No me había dado cuenta de que no se subió, disculpen.
Día 40.
Charlotte.
Después de calmar a Maia y decirle que iba a averiguar todo lo que pudiera sobre el supuesto engaño de su novio, sacudí a Jason bruscamente para que despertara.
Se quejó unas cuantas veces, pero terminó abriendo los ojos.
Dejé que se enfocara y cuando por fin se sentó, hablé:
—Deberías llamar a Maia.
Me miró como si me fuese salido otra cabeza del cuello.
—¿Qué?
—Una amiga de ella nos tomó una foto, Jason.
Ni siquiera pareció importarle.
—¿Una foto?
—¡Si! A ti y a mi —nos señalé, medio histérica —. Salimos abrazados. Gracias a Dios no se me ve la cara, pero a ti si. Y piensa que la engañaste.
—Es lo que hice, de hecho.
Lo miré con los ojos bien abiertos. ¿Por qué parecía que le daba igual? Según yo, debía estarle dando un ataque de nervios.
—¡Jason!
—¿Qué pasa?
—¿A caso escuchaste lo que dije?
—Perfectamente.
—¿Y por qué estás tan tranquilo?
—Porque la voy a llamar.
Sentí algo amargo recorrerme la garganta.
Eso me hizo sentir disgustada, y no debería, pero aún así no pude evitarlo. Sin embargo, era lo que tenía que hacer.
—Genial. —mascullé.
—Pero no la voy a llamar para decirle que la quiero o que la extraño. —añadió, haciendo que lo mirara con más intensidad.
—¿Entonces...?
—Voy a dejar a Maia, Charlotte.
Mi corazón se detuvo por un momento.
¿Dijo lo que creo que dijo?
Fuerte y claro, querida.
Mentira.
No... ¿Por qué? ¿Por qué la dejaría? Era la mujer de su vida.
—¿Eh? —fue lo que alcancé a articular.
Muchas preguntas pasaron por mi cabeza, y la principal era: ¿existe la remota posibilidad de que quiera dejarla por mi?
—He estado pensando mucho estos días en los cuales invernaste —lo miré mal —. Y bueno, digamos también que a Maia no es la única a la que le llega información del otro...
Con eso último lo entendí.
—Te engañó, ¿verdad?
—Desde el día uno. —asintió.
Estúpida, Charlotte. Por supuesto que no era por ti. Jason no sentiría nada más que deseo y un poco de cariño amistoso por alguien como tú. ¿En qué pensabas y por qué?
Algo se comprimió en mi pecho, pero no demostré ningún tipo de emoción en mi cara. No podía hacer eso, no podía demostrarle que algo dentro de mí se estaba confundiendo con él.
ESTÁS LEYENDO
60 Días Para Enamorarse.
RomanceTener lo que necesitas, no es tener lo que quieres. Decir que no necesitas algo, a veces, es decir que lo quieres.