-𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟖-

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-¡Maldita sea!- Kazue se cubrió con los brazos mientras corría, buscando desesperadamente un refugio de la lluvia torrencial que lo había sorprendido.

Debió haber escuchado al sirviente que le advirtió antes de salir, insistiendo en que llevara un paraguas porque era muy probable que lloviera esa noche. Pero no, él tenía prisa y ahora lo estaba pagando caro.

La lluvia se intensificó, quedando Kazue completamente empapado y notando como su ropa se pegaba a su cuerpo. Era casi seguro que terminaría con un resfriado. A lo lejos, divisó una pequeña tienda y corrió hacia ella, refugiándose bajo el pequeño techo exterior. Al menos ya no se estaba mojando más.

Se recostó contra la pared, abrazándose a sí mismo para intentar entrar en calor. El viento gélido seguía colándose por su ropa mojada, y empezó a temblar. Pasaron varios minutos y la situación no mejoraba; estaba peor, sorbiendo la mucosidad que le corría por la nariz y sus dientes que no paraban de tiritar.

-¡¿Qué haces aquí fuera?! ¡Entra, rápido!- La voz del chico pelirrojo lo sacó de su ensimismamiento. Había salido de la tienda y al verlo, se alarmó por el mal estado en el que se encontraba.

Sin fuerzas y temblando, Kazue se dejó guiar por el desconocido al interior de la tienda. Por suerte, estaban solos, nadie vería el pésimo estado en el que se encontraba en ese momento. La calidez del interior fue un alivio inmediato, aunque seguía empapado y helado.

-Ven, siéntate aquí- El pelirrojo lo ayudó a sentarse con cuidado en una silla cercana.

Kazue cerró los ojos lentamente, el cansancio lo vencía. Apenas podía mantenerse despierto.

-No te vayas a quedar dormido... no quiero tener que lidiar con otro...- murmuró el chico, revolviendo entre sus cosas, claramente preocupado. Podría ofrecerle algo de la tienda, pero eso no le quitaría el frío.

Kazue se sobresaltó al sentir algo caer sobre sus hombros. Miró y vio que era una chaqueta, grande y cálida. Levantó la vista y se encontró con aquellos ojos grises y preocupados.

-Obviamente la necesitas más que yo, - sonrió de lado el chico, dándole una palmada en el hombro. -No me gustaría que te acabaras convirtieras en un cubito de hielo- Dejó escapar una pequeña risa.

-Gracias...- susurró Kazue en voz baja, apenas audible. Pero, ¿qué iba a hacer ahora? No tenía ni su celular, lo había dejado cargando en casa pensando que no lo necesitaría.

-¿Sabes? Solo por esta noche, puedes comer lo que quieras de la tienda- dijo el pelirrojo, intentando aligerar el ambiente con una pequeña sonrisa. Agarró algunos snacks de los estantes y volvió con Kazue, extendiéndole una bolsa de papas fritas.

-Me llamo Ren- dijo el pelirrojo, presentándose mientras se sentaba a su lado. -¿Tú?-

-Kazue- respondió, abriendo con rapidez la bolsa de papas fritas, tenía tanta hambre que era capaz de comerse todo lo que hubiera en la tienda.

-Pues un gusto en conocerte, chico que casi muere de hipotermia -dijo Ren, sacando su celular y entrando en una nueva partida-. Estaba a punto de ganar... hasta que te vi allí afuera.

Miró de reojo a Kazue, quien no le estaba prestando ni la más mínima atención, pero siguió hablando de todos modos.

-Al menos sirvió de algo; logré salvarte de una muerte congelada.- comentó con una sonrisa.

-No sé de qué estás hablando. No me estaba muriendo, estaba en perfectas condiciones y no necesitaba tu ayuda -replicó Kazue, incapaz de darle la razón a aquel chico. Al menos había conseguido comida gratis.

Ante aquellas palabras, Ren lo miró con molestia, pero no dijo nada más. Imaginó que Kazue era uno de esos chicos engreídos; ya había tenido un encuentro con alguien así no hacía muchos días, que fastidio de chico.

-Di lo que quieras... - dijo, acompañado de un ligero suspiro.

El único sonido en aquella pequeña tienda provenía del celular de Ren y de las gotas que caían afuera; parecía que la lluvia iba cesando poco a poco. Kazue, al notar esto, se quitó la chaqueta que colgaba sobre sus hombros y tiró el envoltorio vacío a la basura. Luego, se estiró perezosamente y miró por la ventana.

-¿Va a parar de llover pronto?- murmuró, más para sí mismo que para Ren.

Ren, todavía irritado, decidió ignorar el comentario. En lugar de responder, se concentró en su partida, los sonidos del juego llenando el silencio entre ellos. Después de un momento, mientras estaba en la pantalla de carga, se giró un poco para ver a su acompañante, quien se estaba secando el pelo con una pequeña toalla que Ren había dejado allí anteriormente.

-La próxima vez que decidas casi morir de frío, avísame con antelación. Así no interrumpo mi juego.

Kazue soltó una risa breve y sarcástica, como si la idea de casi morir congelado fuera hasta una buena opción.

-Como si hubiera sido mi plan...- dijo con un gesto de desdén mientras arrojaba la toalla sobre una mesa cercana y se levantaba de la silla. Se acercó a la ventana y observó las últimas gotas de lluvia deslizarse lentamente por el cristal. -¡Ya no llueve!-

Ren alzó la vista por aquellas palabras, comprobando que la lluvia había cesado, dejando tras de sí un aire fresco y húmedo. Con un suspiro de alivio, apagó su celular y se inclinó para recoger su chaqueta, que descansaba en el suelo empapada de agua. Al levantar la vista, se sorprendió al descubrir que Kazue ya no estaba allí. La rapidez con la que había desaparecido, casi como si se hubiera desvanecido en el aire, lo dejó desconcertado por unos segundos.

Observó a su alrededor y notó las monedas dispersas sobre la mesa, suficientes para más que unas simples papas fritas. Las recogió y luego dirigió su mirada hacia la puerta principal, ¿A dónde se había ido ese idiota?




















reviví 🦦

♦️𝙊𝘿𝙄𝙊♦️ -Diabolik Lovers X Male!ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora