LUNA ROJA (Part. 3)
La luna llena se alzaba imponente sobre el oscuro bosque, sus pálidos rayos apenas lograban penetrar el espeso follaje, creando sombras inquietantes que danzaban con el viento. En el corazón de este bosque, una antigua mansión se erguía; oculta entre los árboles centenarios. Su fachada, tan lujosa como antigua, parecía susurrar historias trágicas.
Dentro de la mansión, un silencio sepulcral reinaba, roto únicamente por el crujido ocasional del viento. De repente, un grito desgarrador llenó el aire, rebotando en las paredes y resonando en cada rincón de la vasta edificación. Era el grito de una mujer, cargado de dolor y agonía. Sus alaridos se intensificaban con cada segundo, mezclándose con el sonido de su respiración entrecortada y el latido acelerado de su corazón.
La mujer, sometida al tormento de los Sakamaki, apenas podía contener sus gemidos de dolor y desesperación. Su rostro, pálido como la luna, reflejaba el sufrimiento y la resignación mientras su vida se desvanecía lentamente bajo el peso de los vampiros que se alimentaban de ella.
Finalmente, cuando los hermanos Sakamaki habían saciado su sed, la mujer yacía en el suelo del vestíbulo, pálida y sin vida, una sombra de la extraña desconocida que había entrado a sus dominios esa noche. El silencio pesado envolvía la habitación, solo interrumpido por la respiración entrecortada de los vampiros que se recuperaban de su frenesí alimenticio.
El silencio pesado envolvía la habitación, roto solo por el susurro de las llamas de las antorchas y el eco de sus respiraciones; el liquido tan exquisito color carmesí seguía esparcido en sus ropas mientras terminaban de saciarse sin ni siquiera mostrar un sentimiento de empatía alguno.
Laito: Ah~ Maravilloso sabor... -. Respondió juguetón el vampiro de ojos verde esmeralda, mientras se inclinaba sobre el cuerpo de la joven fallecida con perversidad; trazando seductoramente con su dedo la línea de la garganta hasta el pecho de la mujer, admirando con un brillo malicioso y contemplativo su lecho de muerte.
Ayato: El sabor es tan exquisito. -. Exclamo con una sonrisa satisfecha jugando en sus labios, mientras pasaba una mano por su cabello tras admirar el resultado de su festín.
Kanato: ...Lastima que se terminó... -. Comento el siguiente hermano trillizo, con una expresión de puro deleite mezclado, observando la belleza macabra de la escena, preguntándose si sería bueno añadir una muñeca más en su colección personal.
Laito: Ne~, Subaru-kun...
Subaru: ...
Laito: ¿Por qué no tomaste tanto de ella?
A pesar de estar de acuerdo con la decisión, el hermano más joven de la familia; observó silenciosamente las reacciones de sus hermanos, sintiendo una mezcla de incomodidad y empatía por la mujer desconocida que había fallecido en sus pies. Una parte de él, no dejaba estarlo tranquilo, como si la muerte y el arrepentimiento circulara en sus pensamientos, pero era absurdo, ¿Por qué estaría arrepentido por sus acciones por esta joven?...
Subaru: Este sabor... Me es familiar... -. Respondió sincero, tratando de encontrar alguna respuesta por parte de sus hermanos mayores ante sus sentimientos de duda. Tal vez, las consecuencias de la luna llena le estaban afectando debido a su linaje.
Los demás hermanos intercambiaron miradas, sus expresiones mostrando una mezcla de confusión y reconocimiento; intrigados por las palabras del vampiro de cabellos albinos; lentamente, cada uno de los hermanos se habían perdido en sus propios pensamientos.
Reiji había levantando una ceja con interés. Para los trillizos; Ayato tenía una expresión de creciente inquietud, recordando vagamente una sensación extraña en su cuerpo. Kanato, observó nuevamente el cadáver de la mujer fallecida, pero esta vez con una mezcla de tristeza y curiosidad. Laito un poco más calmado, inclinó la cabeza con una sonrisa enigmática, pensando que solo era una total coincidencia de su parte y que solo estaba delirando.

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La Amada de los Sakamaki
Fiksi PenggemarAntes de la llegada de Yui Komori, hubo alguien más que marcó los gélidos y sádicos corazones de los hermanos Sakamaki. No era casualidad que mostraran cierta piedad hacia Yui; en ella veían un eco de la mujer que una vez amaron y que perdieron trág...