Día 30.Charlotte.
—¿Entonces básicamente tú mueves los negocios del concesionario? —le pregunté a Jason mientras salíamos del aeropuerto.
—Si, así es —asintió el —. Puedo llevarte cuando volvamos a Phoenix y recomendarte unos cuantos autos.
Sonreí, mirándolo a través de mis gafas de sol.
—Genial.
Los últimos días después de que nos acostáramos habían sido como si nada hubiese pasado. Los primeros tres pensé que Jason estaba evitándome, y ese día me enteré que no, simplemente estaba ocupado con negocios que no sabía que tenía. Y pues, desde la heladería, salimos los cuatro ya fuera a comer, a el cine o al centro comercial.
No hablamos del tema, no hubieron doble sentidos, nada fue... incómodo. Todo estaba bien entre nosotros.
Por mi parte, me había sentido un poco mal por Maia. Realmente eso de meterme con su novio no había estado en mis planes. No de una forma literal. Quería solo fantasear un poco, y de ahí a hacer mis fantasías realidad... Simplemente no pensé que sucedería. Podría verla a la cara tranquilamente, pero pensarlo hacía que una pequeña punzada de culpa me atacara las costillas.
Habíamos compartido unos cuantos mensajes, donde me preguntaba que había hecho Jason, y me pedía que lo mantuviera vigilado, que cuidara que no lo engañara con cualquier chica que apareciera por ahí.
Bueno, para su consuelo no la engañó con cualquier chica.
Que consolador...
Me subí en el asiento de copiloto del auto y me quité las gafas.
—Amo esta ciudad —Maddie suspiró, emocionada. —. Y lo mejor es que nos hospedaremos en un hotel ¡en la playa! Me encanta.
Sonreí.
Estábamos en Miami. Esta galería sería un poco más playera, más hippie.
—Amo la playa. —Jason sonrió —. Son las doce, podemos ir un rato luego de comer. La galería es a las ocho en el salón del hotel.
Puse una mueca, prefería quedarme. Además, tenía que asegurarme de que todo estuviese bien en el salón.
—¡Si! Me parece genial —chilló Maddie —. ¿Finn?
—Si, un rato no estaría mal.
Yo me quedé con la mirada fija en la ventanilla.
«Si no me muevo no me ven»
Lastima que estábamos en el mismo auto.
—¿Charlotte?
Miré a Jason, soltando un suspiro.
—Prefiero quedarme en el hotel. Después de comer debo ir al salón a arreglar todo.
—Pero..., solo será un rato. —dijo Maddie.
—No me apetece. —dije, un poco seca, para volver a clavar mi mirada en la ventanilla del auto.
Nadie dijo nada más, y realmente lo agradecía.
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60 Días Para Enamorarse.
Roman d'amourTener lo que necesitas, no es tener lo que quieres. Decir que no necesitas algo, a veces, es decir que lo quieres.