Capítulo 9

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Mis pies dolían y mi cabeza ni se diga, pero al menos ya estábamos en el hotel. La fiestecita en el yate estuvo divertida y más con los anhelos de MinHo, me hicieron la noche con sus bromas y anécdotas de mi jefe cuando era pequeño.

Rahman se ubicó en su habitación y yo entré en la otra, seguido de MinHo. Quería dormir y sabía que mañana tendríamos que levantarnos temprano para las reuniones. Me sentía mal, el mundo giraba y ni siquiera había tomado mucho, solo dos copas de champán. Me quité las zapatillas y me senté rápidamente en la cama, puse mi cabeza entre las piernas. Si me movía, moría. Qué horrible era esto.

—JiSung, ¿qué sucede? —enseguida tenía a MinHo a mi lado.

—Nada... —apenas pude decir.

—Mírame, JiSung.

Cuando alcé mi rostro, el de MinHo se descompuso. ¿Tan feo estaba? Veía doble su rostro. Quería vomitar y mi corazón latía rápidamente. Sentía el sudor caer en mi espalda y sus ojos fueron lo último que vi.

Lee MinHo

—¡JiSung!—no alcancé a gritar cuando le vi desplomarse en mis brazos.

Mierda. ¿Que carajos sucede? Llamé a Rahman para irnos al hospital más cercano. ¿Que sucedía con él? ¿Como sé si estaba enfermo de algo? Busqué su teléfono para ver si podía llamar a alguien de su familia. Pero ya cuando estuviera en el hospital y me dijeran que tiene específicamente.

Al llegar al hospital, expliqué lo que pude en alemán y enseguida se lo llevaron en una camilla a emergencias. Tenía un doctor y una enfermera encima de él, tomándole el pulso y colocándole vías. Sentía que mi corazón se me iba a salir.

¿Y si es algo grave? No sé nada acerca de JiSung, menos mal que su teléfono no tenía clave y logré entrar a las llamadas. ¡Joder! ¿Qué hago ahora? Revisé el historial hasta que encontré un número con el nombre Han SoHee y la llamé. Me imagino que es su hermana o su mamá.

¿JiSung? ¿Qué sucede para que me llames a esta hora? —preguntó una voz joven y adormilada.

—Buenas noches. No es JiSung, soy MinHo, su jefe. Ha sucedido algo.

¿¡Qué!? ¿¡Qué sucedió!?—gritó y entró en desesperación.

—Llegamos de un evento y sin razón alguna, se desmayó. Comenzó a sudar y tenía mucha fatiga, ganas de vomitar. Estaba pálido. Lo he traído al hospital central de Múnich.

MinHo, con todo respeto y perdona que te llame así. Desde pequeño, JiSung tiene ciertos problemas de salud. Su tensión sube y baja, el azúcar sube, su corazón deja de latir o late de más, le da dolor de pecho y causa desmayos. Aún no hemos encontrado la razón.

—¿Y qué hago? Lo tienen en emergencias y no me dejan entrar.

Tienes que esperar, MinHo. ¿Hace cuánto que se desmayó?

—Ya tiene 20 minutos así... ¿Es grave?

Mucho. Un desmayo dura mínimo 5 minutos, nunca dura tanto.

Seguí hablando con la hermana de JiSung, que era muy agradable, hasta que una enfermera salió y me reconoció por llevarlo en brazos.

—Está estable. Le haremos exámenes de sangre y varios exámenes del corazón. ¿Tienen algún seguro en Alemania? ¿Son de aquí?

—Él es de Malasia y yo de Estados Unidos. ¿Cómo haríamos?

—Pagarían los exámenes, medicamentos y todo lo que se le haga en emergencias.

En estos momentos no me interesaba saber que tenía que pagar, quería verlo, saber si estaba bien. Y no me dejarían verlo hasta dentro de 1 hora que terminen los exámenes. Esto era una tortura.

A las dos horas, más bien, me dieron noticias de JiSung. Estaba estable pero dormido y quedaría unas horas más en observación hasta que den los resultados de los exámenes del corazón y poder irnos. No era necesario quedarse.

Le envié un mensaje a su hermana sobre todo lo que me dijeron y enseguida guardé su número en mi teléfono por emergencias. JiSung debería comprarse otro teléfono, en este no se puede leer nada por lo roto que está.

—Señor, su esposo ha despertado. Puede pasar a la habitación. Es la número 5.

Qué incómodo eso de mi esposo, años que no escuchaba algo parecido.

Caminé y detrás de mí venía Rahman. Al entrar, estaba acostado con la mirada fija en una esquina de la habitación con la ropa que la clínica le colocaba. Aún no se había percatado de mi presencia.

—¿Cómo te sientes? —se sobresaltó y volteó a mirarme.

—Agotado. Y me duele el pecho —hizo una queja de dolor—. Disculpa, no esperaba que esto sucediera. Al llegar a Miami, me haré cargo de lo que se gaste aquí y lo pagaré.

—JiSung, no pagarás nada. Ahorita lo que importa es que estés bien. Por cierto, llamé a tu hermana desde tu teléfono. Le he contado todo.

—¿Por qué hiciste eso? ¿Sabes todo lo que se preocupa ella? Es capaz de venir desde Malasia.

—Lo sé. Ella merece saber, no tiene que saber que estás o estabas enfermo ya cuando estés en una maldita tumba —hablé con fuerza y molesto.

JiSung no dijo nada más, solo se acomodó dándome la espalda. Me di cuenta de que le había hablado muy fuerte, pero sentía que debía hacerle entender que no siempre puede ser el niño grande y creer que no tiene familia o que su familia no se preocupa por él.

Después de unas horas, lo dieron de alta y pudimos retirarnos con todos los exámenes que le habían hecho para que su médico de toda la vida pudiera revisarlos y llegar a una conclusión sobre lo que tiene.

JiSung se veía cansado y su rostro demostraba que se sentía peor que mal, pero sentía que mi corazón se iba a salir al verlo así. Al montarnos en el auto para irnos al hotel, comenzó a cabecear hasta quedarse dormido en mi hombro.

Han JiSung

Tenía un calor sofocante y un dolor de cabeza que en cualquier momento me haría morir. Cuando intenté levantarme de la cama, volteé a ver lo que me detenía y tenía a MinHo durmiendo junto a mí, con su brazo rodeando mi cintura.

Él solo tenía un pantalón de pijama y estaba sin camisa, mientras que yo estaba vestido con una pijama de él. Mierda, seguro no encontró sus propias pijamas.

Miré la hora y eran las 10:30. Llegaremos tarde a las reuniones.

—MinHo, MinHo despierta. Llegaremos tarde a las reuniones.

Se estiró un poco y abrió los ojos. Hasta recién levantado era hermoso. Sentía que todo el cuerpo me temblaba. No quería que me mirara así, porque me derretiría.

—Buenos días. ¿Cómo te sientes? —preguntó, ignorando lo que le había dicho.

—Me duele la cabeza, nada más. Iré a bañarme y vestirme para las reuniones.

—Cancelé las reuniones y las pospuse para mañana. ¿Crees que iría a una reunión y te dejaría solo aquí después de la noche que pasaste? Estás loco. Si mañana te sientes bien, asistiremos a las reuniones. Si no, haré las reuniones vía Skype desde la habitación.

—Esto es importante, MinHo, no puedes faltar así como así.

—Tú eres importante, JiSung. Y claro que puedo —se levantó y antes de seguir al baño, se volteó—. Arréglate sencillo, comeremos y conoceremos Múnich. Pero solo un rato. Tienes que descansar.

Mi corazón no dejaba de latir rápidamente y no podía salir de mi asombro. “Tú eres importante, JiSung.” Eso movió algo dentro de mí, un cosquilleo me invadió y sé que seguramente tenía una sonrisa estúpida en el rostro.

¿Qué me estaba haciendo este hombre? Pero es mi jefe, y cuando todo esto de los viajes acabe, volveremos a la realidad y cada uno irá a su lugar.

❝Atado a las sabanas de mi Jefe❞ 『•MinSung•』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora