Día 30Jason.
No fui consciente de la situación hasta que Marian se separó de mi, y fue hacia Charlotte.
—¿Qué tal todo, Jason? —me saludó Sean, el padre de Maia.
—Bi-bien... —balbuceé.
—¿Te encuentras bien? Te ves un poco pálido.
—Es que ha estado algo enfermo estos días. —mencionó Maddie, salvándome.
—Oh, querido. Que mal. ¿Pero ya te sientes mejor? —preguntó Marian.
Forcé una sonrisa.
—Si, ya casi mejoro por completo.
Ni siquiera pude mirar a Charlotte. Sentía pánico. Si Maddie no venía en nuestro rescate los padres de Maia podían habernos visto besándonos.
—Sabíamos que iban a estar en Miami, y quisimos venir a ver el trabajo de la mejor amiga de nuestra niña, como también ver a nuestro yerno.
Volví a sonreír de forma forzada. Mamá llegó justo en ese momento.
—Oh, los encontraron. —dijo con un amplia sonrisa, enganchándose al brazo de Charlotte.
Ella estaba seria. Ya no había una pequeña sonrisa en su rostro, ni aire divertido. Solo vacío. Entró en su caparazón, y yo quise hacer una mueca.
—Que hermosas tus fotografías, Emily —la aduló Sean, para luego mirar a la chica a su lado —. Igual las tuyas.
Esta le sonrió con amabilidad, pero la sonrisa no le llegó a los ojos.
—En cierto, nunca nos imaginamos que llegarías hasta aquí, Baker, felicidades.
Miró a Marian con cierta amargura. La tensión crecía y crecía. Creo que todos lo presentes pudimos darnos cuenta de que no se llevaban para nada bien.
Finn y yo compartimos una mirada. Ninguno tenía idea de que hacer para sacarme de esta situación.
—¿Les doy un recorrido? —pregunté, dirigiéndome hacia mis suegros.
—¡Claro! Estaríamos encantados, ¿no, cariño?
—Así es, ¿por dónde empezamos?
—¿Nos acompañas, Charlotte? —le preguntó Marian.
—Me parece más tentadora una copa de champán —sonrió con falsa simpatía —. Permiso.
Y se fue, tan digna como siempre. Dios, quería ir tras ella. Maddie lo hizo.
¿Era yo o todo estaba pasando demasiado rápido? No me había movido ni un centímetro y ya habían pasado unos cinco minutos.
Marian se enganchó a mi brazo, y yo no pude hacer mas que girar mi cabeza y sonreírle.
—¿Por donde quieres empezar?
—A ver... ¿que hay por aquí?
—Oh —llamé su atención antes de que viera las pocas fotos que quedaban en esta división, recordando que yo era el protagonista de una de ellas —. De hecho, hay una división que creo que te gustará bastante.
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60 Días Para Enamorarse.
RomanceTener lo que necesitas, no es tener lo que quieres. Decir que no necesitas algo, a veces, es decir que lo quieres.