XVIII

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HERIDAS

Querido diario:

¿Por qué... El amor tiene que doler tanto?...

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Los tres próximos días pasaron, y la joven no tuvo noticias de su amado humano, tras su búsqueda incontrolable en el profundo bosque para disculparse; la decisión de alejarse de su familia, la dejó atónica, pues a pesar de que también quería estar al lado del hombre que ama, no quería compartir la culpa ante el sufrimiento de otras personas tras su amor prohibido, y aunque nunca sería aceptada en el mundo de la realeza de los mortales, decidió hacer hasta lo imposible para ver a su amado entre los grandes muros de piedra, que dividían su camino, en aquel majestuoso palacio, perteneciente del clan Tokugawa.

Subaru: ¿Estas segura de esto? -. Respondió el albino de ojos rojos, hacia la joven, quien había decidido ayudarla en su búsqueda con aquel mortal humano, que le había robado el corazón, de su amada y preciosa prima, a quien amaba profundamente; a pesar de que no sería visto de la misma manera por la chica de ojos azul verdosos, hizo lo correcto por el bien de su prima, y agradeció que este le tuviera la confianza necesaria para hablarle sobre sus problemas, tras la ausencia del más grande de los seis hermanos de la familia.

Sakura: Si Subaru-nii... Necesito verlo... Aunque sea una última vez...

Subaru: De acuerdo. Sujétate fuerte.

•••

Como un espejismo se tratase, gracias a la tele transportación del vampiro albino, llegaron a las habitaciones residentes del nuevo Emperador, quien, según los rumores, había sido coronado días atrás, por su hijo y único heredero; Ashitaka Tokugawa.

El joven de 15 años, decidió hacer guardia entre los pasillos, mientras que la chica seguía el rastro del olor de su amado para conversar en privado.

Pronto, llego a una gran habitación rodeada de lujos y comida, que conducía a una gran cama, que reflejaba ser la silueta de su amado descansar pacíficamente.

Sakura: ¡...!

Pero para su triste horror, observo como otra mujer, estaba entre las sábanas del Emperador desnuda, arrinconándose con el tan amorosamente.

Taka: ...Sakura-chan...

Sakura: Taka-kun... -. El dolor del pecho ante el crujido de su corazón era inevitable, la pobre no dudo en derramar gruesas lágrimas entre sus cálidas mejillas rojas, quienes estaban tristes ante la traición y el engaño que recibió por amar a un cruel humano.

Corriendo lejos del lugar, e ignorando la voz de su ex amado, llego entre los brazos del joven de ojos rojos, quien este, con una sola mirada, supo lo que en verdad había pasado, y furioso, volteó a ver en persona, del infeliz que se atrevió a hacerle daño a su amada rosa blanca.

Y como si se tratara de una ilusión para el joven de ojos verde oliva, vio como las dos figuras, desaparecían de su vista.

•••

Cuando llegaron a la mansión, la joven huyó rápidamente hacia su alcoba para llorar ante su dolor, el cual, el vampiro de cabello blancos, no dudo en romper con una grieta la pared más cercana a él, al ver el dolor y sufrimiento de aquella rosa, que juro proteger alguna vez.

En su camino, tropezó con quien menos deseaba la vampira... La raza humana.

Alice: Sakura-chan... ¿Qué te paso? -. Confundida, la joven mortal miró la apariencia tan rota de su mejor amiga, quien, con enfado hacia su persona, vio por primera vez la mirada furiosa de aquella chica, que alguna vez trasmitió algo de bondad en su interior.

Sakura: ¡DEJAME EN PAZ! -. Grito furiosa, mientras empujaba a la joven de cabellos castaños fuera de su vista.

•••

Corrió hasta llegar a las grandes escaleras de la mansión, el cual, se alivió cuando pudo encerrarse en su habitación solitaria, mientras lloraba entre sus suaves sabanas color crema, que evitan los gemidos y llantos de tristeza mezclados con dolor, ante el olvido de su amado Taka, por haberla engañado de forma tan cruel, y de no haber creído en todos esos rumores impuestos por su raza; que los mortales serían capaces de jugar con los sentimientos amorosos, hasta no haber obtenido lo que ellos deseaban. El deseo carnal.

Y eso, la hizo sentirse aún más peor, por haber creído cada palabra de sinceridad del joven que alguna vez creyó haber conocido.


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~Omake~

Mientras tanto, en una de las grandes recámaras de la mansión, una mujer de cabellos largos y ojos felinos, mirada con placer a su criada, quien había cumplido con su deber de acuerdo a sus deseos; los sentimientos de satisfacción ante aquel corazón roto, eran indescriptibles, y solo sería cuestión de tiempo, cuando probara por fin la sangre de aquella joven, que le otorgaría maravillosa juventud eterna.

Hilde: El trabajo está hecho, Cordelia-sama...

Cordelia: Excelente mi querida Hilde~ Cuando menos lo esperes, serás tú quien ocupe su lugar.

Hilde: Así lo espero mi señora... Jejeje.

La Amada de los SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora