8- Linda Noche.
Día 11 y 12.
Jason.
—Vas a abrir un hueco en el piso, Jason —Finn se cruzó de brazos, viéndome caminar de un lado a otro —. ¿Vas a contarme ya lo que está pasando para poder hablarlo e irnos a la galería?
No le había contado lo que había pasado la noche anterior. Además, no salí del cuarto en toda la mañana y tampoco en la tarde. Lo que significa que no había cruzado palabras con Charlotte, y eso, por alguna razón, me tenía más nervioso de lo que me gustaría admitir.
No, por alguna razón no; por LA RAZÓN.
Mierda.
No dije nada por unos segundos, pero me detuve. Estaba intentando analizar lo que sentía. Buscando culpabilidad dentro de mi, pero... ¡no la sentía! ¿Por qué no me sentía culpable? ¿Qué carajos estaba pasando conmigo?
Nada bueno, eso seguro.
Me pasé una mano por el cabello, frustrado por mi situación y la voz en mi cabeza que se hace llamar conciencia.
—Jason. —insistió Finn.
—Charlotte ¿Con quién se fue? ¿O se va con nosotros?
—Se fue con tu madre.
Eso me descolocó unos segundos. ¿Por qué no se iba conmigo? Con nosotros, todos..., quise decir.
—¿Por qué? —espeté.
—¿Y qué se yo?
—¡¿A caso no eres un sabiondo que lo sabe todo?!
Me miró como si estuviera frente a un loco descontrolado con un solo ojo.
—¿Se puede saber que te pasa?
—¡Todo esto es tu culpa! —lo señalé.
El me había llenado la cabeza de idioteces.
Frunció el ceño, totalmente confundido.
—¿Cómo voy a ser culpable si ni siquiera se de que hablas?
—¡Que se yo! Pero lo es, es tu culpa. Debiste decirme que no.
—Jason, ahora si se te fueron los tornillos. —Negó con la cabeza. Miró la hora y volvió a subir su mirada hacia mi —. ¿Puedes decirme ya que está pasando? Maddie debe estar esperando afuera y...
—¡¿Se están besuqueando o que?! ¡Muévanse!
Resoplé, frustrado. Le pasé por un lado a Finn y abrí la puerta, encontrándome con Maddie de brazos cruzados. Le di una mirada de pocos amigos y también le pasé por un lado.
—¿Y a este que le pasa?
—A mi ni me preguntes.
En el estacionamiento me metí en el asiento trasero también de brazos cruzados y enfurruñado. Nadie parecía tener las respuestas que necesitaba, y al no tenerlas yo tampoco, me sentía frustrado.
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60 Días Para Enamorarse.
RomanceTener lo que necesitas, no es tener lo que quieres. Decir que no necesitas algo, a veces, es decir que lo quieres.