4- Posible Coqueteo.
Mini-maratón 1/2.
Día 6.
Jason.
Me adentré a la galería, buscando con los ojos a cierta personita. La ubiqué, dando órdenes como toda una jefa. Estaba seria y calculadora.
¿Era normal que eso me pareciera sumamente atractivo? Probablemente no. Y tampoco era correcto.
Ese día era la galería en Memphis y ella estaba dándole los retoques que le faltaban a la galería para verse más acogedora para las personas de su industria. O al menos así lo llamaba mamá, que fue la que me informó que Baker estaría ahí en la mañana.
—Calcula cuántos metros son y compra unas de color... Mhm... naranja —asintió de espaldas a mi —. Si, creo que es el indicado. Que no sea escandaloso.
Michell, el encargado de luces de las galerías de mamá, asintió con la cabeza. Tras darme un corto saludo, se fue a cumplir con el mandado que Baker le ordenó.
Ella se giró hacia mi y levantó un poco las cejas. Supuse que no me esperaba. Yo tampoco tenía planeado ir, pero él impulsó me ganó.
—¿Y este milagro? —preguntó.
Sonreí, extendiéndole un café que me detuve a comprar en el camino.
—Gracias. —sonrió.
—Estaba aburrido, y mamá me pidió que te hiciera algo de compañía, ya que no pudo estar —me encogí de hombros —. Entonces llegue a la conclusión de que venir a molestarte no me vendría mal.
—A mi no me molestas.
La sinceridad de sus palabras siempre me tomaba por sorpresa, por más mínimas que fueran las mismas.
—Pero, gracias, eres un considerado. —bromeó.
—Lo sé. —asentí, divertido.
Elle colocó los ojos en blanco con una pequeña sonrisa.
—Estaba pensado —Mencioné. Me miró con curiosidad —. No te gusta que te llamen por tu nombre ¿cierto?
Se quedó en silencio por unos segundos. Tuve la impresión de que por un momento quiso apartar la mirada. Sin embargo, no lo hizo.
—Ajá.
—Pero nunca has dicho nada de un diminutivo.
Pareció descolócala. Frunció ligeramente el ceño y me analizó la expresión. Cosa que, hizo que me distrajera un poco porque en todo ese análisis, sus ojos se detuvieron en mis labios por mínimos segundos, casi inexistentes.
Probablemente eran cosas mías.
—¿Entonces, tú revelación es...?
—Que me gusta Char —le dije —. Tu nombre en si es precioso, pero el diminutivo me gusta bastante.
Esta vez no dijo nada por un rato largo. Solo me observó de una forma extraña. No parecía molesta, pero tampoco pareció sentir nada. Baker tenía una forma de mantenerse indescifrable que me hacía querer adentrarme a su mente solo para, al menos, leer uno de sus pensamientos o verlo, lo que fuera.
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60 Días Para Enamorarse.
RomanceTener lo que necesitas, no es tener lo que quieres. Decir que no necesitas algo, a veces, es decir que lo quieres.