16- Conocerse mejor.

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ADVERTENCIA: este capítulo contiene escenas +18. Si lees, lo haces bajo tu propia decisión. Si te incomodan estas escenas, eres libre de no leerlas. <3

Día 24.

Jason.

Me estiré en el sofá para acomodarme nuevamente. Los tórtolos me habían abandonado a mitad de película porque querían dormir, y yo ya iba por la primera parte de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte sin lograr conciliar el sueño.

Miré mi celular. Eran las dos de la mañana.

Me desplomé en el sofá y miré el techo. Habían sido unos días horribles. Al menos los últimos tres.

Si, por Maia.

Había llamado, haciendo un completo drama porque yo no la había llamado. ¿No se suponía que si me pidió un tiempo era porque eso quería? ¿Que no la molestara? Tuve que decirle que la extrañaba y esas cosas para que se quedara tranquila. No me llamó más, y me vi como un idiota pensando en que lo haría.

No sabía si había hablado con Charlotte, o si le había contado lo poco que hablamos. Eran amigas después de todo, lo más probable era que si. Y si no lo había hecho, no tardaría demasiado en llamarla.

No sabía que hacer con mi vida, me encontraba realmente confundido y estresado. ¿En qué momento decidí que era bueno involucrarme físicamente con la mejor amiga de Maia?

¿Solo físicamente?

Cállate que no me ayudas.

Ya ni las conciencias tienen derecho a tener dudas...

Lo habíamos dejado claro hace unas horas. Era superficial. Pero... no lo sé. Algo dentro de mi no lo sentía así. Tal vez porque, que se yo, la pasábamos bien sin estar haciendo cosas indecentes. Éramos... amigos, supongo.

Cabe aclarar que también la pasan bien haciendo cosas indecentes.

Levanté la cabeza cuando escuché movimiento en las escaleras. Poco después, apareció la casi dueña de mis pensamientos. Me observó a través de sus gafas con el ceño fruncido. No parecía somnolienta.

—¿Tu no duermes? —me preguntó.

Vale, ya no parecía enojada.

—¿Y tú?

—Dormí desde que llegué hasta la noche, no tengo mucho sueño que digamos.

—Yo no puedo dormir.

—Mhm... —asintió.

—Si...

Miré la película y luego a ella, que seguía parada ahí, observándome. Parecía pensar en algo, pero luego sacudió la cabeza.

—Eh..., bue...

—¿Quieres quedarte a ver..., eh...?

Ambos nos callamos.

Incómodo...

Me incorporé sentado en el sofá y la miré con más tranquilidad. Suspiré.

60 Días Para Enamorarse. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora