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Egan:

—Es una lastima que esta noche las reina no nos acompañe, tenia muchas cosas para decir.—Comento durante la cena.

Elina me lanza una mirada furiosa.

—No tienes asuntos que tratar con mi madre.

—Te equivocas, tengo muchos comentarios que decir al respecto.

—Eres un invitado, Egan.

—¿Y los invitados no pueden opinar?

Ella junta ambas cejas y el silencio ronda en el lugar mientras empieza a cenar. Odio el silencio.

—Si sigues enojada conmigo no podre disfrutar bien de la cena.—Corto la carne haciendo sonar la cerámica del plato.

Sus ojos se levantan a verme.

—No acostumbra a hablar mucho durante la cena y no entiendo el motivo que estés aqui cuando prefieres ignorarlo.

—Hoy si me apetecía.—Le respondo y cojo la copa de vino, bebo del contenido con mi mirada sobre ella.

Siento como se tensa y se levanta anunciando que acabo.

Huir, es lo mejor que se le da a Elina.




Elina:

Esa noche tomo un baño antes de ir a la cama, acuesto la cabeza en el respaldar y levanto la mirada al techo, mis ojos se desvían hacia la ventana y la única luz de la torre encendida, la misma torre donde el duque descansa.

Recuerdo sus palabras y odio que la duda se meta a mi cabeza.

¿Quieres ser reina?

Mamá desea que yo lo sea y no quiere que Egan ocupe el lugar que nos pertenece.

Estúpido, Egan.—Pronuncio para mi y hundo la cabeza en la tina.

Angelina hace que retiren la tina cuando salgo y me cepilla el cabello antes de desearme las buenas noches, sin embargo cuando ya estoy metida entre las sabanas, el dolor de los cólicos aunque ahora es menos vuelve a aparecer.

Bajo de la cama y me dirijo a la cocina, pro entonces lo veo.

Egan.

Mierda, gran idea se le ocurrió venir justo cuando yo lo hago, aunque el verdadero problema es que no haya una cocina en la torre.

Retrocedo dispuesta a irme cuando acabo resbalándome en el suelo y caigo de pompis, Egan se vuelve en mi dirección y los ojos se le abren, enseguida comienza a reír.




Egan:

—No te rías.—Elina se enoja y las mejillas junto a las orejas se le ponen rojas.

No puedo dejar de hacerlo y me acerco a ayudarla, extiendo la mano y ella se la queda mirando, sacudo insistiendo.

Al final termino levantándola y la cargo en mis brazos.

—Pero .. ¡¿Qué haces?!

No me interesan sus pataletas, la llevo hasta la mesa de madera en medio de la cocina y hago caer su trasero ahi, su rostro queda cerca al mío y ella retrocede.

—El servicio acaba de terminar de limpiar ese lugar.—Le menciono y ella parece entenderlo, se soba la cabeza e intento sujetar la zona.

No se deja.

Disputa por el Trono (#5 Amores en la Realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora