LUNA ROJA (Part. 2)
En una noche oscura y tormentosa, la majestuosa mansión Sakamaki se alzaba imponente sobre la colina, envuelta en una atmósfera densa y opresiva. Las antiguas paredes de piedra, cubiertas de sombras danzantes por la luz del fuego, resonaban con el eco de risas y murmullos lejanos. En la sala principal, la luz tenue de la chimenea proyectaba sombras danzantes sobre las paredes; seis pares de ojos miraban el calor de las llamas de la chimenea del vestíbulo de la mansión, mientras bebían copas de vino, tras su poco abastecimiento de aquel manjar exquisito, pero maravilloso aroma a sangre, que tanto les afectaba tras aquella noche de luna llena.
Sumidos en silencio, los hijos del Rey Vampiro; intentaban distraerse con el suave resplandor de las llamas, pero sus mentes no podían escapar del deseo insaciable que los atormentaba; las copas de vino eran un intento frágil de mantener sus bestias salvajes en su interior. Su hambre por la sangre latía en sus venas, amenazando con desbordarse a cualquier humano que osara entrar en sus dominios para ser su próxima víctima.
No habría compasión para su siguiente comida.
Kanato: ¡N-no podré aguantar más!... -. Grito el cuarto hermano más joven, acompañado de su inseparable oso de peluche; incapaz de soportar el castigo de su padre tras haber bebido el ultimo vino de su copa. Sus emociones de perversidad e inocencia estaban por quebrar la poca cordura que tenía.
Reiji: Tendrás que hacerlo. -. Respondió elegante y severo el segundo hermano del clan; reflejando en su porte impecable al sostener señeramente la copa de vino tinto en su mano.
Ayato: Demonios. Me conformo con un animal ahora mismo. -. Gimió frustrado el tercer trillizo del grupo; con su característico aire de superioridad y rebeldía. El vampiro se encontraba medio tumbado en su silla habitual, abatido por la sed de sangre en su cuerpo; de no ser por su Padre o de Reiji, habría salido a cazar, pero las consecuencias serían terribles.
Shu: Falta poco para que esto termine. -. Exclamo firme pero tranquilo el hijo mayor de la familia; mostrando indiferencia ante la situación, recostado tranquilamente en el sillón de la sala, observando el fuego con ojos soñolientos pero vigilantes hacia sus hermanos menores si era necesario recurrir a la fuerza.
Laito: Fu, fu, fu...~ pero Shu-san, estas siendo demasiado injusto con nosotros. Ni siquiera tuviste la amabilidad de permitirme traer algún manjar para nosotros. -. Declaro el quinto hermano trillizo; lanzando miradas insinuantes a sus hermanos, disfrutando del ambiente cargado de tensión.
Subaru: ¡Todos ustedes son una molestia! -. Exclamo enojado el ultimo hijo menor de la familia, mientras se apartaba del grupo al desaparecer de la sala; estando tranquilo en el pasillo de la mansión, luchando contra los demonios internos que lo atormentaban.
En sus 1600 años de siglos con vida, estaba tratando de mantener su bestia interna tras el llamado de la sangre humana. Su odioso "Padre" si que era un verdadero bastardo que solo los utilizaba como piezas de ajedrez en su siniestro juego.
Sumido en sus pensamientos, fue interrumpido por el sonido de una hermosa melodía; la voz de una mujer joven, dulce y melancólica, resonaba con una extraña familiaridad que erizó su piel.
•••
Intrigado y alerta, Subaru siguió el sonido de la canción, sus pasos resonando suavemente sobre el suelo de mármol. A medida que avanzaba, la melodía se hacía más clara, guiándolo hacia una figura desconocida en la penumbra; llegando a la entrada principal de la mansión, se dio cuenta, que la puerta había sido abierta.
Subaru se detuvo en seco y contuvo la respiración. Frente a él, bañada por la luz plateada, estaba una extraña desconocida; la mujer, ajena a su presencia, cantaba con una pasión que parecía invocar recuerdos olvidados y emociones profundas.

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La Amada de los Sakamaki
FanficAntes de la llegada de Yui Komori, hubo alguien más que marcó los gélidos y sádicos corazones de los hermanos Sakamaki. No era casualidad que mostraran cierta piedad hacia Yui; en ella veían un eco de la mujer que una vez amaron y que perdieron trág...