Adtitulo

Capítulo 25 : Una primera vez para todo

La siguiente vez que Draco dejó Hogwarts para ir a la mansión, Harry caminó con él hasta la oficina de la directora. Luego, a medianoche, Harry esperó en la Gárgola a que regresara la rubia. A las 12:15, como habían planeado, Draco bajó de la escalera móvil y le dio a Harry un saludo cansado pero agradecido. Juntos regresaron a los dormitorios y se acomodaron en la cama.

A la mañana siguiente se decidió que esta rutina se convertiría en un elemento permanente en su agenda.

Como siempre, febrero tornó los días fríos y grises. Cubriendo el terreno con una espesa capa de nieve esponjosa que ocultaba parches de hielo resbaladizo debajo. Los fuegos en Hogwarts Hearths ardían sin cesar, trabajando para mantener el castillo lo suficientemente cálido para todos los estudiantes dentro. En la Sala Común de octavo año, los Slytherin de alguna manera habían comenzado a tocarse aún más . La mayoría de las noches, después de que las clases habían terminado, los estudiantes de octavo año con corbata verde de alguna manera acomodaban todos sus cuerpos en un solo sofá y cubrían una manta increíblemente grande y ridículamente suave sobre la parte superior de su pila.

Bueno, todos los de Slytherin excepto uno.

En lugar de unirse a sus compañeros de casa en su montaña de extremidades, Draco se estiraría en la alfombra directamente frente al fuego con los brazos muy por encima de su cabeza y las llamas anaranjadas enviaban destellos de sombras a través de su piel. Harry comparó la pose con las mismas posiciones que a menudo había visto adoptar a los gatos de la Sra. Figs en las frías vacaciones de invierno que él pasaba en su casa, mientras los Dursley estaban de vacaciones en algún lugar cálido y memorable.

Harry le había preguntado en broma a Draco si iba a empezar a ronronear, a lo que el rubio respondió: “Sólo si tienes suerte”.

Febrero llegó a su fin y marzo se abrió a su alrededor, trayendo consigo breves momentos de sol y un clima cada vez más cálido. Ron y Hermione habían regresado a Grimmauld Place con él dos veces en febrero, planeando pasar su fin de semana libre en marzo explorando posibles áreas de Londres en las que tal vez quisieran alquilar un apartamento.

El primer fin de semana de marzo fue agradablemente soleado, lo que inspiró a Harry a pedirle a Draco que lo acompañara a un juego de Buscadores Uno contra Uno. El campo de Quidditch, sin embargo, estaba reservado para que los equipos de la Casa practicaran, como le recordó el Slytherin. Así que decidieron reunirse el martes siguiente, durante su tiempo libre compartido.

“Será mejor que estés preparado para perder, Chico Maravilla”. Bromeó Draco mientras resolvían la logística de su próximo encuentro. Los dos estaban sentados junto al lago, disfrutando de los pocos rayos de sol que caían para calentar la pequeña orilla.

Harry se rió, “Grandes palabras, considerando que nunca he perdido un juego contigo”.

“Como dijiste hace unos meses, querido Salvador, para todo hay una primera vez”. Draco sonrió, inclinándose ligeramente hacia atrás para descansar sobre sus manos.

El domingo por la mañana decidieron desayunar con Libby en la cocina. El elfo doméstico los saludó con entusiasmo y los condujo a una pequeña mesa en la esquina. Draco le regaló una bufanda nueva, esta de color azul oscuro con un patrón intrincado que había sido cosida con un delicado hilo dorado.

“Por cuidarme siempre”. Dijo Draco, sonriendo mientras Libby le agradecía profusamente por el inesperado regalo. Les sirvió té, pasteles, tortitas, salchichas, huevos y tostadas. Una vez que les trajeron toda la comida, la pequeña mesa prácticamente crujió bajo el peso excesivo.

Libby también acercó una silla y se unió a ellos, seleccionando un croissant de almendras que mordisqueó mientras los tres hablaban.

“¿Draco ha hecho planes para el próximo año?” Preguntó Libby, sirviéndose otra taza de té. De todas las cosas de las que él y Draco habían hablado, el futuro seguía siendo un tema indefinible.