29

1.8K 215 1
                                    

Egan:

Salgo al jardín en busca de Elina tras no encontrarla donde la deje y tampoco dentro de la mansión, enseguida la veo paseando con mi madre y dejo que interactúen unos minutos, hasta que me pilla viéndola y decido acercarme.

—Hola.—Me dice sonriendo y llego hasta ella rodeándole la cintura, mi brazo la trae a mi lado.

Observo a mi madre luego de notar algo en Elina.

—¿No la has hecho llorar, no?

—No, Egan.—Me responde mi esposa.—¿Ya esta lista la habitación?

—Lo esta.—Le hago saber y me toma de la mano, enseguida se vuelve hacia mi madre.

—Con su permiso, duquesa.

Mi madre sonríe hasta que me ve otra vez, su mirada es fugaz y la pierdo porque a los segundos estoy siguiendo a Elina, quien tira de mi.




(***)



—¿Sabes que puedes contarme cualquier cosa, no?—Le pregunto dentro de la habitación, mientras ella recorre lo enorme que esta. Hay dos espacios grandes, una donde se encuentra la cama matrimonial y otro el amplio closet detrás de una puerta,  decorado con muebles en el centro, una alfombra y armarios de madera pegado a la pared, los que ahora mismo mi esposa revisa.

Respiro profundo.

—Pronto las llenaremos con nuestras cosas.—Me coloco detrás de ella.—¿Confías en mi?

—Lo hago.—Asegura volviéndose y sube las manos por mi tórax.—Solo era una conversación de chicas.

Busca mis labios y no puedo negarle un beso, asi como no puedo evitar hacer que crezca, mi boca se mueve sobre la suya con ganas y acabo arrastrando a mi mujer camino al centro de la habitación, me detengo frente a la cama y ella sigue mi mirada.

—Deberíamos estrenar nuestra habitación matrimonial.—Le digo y Elina ríe.

—Seria lo ideal ya que nuestra luna de miel no ha acabado.—Me recuerda.

Vuelvo a besarla, afortunado de tenerla y me deshago de las prendan, tirando de los cordones que atan el vestido hacia atrás, Elina me sube la camisa y sus manos me tocan la piel del torso, empujo más nuestras bocas y al mismo tiempo des aflojo lo ajustado que esta el vestido, el que acaba cayendo hacia el suelo y teniéndola desnuda la llevo sobre la cama mientras mi esposa se ocupa de los pantalones.

—Déjame hacerlo.—Rompe el beso y veo como me observa la verga que ya he sacado.

—Maldita sea, princesa... no me pidas eso si...

—Quiero.—Insiste.—No es justo que solo tu lo hagas. Quiero sentir lo que tu sientes cuando yo me corro en tu boca.

Joder.

—Si mi esposa me lo pide, no puedo negarme a nada.

Ella sonríe y se pasa la lengua por los labios, se acerca a mi y lo toma con las manos inexperta, pero si supiera que basta con que me toque y puede acabar conmigo.

—Elina...

Me acaricia el glande y luego el tronco.

—¿Lo hago bien, mi amor?.—Mi amor, que bendita hermosa palabra.

Disputa por el Trono (#5 Amores en la Realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora