24 - Equivocación.

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Día 44.

Charlotte.

No daba saltitos en el asiento del auto porque era yo quien iba conduciendo. Por fin había comprado un auto, y ahora lo estaba manejando por la calles de New York. Mi emoción era obvia, y mis acompañantes estaban conscientes de ello.

—¿Podrían arrestarla por exceso de felicidad en una carretera? —preguntó Jason a mi lado.

—Seguramente lo hacen cuando por un salto se salga del auto. —lo siguió Finn.

—Idiotas. —rodé los ojos, haciéndolos reír.

Maddie no estaba con nosotros. Al parecer, tenía una conversación pendiente con su madre y se fue con ella.

New York era preciosa, y eso que solo había visto apenas un tercio de ella antes de llegar al hotel. Quizás menos.

Cuando entramos a la recepción, Maddie y Emily estaban ahí con la encargada de las habitaciones. Emily intentó verse sería, pero pude notar que estaba a punto de partirse de risa. Maddie no ocultó la sonrisa maligna.

—¿Qué? —preguntó Jason, dejando mi maleta en el suelo.

—Hubo un problemita... —dijo Maddie, haciendo que su hermano frunciera el ceño.

—¿Qué problemita?

—No te agregaron una habitación —le explicó su madre —. Se confundieron y los pusieron a ustedes dos —nos señaló a Jason y a mi — en una misma.

Jason y yo nos miramos por un pequeño momento. Luego miré a Maddie, que me dio una sonrisa angelical. Ella fue quien pidió las habitaciones, no me sorprendería que ese accidente no haya sido tan accidental.

—Fue un error de la recepcionista, de verdad lo sentimos mucho. No hay más habitaciones disponibles. —nos explicó la chica.

—¿Tienes problema con ello? —le pregunté a Jason tras encogerme de hombros.

Me sonrió y negó con la cabeza. Esa sonrisa ocultaba cosas, por supuesto. Luché para mantenerme seria.

—Sabes que no. —dijo en tono confidencial.

—No hay problema. —le dije a la muchacha.

—Muy bien, y disculpen el inconveniente. La recepcionista es nueva.

—Dile que gracias por su equivocación. —le dijo Jason alegremente.

Observé a los presentes con vergüenza. Últimamente Jason estaba haciendo comentarios un poco fuera de lugar en lo que concernía a nosotros, frente a ellos. No le había dicho nada al respecto, por supuesto, aunque debería... Pero bueno, él sabía lo que hacía. O eso me repetía a mi misma porque en el fondo me gustaba.

—Te espero en la habitación. —le dije a Jason, mirándolo mal.

Me dieron mi llave y al despedirme de todos, tiré del brazo de Maddie para llevarla conmigo.

—¿Equivocación? ¿En serio? —le pregunté cuando estuvimos dentro del ascensor.

—Fue por un bien mayor. —sacó el pecho como si hubiera hecho el mayor sacrificio de su vida. Rodé los ojos.

60 Días Para Enamorarse. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora