana del príncipe agradece y la cena se ve interrumpida cuando Egan aparece en el arco de la puerta del comedor.

Los ojos pasan de el a los invitados y a mi, aparto la mirada y bebo de la copa a mi lado, mientras el príncipe se levanta cuando ve ingresar al duque.

—Duque...—Menciona mamá y ríe nerviosa.—Lo lamento, con todo esto olvidaba que se encontraba en el palacio.

—No me encontraba aqui, pero acabo de llegar... y estoy por salir otra vez, no interrumpiré su cena.

—Duque de Damaria.—Lo saluda el príncipe.—Nos volvemos a encontrar.

Egan luce confundido.

—Siento decepcionarlo... no recuerdo quien es y menos donde lo vi.

Dios...

—Príncipe.—Pronuncia mamá apretando los dientes.—Es el príncipe de Lavinia.

—Me presente con usted en el baile de la princesa de Arcaría. 

—No lo recuerdo, pero si tengo un recuerdo de su hermano.—Vuelve a hablar Egan y pone los ojos sobre mi.—Si no me equivoco intento faltarle el respeto a la princesa Elina.

La habitación queda en silencio.

—Me disculpo por mi hermano.—El príncipe me mira y dibujo una sonrisa en mis labios.—Pero yo no soy el, conozco mi lugar en este reino, soy un invitado de su majestad.—Baja la cabeza en dirección a mamá y el gesto hace brillar sus ojos.—Eso es todo, duque.

Cierro los ojos, solo vete, Egan.

Nuevamente hay silencio hasta que es Silvia de Lavinia la que habla.

—Apoyo a mi hermano, pero si su respuesta no es suficiente, debería quedarse y formar una propia opinión de el ¿Por qué no nos acompaña, duque? —Dios, no.—Seria un placer tenerlo aqui.

—Si una bella dama me lo pide no puedo negarme.—El comentario me hace arder la nariz, pero lo que más me molesta es que Egan toma el asiento a mi lado.

Mi mirada encuentra la suya, tan fuerte como de costumbre, aparto la mía enseguida.

—Formare mi propia opinión porque su hermosa princesa me lo pide.—Continua Egan, haciendo énfasis en esa palabra.

Trato de que no me afecte lo que intenta y pongo mi atención en el príncipe, una sonrisa curva mis labios cuando me dirijo a el, la mirada de Egan todo el tiempo sobre mi.

—¿Por qué no nos habla de Lavinia?—Pregunto interesada.—Creo que es una oportunidad grande escucharla de sus principales gobernantes.

—Esos vendrían siendo aun nuestros padres.—Sonríe el príncipe.

Disputa por el Trono (#5 Amores en la Realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora