–Espera, repítemelo de nuevo. –me dijo mi mejor amigo Ross, sentado en la cama viendo como guardaba la mayoría de ropa en una maleta que había dejado a su lado.
–Estoy comprometida con Kaira Grimmwolf.
–¡Pero no puede ser! Tú eres una vampiro y ella una mujer lobo. No tiene sentido. –comentó sin todavía querer asimilarlo. –Dime que es una broma.
–La broma sería el 28 de Diciembre, Ross. Estoy hablando en serio, muy a mi pesar. Pero es un pacto que nuestros abuelos hicieron hace algunos siglos, y debemos hacerlo. –le expliqué guardando la última chaqueta de cuero que tenía. –Creo que así bastará.
–No puedo creer que estés de acuerdo con esto, Nora. –dijo Ross levantándose de la cama. –¿Qué va a pasar con todas nuestras salidas y las fiestas?
–Supongo que podremos hacerlas, estoy comprometida no enjaulada. Todo saldrá bien.
–Si tú lo dices.
Ross se marchó a su casa mientras yo miraba por última vez la que sería mi habitación, al menos por ahora. Cogí las dos maletas y bajé a la sala principal donde mis padres me esperaban sonriendo, les devolví la sonrisa pese a que no me apetecía todo lo que habían hecho.
Subimos en el carruaje tirado por dos sementales de color negro, el cochero dio un latigazo con las riendas para que los caballos comenzaran a ir al trote. El camino hacia mi nuevo hogar era silencioso, mis padres me dieron unas pastillas que hacían que pudiera ingerir comida humana en el caso que Kaira me la ofreciera.
Aunque yo creo que me ofrecería antes una estaca en el corazón que comida la verdad.
Según me contó mi madre, la casa pertenecía a mi abuelo y al abuelo de Kaira, quiénes la compraron con motivo del pacto que habían hecho. Estaba totalmente amueblada y lista para vivir en ella, pues ambas familias habían contratado a sirvientes para cuidar la casa. La casa se encontraba en un punto del bosque donde no era territorio de ningún vampiro o manada, además estaba a un kilómetro de una ciudad de humanos.
–Ya hemos llegado. –avisó mi padre asomado por la ventana.
Dirigí mi vista a la casa, era enorme y se notaba antigua por la fachada decorada con gárgolas y otros extrañas criaturas. Las ventanas eran grandes, por lo que entraría bastante luz solar a la casa y por lo que parecía, también sería bastante grande. Nada más entrar al recinto vi que en el medio de la entrada había una gran fuente, y a los lados alguno senderos señalados por adoquines, que imagino conducirían al jardín trasero.
El día era nublado haciendo que no hubiera mucho calor. Vi a la familia Grimmwolf en la puerta principal, al vernos nos saludaron con una sonrisa mientras que Kaira me miró con odio. El cuál era mutuo.
–No está mal la casa. Por lo que sé, cuenta con alrededor de 2 baños, 2 comedores principales uno en cada planta, 3 habitaciones para invitados y 1 habitación de matrimonio, la cuál ambas compartiréis. –tanto Kaira como yo coincidimos por una vez en mirar a su padre como si lo quisiéramos matar. –También cuenta con un amplio jardín trasero, un gimnasio, una piscina y una entrada privada al bosque.
–No está mal, ¿no?
–Es perfecta. –dijo Kaira a regañadientes mientras me miraba de reojo.
–Espero que estéis bien aquí, y recordad que es por el bien de ambas especies. Nos veremos el fin de semana que viene. Y en un mes ¡La boda! –exclamó Mildred emocionada, y ambas sonreímos aunque era más una mueca de asco.
–Nos vamos ya, nos vemos chicas.
Nuestras familias se despidieron y se montaron en sus respectivos carruajes, marchándose y dejándonos a ambas solas sin saber qué decir. Me había relacionado con muchas personas de mi edad y de otras especies pero no con nuestros mayores enemigos.
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Entre Especies
Teen FictionElnora Vatore, hija de los vampiros más fuertes. Su mayor secreto es que no bebe sangre directamente de alguien, sino que bebe en sobres. Un secreto que se llevaría con ella toda la eternidad, o tal vez no... Kaira Grimmwolf, hija de la manada de ho...