Al día siguiente, desayuné felizmente con mis padres y me tocó—una vez más—cuidar a mi pequeño y travieso sobrino. Todos tenían que trabajar y no querían dejar a JeongIn con una niñera. Eso solo ocurría cuando yo no estaba aquí, y en algunas ocasiones, lo cuidaba la madre de mi cuñado. Menos mal que el próximo año comenzaría el preescolar, de lo contrario, mi hermana se volvería loca.
Estaría un rato con MinHo antes de que saliera a reunirse con posibles empresas que lo ayudarían a expandirse en Malasia. En parte, eso me enorgullecía un poco, ya que aprovecharía su tiempo aquí por trabajo. Sé que si su padre lo viera, estaría orgulloso, al igual que yo.
Después de bañarme y bañar a JeongIn, me vestí y lo vestí a él también. Definitivamente, aún no estaba listo para ser padre. Esto no era fácil. Acomodé a mi sobrino en el auto y conduje hasta el hotel. Al llegar, lo tomé en mis brazos y subí a la habitación de MinHo, quien se sorprendió al verme con mi sobrino en brazos.
—¿Tenías un hijo en Malasia y no me lo dijiste? —hizo como si estuviera sorprendido y luego se rió—. Hola, Sung. ¿Es tu sobrino, verdad?
—Sí, él es JeongIn—le di un beso y entré a su habitación.
—Hola, pequeño—MinHo le sonrió y mi sobrinito levantó su pequeña mano y le devolvió la sonrisa.
—Tengo que cuidarlo hoy, todos están trabajando y no querían dejarlo con una niñera estando yo aquí.
—Tranquilo, lo entiendo. ¿Qué haremos hoy?
Como solo tendríamos unas dos horas juntos antes de que él se fuera a hacer sus asuntos de trabajo, decidimos quedarnos en la habitación a ver algo. JeongIn se quedó dormido y ocupó la mitad de la cama, así que no nos quedó más opción que acurrucarnos en el sofá, que era igual de cómodo. Pedimos algo de comida a la habitación y empezamos a ver una película de Disney que a mí me gustaba. MinHo solo se reía de mí.
—Pareces un niño pequeño —se colocó encima de mí, aprisionando mis brazos por encima de mi cabeza.
—¿Qué estás intentando hacer, MinHo?
—Esto—comenzó a besarme.
Su lengua se entrelazó con la mía y sentí un calor arder en mi interior. No me dejaba respirar, pero aún así seguía besándome. Y yo no quería que se detuviera. Empezó a quitarme la ropa con una de sus manos, mientras la otra seguía sosteniendo mis brazos.
Dios mío, no, mi sobrino estaba a pocos metros de nosotros.
—MinHo, no. Mi sobrino está aquí.
—Está dormido, Hannie —sonrió pícaramente.
Realmente, JeongIn no nos veía porque la cama estaba un poco lejos y estaba profundamente dormido, pero me sentía incómodo.
MinHo continuó besándome sin piedad. Aún tenía mis brazos sujetos y me besaba el cuello, me estaba volviendo loco. Levantó la vista hacia mí y tenía esa sonrisa que me llevaba al cielo.
—En una hora me tengo que ir y en una hora puedo hacer muchas cosas.
—No me hagas arrepentirme.
De un solo tirón, me levantó y me quitó toda la ropa, dejándome solo en boxers. Su mirada se transformó en lujuria y una sonrisa traviesa apareció en su rostro. Me jaló lentamente hacia él y comenzó a besarme, deslizando ambas manos por mi espalda, acariciándome. Logré quitarle el traje, era mejor que arrugarlo y que no fuera presentable para sus reuniones hoy. MinHo echó un vistazo a la cama donde dormía mi sobrino y luego me llevó hacia el baño. Era mejor así. Le quité todo el traje y me apoyé en la bañera, mientras él me besaba y bajaba lentamente mis boxers.
—No te vayas nunca más—susurró y siguió besándome.
Lo que dijo provocó algo en mí que no esperaba. Mi corazón comenzó a latir más rápido y sentí una fuerte necesidad de besarlo como si no hubiera un mañana, como si el mundo no existiera, solo éramos él y yo. Me sentía en las nubes, y MinHo me hacía más feliz de lo que podía imaginar.
Empecé a considerar la posibilidad de regresar con él a Miami.
Después de jugar un poco, hicimos el amor en la bañera, sobre la alfombra y casi en la ducha. Pero ya era hora de que se fuera a sus reuniones. Hice un puchero y él comenzó a reírse.
—¿No estás satisfecho, bebé? — preguntó divertido.
—No. Quiero más.
—Después de mis reuniones, te espero aquí.
Me dio un beso largo y terminó de ponerse su traje. Su sonrisa al ver cómo yo le ajustaba la corbata hizo que me derritiera de amor. Quería besarlo todo el día.
JeongIn seguía dormido, lo cual era bueno, porque tuve que salir en ropa interior, ya que MinHo había dejado mi ropa afuera. Lo cargué y salimos de la habitación.
Rahman estaba parado junto a la puerta de la habitación y me dedicó una sonrisa a la cual respondí. Pensé que no había venido. Bajamos juntos y luego Rahman llegó con un Audi. Oh, había alquilado un auto aquí. Ni siquiera me avisó.
—Te llamaré cuando termine el trabajo —me besó—, pero esta vez estaremos solos.
—¿Segundo round, Honnie?
—Sí, bebé. El segundo round — me dio un último beso y se subió al auto.
Acomodé a mi sobrino dormido en su sillita de bebé y conduje hacia casa. Había tenido un día increíble hoy, y no podía ni imaginar lo que nos esperaba en la noche. Una vez más, esa estúpida sonrisa no se borraba de mi rostro. Papá tenía razón sobre la sonrisa y el brillo en mis ojos. Y MinHo era el causante de todo esto.
Espero que las cosas se mantuvieran así, espero esta vez si lo lográramos.
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❝Atado a las sabanas de mi Jefe❞ 『•MinSung•』
Romantizm❝Han JiSung, un joven Malayo que huye de su familia adinerada y llega a Miami, donde se convierte en el asistente de Lee JongSuk, el dueño de una transatlántica. Años después, JongSuk se retira y le deja la empresa a su hijo Lee MinHo, que se enamor...